Dag Hammarskjöld
(1905-1961)
(1905-1961)
No
creo que sea invocando la letra y olvidando el espíritu de la ley que se
construye un futuro de paz.
Dag
Hammarskjöld
Por
Bernardo López Ríos *
*
Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa
Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II
y del Magisterio de la Iglesia Católica
Introducción
Fulton J. Sheen nos muestra que en el mundo moderno ha
habido santos que se entregan a una causa que entraña predisposición a morir
por ella; consideran secundario al principio de seguridad y absorben el peligro
de muerte como quien bebe vino. No buscan el martirio, pues éste es un don de
Dios, sino que, cual unos agentes de su Hacedor, están dedicados a su causa de
tal suerte que no desean nada para sí mismos. O, como dice Arthur Koestler en
su Diálogo con la muerte:
“Creen que fue necesario y justo vivir y luchar por la
vida y hasta morir para que otros pudiesen vivir. Como estuvieron firmemente
convencidos de ello, y como su vida dependía de su fe, no temieron a la
muerte”.
La
interioridad
La índole espiritual de Dag Hammarskjöld fue la
interioridad como medio para mantener el sosiego, que ha de estar en el
interior del corazón antes de ser proyectado al exterior de él. Todo aquel que
lucha contra sí mismo luchará contra otros.
La interioridad representó la contemplata de su vida, por lo que fue un hombre muy discreto. Hubo
sólo uno a quien él conocía desde su juventud y en quien confió. La única
manifestación de su carácter la hallamos en su diario, compuesto de
autoanálisis consecuentes, como
¿Qué debo perdonarme hoy?
¿A quién he ofendido?
¿Debo reprimirme?
Casi todos los santos principales dejaron sus
memorias; en ellas refieren sus encuentros místicos con Dios: La nube de lo desconocido, de Juliana de
Norwich; Preces, de Lancelot Andrews,
y Castillo interior o Las moradas, de Santa Teresa. La mayoría
de ellos formaron parte de comunidades religiosas y estuvieron alejados de la
vida humana, por lo cual casi todas sus obras están desligadas de las cosas
terrenales.
Dag Hammarskjöld poseyó ese alejamiento o
interioridad; pero lo exteriorizaba al interceder a favor de la paz. Su
espiritualidad se puede equiparar con una corriente subterránea que sale de vez
en cuando a la superficie.
Señalando la religiosidad del futuro, escribió:
En
nuestros días, el camino de la beatitud atraviesa inevitablemente el mundo de
la fuerza.
Sven Stolpe conoció bien a Hammarskjöld y escribió su
“retrato espiritual”; en él presenta el objetivo fundamental de su vida:
De muchacho vio a su padre sufrir injustamente a causa
de los negocios públicos; esto motivó que fijase sus pensamientos en Cristo,
condenado por su constante amor al hombre. A reserva de cultivar su
interioridad, se dedicó a la jurisprudencia. En un momento de inspiración,
escribió:
Me
parece que el hombre casado gasta el noventa por ciento de sus energías en
competir con la neurosis de su consorte; ello difícilmente puede producir un
efecto moral oportuno.
Dag Hammarskjöld había nacido el 29 de julio de 1905
en Jönköping, Suecia, hijo de Hjalmar, un hombre con una “gran unidad interior”
que fue primer ministro durante la gran guerra, ministro de Justicia, embajador
y gobernador de Uppland, y de Agnes, una mujer con una visión radicalmente
democrática, evangélica y una apertura hacia la vida.
Hammarskjöld obtuvo licenciaturas en Leyes y Economía
por la Universidad
de Uppsala y su doctorado en Economía en Estocolmo. A los 30 años fue nombrado
subsecretario del Ministerio de Finanzas y presidente del Consejo del Banco
Central.
Hammarskjöld, afirma Brian Urquhart, “se consideraba
un servidor público no político, aun habiendo sido ministro a partir de 1951, y
nunca se unió a un partido político”.
Durante diez años trabajó con Ernst Wigforss, eminente
político socialdemócrata, quien “admitía abiertamente que la forma moderada de
economía planificada adoptada con tanto éxito en Suecia era tanto obra suya
como de Hammarskjöld”, un modelo que puede encajarse en el marco de la Economía Social de
Mercado.
Cuando Dag Hammarskjöld
fue elegido secretario general de la
ONU, en abril de 1953, para muchos no era más que un alto funcionario
sueco desconocido. Sin embargo, paso a paso, consiguió avanzar la posición de
Naciones Unidas y su propia posición en la política mundial.
