Por Bernardo López Ríos *
* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las
enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa
Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica
Un mundo insospechado
El gran historiador Joseph H.L. Schlarman afirma que es
un imperdonable anacronismo, imaginarse a los conquistadores castellanos como
invasores de México. Ni como unidad política, ni social, ni religiosa, ni
étnica, existía México.
Era un mosaico inmenso de pueblos de muy diverso nivel
cultural que iba desde los salvajes perdidos en las selvas tropicales y los
nómadas de las áridas estepas del Norte hasta los pueblos civilizados de las
tierras templadas de Mesoamérica.
En cuanto a las lenguas, los iletrados aventureros que se
lanzaron a la gran aventura dominadora, no sospecharon que su primera impresión
de asombro no era nada en comparación de la que hubieran tenido de saber que el
maravilloso país que iban descubriendo era una verdadera Babel, pues se hablaban
entonces más de 200 lenguas diversas, divididas en multitud de dialectos.
Sólo la investigación contemporánea ha llegado a
clasificar 162 de esas lenguas en seis grandes familias lingüísticas:
Hokalazteca, Yutoazteca, Macromaya, Otomangue, Tarasca y Suave. Y existieron 39
más, por lo menos, que no han podido clasificarse.
Si para los conquistadores la abrupta y complicada
orografía de México fue, quizá, el obstáculo más arduo que encontraron, para
los evangelizadores que pronto los siguieron, este laberinto lingüístico fue
más duro.
En cambio, fue la división política, llevada entre muchas tribus del centro hasta el odio, lo que ayudó más bien a la conquista.
En cambio, fue la división política, llevada entre muchas tribus del centro hasta el odio, lo que ayudó más bien a la conquista.
No hay pueblo en América que no guarde en sus tradiciones
el recuerdo de largas peregrinaciones en busca de tierras prometidas o
favorables donde establecerse:
los mayas, los aztecas, los olmecas, los toltecas, etc., cruzaron largas distancias en busca de condiciones favorables para vivir.
los mayas, los aztecas, los olmecas, los toltecas, etc., cruzaron largas distancias en busca de condiciones favorables para vivir.
Cultura tras cultura se sucedió invariablemente, como las
mareas de los océanos, y una tribu salvaje llegaba y destruía a la anterior ya
civilizada, civilizándose a su vez, para caer víctima de la siguiente invasión.
El imperio mexica, que toma forma con Moctezuma I y dura
hasta la conquista española, es en cierto modo la síntesis del proceso
evolutivo del territorio mexicano.
Incluye elementos muy diversos heredados de sus varios y lejanos antecesores, y como todo organismo vivo, los combina con los provenientes de los pueblos contemporáneos que tiene subyugados.
Incluye elementos muy diversos heredados de sus varios y lejanos antecesores, y como todo organismo vivo, los combina con los provenientes de los pueblos contemporáneos que tiene subyugados.
Los indígenas se dedicaban a la guerra y los esclavos que
no eran sacrificados se les destinaba a labrar la tierra o hacer de tameme o
bestia de carga.
Fue hasta la llegad de los españoles que en América se
conocieron los cereales planificables, la utilización de los grandes
cuadrúpedos, del arado y de la rueda.
Los habitantes del Norte eran llamados chichimecas, en el sentido de salvajes.
Su nomadismo constante e intermitente, su pobreza, su ferocidad, su falta o escasez de edificios de piedra, y su organización social y política rudimentaria o nula, justificaban la despectiva denominación.
La civilización y la cultura de los del Sur, no pasaban en realidad de la alta barbarie.
Su nomadismo constante e intermitente, su pobreza, su ferocidad, su falta o escasez de edificios de piedra, y su organización social y política rudimentaria o nula, justificaban la despectiva denominación.
La civilización y la cultura de los del Sur, no pasaban en realidad de la alta barbarie.
A lo que parece, tres culturas alcanzaron a dominar,
aunque imperfectamente, la escritura: la nahua, la maya, y la mixteco-zapoteca,
pues sólo de ellas se conocen códices prehispánicos o monumentos con
inscripciones.
La vida civil prehispánica
La característica fundamental de las tribus salvajes e
independientes del Norte era la falta de organización social y política. Nota
muy común era también la ferocidad y la pobreza.
Todos, aun los reputados por nómadas, se reunían en rancherías y labraban algunos sembrados. Las chozas estaban dispersas en extensas regiones. Congregar las cabañas en pueblos trazados a la europea, fue un problema para los civilizadores.
Todos, aun los reputados por nómadas, se reunían en rancherías y labraban algunos sembrados. Las chozas estaban dispersas en extensas regiones. Congregar las cabañas en pueblos trazados a la europea, fue un problema para los civilizadores.
Con frecuencia hacían incursiones bélicas y depredatorias
en territorio ajeno. No había colaboración ni distribución en el trabajo, ni
jefes que administraran la justicia y el fomento del bien común.
Las familias rehuían la cohabitación y se aislaban. Tan
sólo para guerrear contra el enemigo común y para las fiestas de las tribus se
congregaban.
En la guerra mandaba el más valiente; en las fiestas, el hechicero. Los trabajos familiares pesaban sobre las mujeres; el hombre, peleaba y cazaba.
Siempre hambrientos y desnudos, se robaban unos a otros cuanto podían.
En la guerra mandaba el más valiente; en las fiestas, el hechicero. Los trabajos familiares pesaban sobre las mujeres; el hombre, peleaba y cazaba.