Sven Stolpe dice de él:
“A poco de conocer a este hombre joven, advertí que
era el más incorrupto de cuantos conozco y he conocido”.
Y, hablando de su dedicación a otras cosas fuera de
las mujeres, escribe en Retrato
espiritual:
La
entrega a una obra creadora es el destino de quienes son llevados al umbral de
ella en el acto de sacrificio espiritual y no en el sexual, y experimentan
idénticamente el poder deslumbrador de la tronada.
Describió escrupulosamente la energía que se puede
emplear en nobel designios en vez de malgastarla en el acto sexual: “En cuanto
se renuncia a cualquier salida, la cabeza transforma el carbón en diamante”.
El
corazón del hombre
Los
conflictos bajo la superficie de la política internacional son conflictos cuyo
campo de batalla siempre ha sido, es y será, en los corazones de los hombres.
Debemos guiarnos por una consideración de las futuras consecuencias de lo que
hacemos, pero nuestro trabajo por la paz debe perseguirse con la paciencia de
alguien que no tiene ansiedad por los resultados, porque actúa en la calma de
la fe.
Es precisamente por ello, afirma su biógrafo Sven Stolpe,
que es imposible hacer cualquier crítica a Dag que él mismo no se haya
formulado abundantemente en su Diario:
Mientras
escuches con mayor fidelidad a la voz en tu interior, mejor escucharás lo que
suena en el exterior. Sólo aquél que escucha puede hablar. ¿Será éste el punto
de partida del camino hacia la unión de tus dos sueños, que se te permita tener
claridad de mente para reflejar la vida y la pureza de corazón para moldearla?
Observaciones, único libro
de Hammarskjöld, abarca unos años y representa las memorias y el perfil de un
hombre, retraído en un mundo de progreso, que se preocupó por la muerte en la
vida y buscó la paz entre las naciones beligerantes.
En 1955, dijo de este libro:
Estas
anotaciones fueron como postes indicadores que uno comenzó a plantar cuando
llegó el momento de necesitarlos; momento determinado que continuó sin perderse
de vista.
Presuntivamente, el referido momento fue el día de
Pentecostés de 1961:
Pues
en este momento tuve que decir ‘sí’ a alguien o a algo; estuve seguro de que la
vida tiene sentido cabal y de que la mía tendría una meta si renunciaba a mí
mismo.
El momento en cuestión pareció abarcar toda su vida.
En uno de sus sonetos dice:
“Estuvo Él dispuesto a reunirlo todo en un solo
sacrificio”. Esto lo dedujo del siguiente concepto: “La cruz no ha de unir sólo
a los que profesan el Cristianismo; también ha de extender sus brazos a los
pueblos con otras creencias religiosas para formar una hermandad universal” (La cruz y la roca, de T.S. Settele).
"Se hace Vd. cargo
del trabajo más imposible del mundo". Con esas palabras entregó el noruego
Tryggve Lie el cargo de secretario general de Naciones Unidas a Dag
Hammarskjöld. Entonces, la organización mundial estaba inmersa en una grave
crisis, y Lie había decidido dimitir.
Las
Naciones Unidas son necesarias porque marcan una etapa hacia formas definitivas
de la cooperación internacional de alcance universal. Por mi parte, estoy
convencido de que vendrá esta cooperación; pero no puede aparecer sin superar
la prueba de un largo camino de experiencias diversas.
En 1958, visitó la Basílica de San Pedro y fue recibido por S.S. Pío XII, que le asombró con su conocimiento del
intrincado problema del desarme. Comentó al respecto:
“No es casual que haya tenido que ir a Roma para
conocer mejor este problema”. En el transcurso de una entrevista con el Sumo
Pontífice, éste le dijo: Vous etes (con
pico sobre la primera e) mon homologue
laïque. El poeta W.H. Auden escribió que Hammarskjöld le había dicho que él
era un pontífice secular que procuraba la paz entre los hombres.
La diplomacia
silenciosa
Al tomar posesión de su cargo, Hammarskjöld era en gran medida una hoja en blanco, pero enseguida se vio que tenía capacidad para aumentar la eficacia de la organización de la ONU. Así, se dio a conocer como un funcionario sumamente fiel a sus deberes y abnegado, con una actitud muy clarividente respecto a su puesto.
Le impulsaba la voluntad personal de actuar con rapidez, lo que concordaba con su opinión de que los problemas debían resolverse en una fase temprana, antes de que tuvieran tiempo para complicarse.
Durante su mandato se
introdujo en la ONU
la diplomacia silenciosa. Según él, ese método era preferible en ciertas
situaciones a los debates abiertos, que, a menudo, conducían a graves
antagonismos.
Viejos
credos en un nuevo mundo
Este el título de un discurso de Hammarskjöld
particularmente importante para comprender su pensamiento sobre la política y
las consecuencias de su fe. En él afirma:
El
mundo en el cual crecí estaba dominado por principios e ideales de un tiempo
lejano que puede parecer muy aislado de los problemas a los que se enfrenta el
hombre de mediados del siglo XX.
Sin
embargo, mi camino no ha significado un alejamiento de estos ideales, al
contrario, he sido llevado a un entendimiento de su validez para el mundo de
hoy, así un esfuerzo nunca abandonado de construir franca y firmemente una
creencia personal a la luz de la experiencia y del pensamiento honesto me ha
llevado en un círculo; ahora reconozco y avalo sin reserva aquellas creencias
que una vez me fueron dadas por otra generación.
De
generaciones de soldados y funcionarios públicos por parte de mi padre heredé
la creencia de que ninguna vida era más satisfactoria que aquella de servicio
altruista por su país o por la humanidad, este servicio requería un sacrificio
de todos los intereses personales y también el valor de ponerse de pie para
defender sin duda alguna sus convicciones.
De
estudiosos y clérigos, por el lado de mi madre, heredé la creencia que en el sentido radical de los Evangelios
todos los hombres son iguales como hijos de Dios y deben ser encontrados y
tratados por nosotros como nuestros “señores” en Dios.
La
fe es un estado de la mente y del alma, en este sentido podemos entender las
palabras del mítico español San Juan de la Cruz: “la fe es la unión
de Dios con el alma”.
El
lenguaje de la religión es un conjunto de fórmulas que registra una experiencia
espiritual básica y no debe ser entendida como una descripción en términos que
deben ser definidos en la filosofía de la realidad que es accesible a nuestros
sentidos y la cual podemos analizar con las herramientas de la lógica.
Tardé
en entender lo que esto significaba, cuando finalmente llegué a este punto las
creencias en las cuales fui educado y que de hecho habían dado dirección a mi
vida aun mientras mi intelecto todavía desafiaba su validez, fueron reconocidas
por mí como mías por propio derecho y por libre elección.
Yo
siento que puedo avalar estas convicciones sin ningún compromiso con las
demandas de honradez intelectual tiene y que es la llave de la madurez de la
mente.
Los
dos ideales que dominaron mi infancia se encontraron completamente armonizados
y ajustados a las demandas de nuestro mundo de hoy en la ética de Albert
Schweitzer, en la que el ideal de servicio es apoyado y a su vez apoya la
actitud básica del hombre señalada en los Evangelios. En su trabajo también
encontré para el hombre moderno la llave del mundo del Evangelio.
Pero
la explicación de cómo el hombre debe vivir una vida de servicio social activo,
en armonía total consigo mismo como miembro de una comunidad del espíritu, la encontré en los escritos de aquellos
grandes místicos españoles para quienes la “autorrendición” había sido el
camino para la “autorrealización”, y quienes en unidad de mente y en
interioridad habían encontrado la fuerza para decir “sí” a todas las demandas
que las necesidades de sus prójimos los habían enfrentado, y decir “sí” también
a todo destino que la vida tenía preparado para ellos cuando seguían la llamada
del deber como ellos la entendían.
El
amor, esa palabra tan frecuentemente mal utilizada y mal interpretada, para
ellos significaba simplemente el sobrefluir de la fuerza con la cual se sentían
llenos en plenitud, cuando vivían n el verdadero autoolvido y este amor
encontraba expresiones naturales en un cumplimiento sin dudar de su deber y en
una aceptación sin reservas de la vida, fuese lo que fuese que les trajera
personalmente, trabajo, sufrimiento o alegría. Creo que sus descubrimientos
sobre las leyes de la vida interior y sobre la acción no han perdido su
significado.
Tres crisis mundiales
Durante su mandato, Hammarskjöld consiguió mitigar las consecuencias de tres graves crisis en el mundo: la guerra por el canal de Suez, en 1956, así como los conflictos de Líbano y de Laos. En 1960 estalló una guerra civil en el Congo. Hammarskjöld consiguió hacer aprobar el envío de fuerzas de la ONU a aquel país e intentó mediar personalmente entre las partes contendientes. Fue durante una de esas misiones cuando murió Hammarskjöld al estrellarse su avión en la actual Zambia el 18 de septiembre de 1961.
La Sala de Meditación de la ONU
Hammarskjöld era responsable de la sala de Meditación
de las Naciones Unidas y no sólo le dedicó toda su atención; también dispuso su
simbolismo. Dos o tres veces por semana visitaba la capilla de dicha sala para
gozar de un momento de quietud; en la pared meridional, y enfrente de la
entrada de la entrada, hay una placa de bronce dedicada al conde Bernadotte,
asesinado el 17 de septiembre de 1948, que el propio Hammarskjöld descubrió el
día de su inauguración.
Al que la haya visitado quizás le habrán desilusionado
sus dimensiones, su melancolía y su sencillez; es un símbolo de la confusión
moderna. Aún así, representó para Hammarskjöld, que la proyectó, un sitio
dedicado a la paz exterior y a la quietud interior.
El bloque de hierro que forma el altar es uno de los
seis pedazos de mineral sacados de las entrañas de la tierra por una compañía
minera sueca con objeto de hallar el más adecuado a tal fin; luego la pulieron
para que brillara como una piedra preciosa. Hammarskjöld dijo de él:
En
esta sala intentamos transformar las espadas en rejas de arado y pensamos poder
consagrar el material de que están fabricadas las armas. Por ello, estimamos
que el más apropiado para representar el mundo que habitamos debía ser el
mineral de hierro, pues de él se fabrican espadas y edificios y representa la
verdadera paradoja de la vida humana, por ser un don de Dios y por tener uso en
la construcción y la destrucción. Esto nos lleva a elegir entre lo uno o lo
otro.
Creo
que comprenderán su sentido, que puede verse en muchas religiones: este altar
no está vacío por faltar Dios, sino porque a Él se le honra distintamente. La
piedra del centro representa el monumento del Dios de todos...
Este
edificio, de líneas arquitectónicas modernas, tiene algunas cosas que les
causarán impresión de importancia, solidez y estabilidad, como este altar al
que hemos querido dar apariencia de algo más que temporal...
Necesitábamos
una sala en que reinase el sosiego, con un par de símbolos muy sencillos: luz y
luz convergiendo en la piedra. Éste es el motivo de que haya un bloque de
hierro en el centro de la sala que brilla, como el hielo, herido por el suave
alumbrado del techo, y simboliza el encuentro de la luz del cielo y de la
tierra.
El día antes de partir para el Congo, en cuya misión
halló la muerte, visitó la referida sala e hizo poner una lápida de mármol
negro en la pared occidental de la misma. Aquello constituyó uno de sus últimos
actos oficiales, y dejó escrita la inscripción que debía llevar dicha placa:
Esta
sala está consagrada a la paz y a los que sacrifiquen su vida por ella.
Murió trece años después de haber inaugurado la placa
dedicada al conde Bernadotte.
La
importancia del diálogo
Quizá el vuelo final que llevó a la muerte a Dag
Hammarskjöld sea uno de los mejores ejemplos de su vida: mientras volaba hacia
Ndola en misión para negociar la paz con el presidente Moïse Tshombe, en medio
de la noche del 17 de septiembre de 1961 y sobre territorio hostil, iba
traduciendo al sueco el Yo y Tú, la
gran obra filosófica de Martin Buber.
He aquí algunos textos clave sobre la importancia que
Hammarskjöld daba al diálogo:
Sólo
decir a los otros lo que es de importancia para ellos, sólo presentar lo que se
necesita saber, sólo discutir para llegar a una conclusión. Pensar en voz alta
sólo para aquellos para los que tiene significado. La conversación trivial no
debe llenar el tiempo y el silencio, excepto como medio para llevar mensajes no
expresados entre personas que están en sintonía.
La
“cara” del otro es más importante que la propia. Si al luchar por la causa de
otro se lucha al mismo tiempo por la de uno, no se puede esperar el éxito.
Solamente
se puede encontrar una solución duradera a un conflicto si se ha aprendido a
ver la posición del oponente en forma objetiva, pero al mismo tiempo a
experimentar sus dificultades en forma subjetiva.
La
experiencia de primera mano es valiosísima y quien no la ha buscado se
encontrará un día con que carece de lo que necesita. Una mente cerrada es
debilidad y aquél que llega a otras personas sin la ambición de aprender y
captar su perspectiva debe preocuparse.
El respeto por la palabra es el primer mandamiento en la disciplina a través de
la cual el hombre es educado a la madurez –intelectual, emocional, moral-. El
respeto por la palabra –emplearla con cuidado escrupuloso y con incorruptible
amor por la verdad- es esencial si ha de haber crecimiento en la sociedad o en
la especie humana. Mal usar la palabra es mostrar desprecio por el hombre.
Socava los puentes y envenena los pozos. Causa que el hombre retorne hacia
abajo en el camino de su evolución.
Una
mentira exitosa es una mentira doble; un error que tiene que ser corregido es,
a la larga, más pesado que la verdad; sólo con una honradez total se puede
esperar llegar a los cimientos de honradez que en todo ser humano siempre se
debe esperar encontrar, aún debajo de profundas capas de maldad.
Fuerzas de pacificación
Dag Hammarskjöld dio al cargo de secretario general de la ONU una autoridad completamente nueva. En sus misiones negociadoras siguió una línea neutral y subrayó la tarea de la ONU de proteger también a los Estados pequeños frente a las grandes potencias. Fue asimismo Hammarskjöld el que configuró el mandato de la ONU para crear una fuerza de pacificación, que se convirtió en un elemento permanente de las medidas de Naciones Unidas en situaciones de crisis.
Emery Kelen dijo que Hammarskjöld compuso unos versos
para su diario diez meses antes de su muerte; en ellos hace una descripción de
su persona bajo la luz de la luna en el bosque de la mística noche; temeroso de
Dios y sumiso a la voluntad de Él, llama a los hombres que no pueden oír y sabe
que se encuentra en la alborada del día del juicio cuando el amor que su
corazón ha mantenido para los otros ha alcanzado su mayor amplitud o, como
había escrito anteriormente:
El
que teme a Dios no teme al hombre
El 26 de septiembre de 1957, escribió en su diario:
Lo
mejor y más sorprendente que a uno pueda sucederle en la vida es guardar
silencio y dejar a Dios que hable y obre... ¡Mucho ha que me tienes sujeto,
Hondero, ya en la lucha o en el tiro al blanco!
Brian Urquart describe así a Dag
Hammarskjöld:
“No fue mesiánico, sino más bien en la
antigua tradición de la imitación de Cristo en sacrificio y en servicio a los
otros. Fue miembro de esa pequeña y solitaria banda que a través de toda la
historia se ha comprometido simultáneamente en tratar con el duro mundo de la
realidad social y política y en buscar siempre un significado espiritual que
trascienda al mundo”.
A Dag Hammarskjöld se le concedió a título póstumo el Premio Nobel de la Paz en 1961. Hammarskjöld fue también una gran personalidad en el mundo de la cultura. Fue autor y traductor, así como uno de los 18 miembros de la Academia Sueca.
Su vida entera se resume en los siguientes versos
escritos en Observaciones:
El
camino
Que
has de seguir
La
diversión
Que
has de olvidar.
El
cáliz
Que
has de beber
La
pena
Que
has de ocultar.
La
verdad
Que
has de defender.
Y
la meta
Que
has de alcanzar.
Bibliografía
Adalberto Saviñón Déz de Sollano, Artesanos de la democracia, Adam
Michnik, Aldo Moro, Aung San Suu Kyi, Dag
Hammarskjöld, Jaques Delors, Saul Alinsky, Vaclav Havel, editorial JUS,
Centro Lindavista, México, 1997
Conferencia
del Episcopado Mexicano, Los cristianos
y la vida pública, espiritualidad y
ética civil, Cardenal Joseph Ratzinger, Parker J. Palmer, por: Gunnel Torén, bibliotecaria para
asuntos de la ONU
en la biblioteca Dag Hammarskjöld, ediciones CEPS-Cáritas Mexicana, México 1989
Fulton J. Sheen, Vestigios
humanos en la selva, editorial Planeta, Barcelona, 1970
Gunnel Torén (bibliotecaria para asuntos de la ONU en la biblioteca Dag
Hammarskjöld), Dag Hammarskjöld,
secretario general de la ONU 1953-1961: al servicio de
la paz
http://www.sweden.se/templates/cs/Article____11530.aspx
EL CAMINO
Cansado
y solo
tan cansado
que
el Corazón
me duele
el agua que
se derrite
baja por las
rocas.
Mis dedos
están congelados
las rodillas
me tiemblan
Este es el
momento
El Momento
en que no has de rendirte.
En el Camino
de otros
hay lugares
de descanso
lugares bajo
el sol
donde pueden
reunirse
pero este es
tu Camino
y este es el
momento
el momento
en que no has de fallar
Llora,
si puedes
Llora, pero
no te quejes
El Camino te
escogió
y tú has de
estar agradecido
Dag Hammarskjold
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¡Qué gran persona!
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