Siempre hambrientos y desnudos, se robaban unos a otros cuanto podían.
Desidiosos para la agricultura, para las artes y para
todo lo que significaba intereses particulares, preferían la libertad y el
desahogo del instinto: la embriaguez, la lujuria y el robo.
Había, sin embargo, tribus entre las llamadas salvajes, de más alta calidad moral en ciertos sentidos que las relativamente civilizadas del Sur.
Había, sin embargo, tribus entre las llamadas salvajes, de más alta calidad moral en ciertos sentidos que las relativamente civilizadas del Sur.
El extremo opuesto de los chichimecas eran los nahuas del
Valle de México y los mayas de Yucatán.
Éstos, a diferencia de los nómadas del Norte, construían pueblos grandes y bien concertados. Fabricaban casas de cal y canto, usaban el adobe y los techos de paja.
Éstos, a diferencia de los nómadas del Norte, construían pueblos grandes y bien concertados. Fabricaban casas de cal y canto, usaban el adobe y los techos de paja.
El aseo era muy tenido en cuenta entre los indígenas del
Sur, que se bañaban frecuentemente.
La administración imperial variaba en los pueblos
sojuzgados. Los que se habían dado la paz, conservaban su autonomía, pero pagaban tributos.
Los que habían sido conquistados a viva fuerza, o bien conservaban su autonomía pagando tributos, o quedaban plenamente incorporados a Tenochtitlán con señores nombrados de entre los parientes del Rey mexica.
Los que habían sido conquistados a viva fuerza, o bien conservaban su autonomía pagando tributos, o quedaban plenamente incorporados a Tenochtitlán con señores nombrados de entre los parientes del Rey mexica.
Parecida era la organización política de los mayas,
aunque entre ellos sí subsistía claramente el totemismo, o sea, el fenómeno
complejo de carácter social, jurídico y religioso, en virtud del cual los
clanes eran considerados como descendientes de un animal, vegetal o astro, y
sujetos a una legislación consuetudinaria o tabú.
La poligamia era
habitual entre los nahuas,
generalmente por razones económicas.
Cinco, diez o más mujeres tenían algunos, y los principales hasta cien, de manera que los pobres apenas hallaban con quien casarse. La edad ordinaria del matrimonio eran los veinte años.
Los padres de los novios trataban entre sí el matrimonio por medio de unas ancianas. Los mayas no acostumbraban la poligamia.
Cinco, diez o más mujeres tenían algunos, y los principales hasta cien, de manera que los pobres apenas hallaban con quien casarse. La edad ordinaria del matrimonio eran los veinte años.
Los padres de los novios trataban entre sí el matrimonio por medio de unas ancianas. Los mayas no acostumbraban la poligamia.
El arte prehispánico
Pesadez y tristeza eran los sentimientos que despertaba
la música indígena.
Los sones eran monótonos y estridentes, lo cual unido a la reiterada repetición de los estribillos de los cantos, debía tener efectos obsesivos y embotamiento de la sensibilidad para las sangrientas relaciones con sus dioses.
Los sones eran monótonos y estridentes, lo cual unido a la reiterada repetición de los estribillos de los cantos, debía tener efectos obsesivos y embotamiento de la sensibilidad para las sangrientas relaciones con sus dioses.
La escultura de los indígenas fue sobre todo una floración
religiosa. Llama la atención la complejidad de las figuras, sobrecargadas de
indumentaria, adornos, insignias y distintivos, entre los que se pierden los
rasgos de rostros y cuerpos.
En vez de belleza, se buscaba inspirar horror con la exaltación de la fealdad.
En vez de belleza, se buscaba inspirar horror con la exaltación de la fealdad.
La vida religiosa prehispánica
Los indígenas del Norte, por regla general, no tenían
ídolos ni adoración ninguna. Reconocían vagamente a un Ser Supremo “el que todo
lo hace”, y lo consideraban como Dios principal sin que tuviera con ellos mucha
relación.
Algunas tribus tenían sus magos y creían en la vida futura. Aseguraban que había un lugar en los aires para recompensa de los buenos y castigo de los malos. Pero la mayor parte de los indígenas era de pocos alcances, y sólo pensaba en comer.
Algunas tribus tenían sus magos y creían en la vida futura. Aseguraban que había un lugar en los aires para recompensa de los buenos y castigo de los malos. Pero la mayor parte de los indígenas era de pocos alcances, y sólo pensaba en comer.
En cambio, para las tribus del Sur, la vida no era otra
cosa sino la compleja actividad de su religión.
La religión era su filosofía, su antropología y moral: explicaba el origen del mundo y del linaje humano; daba la razón de los fenómenos naturales; y normaba las relaciones de los hombres para con sus dioses y para consigo mismos.
La religión era su filosofía, su antropología y moral: explicaba el origen del mundo y del linaje humano; daba la razón de los fenómenos naturales; y normaba las relaciones de los hombres para con sus dioses y para consigo mismos.
Los dioses eran tan numerosos como los fenómenos
naturales. Descollaban los dioses que regían los destinos de cada pueblo, y los
que presidían el nacimiento de los hombres. No despertaban interés los
reputados creadores del mundo y de los primeros hombres.
A pesar de admitir tantos dioses, tenían idea imperfecta de un Ser Supremo, absoluto e independiente, a
quien confesaban deberle adoración, respeto y temor. No lo representaban en
figura alguna, porque lo creían invisible, ni lo llamaban con otro nombre sino
con el común de Dios, que en su lengua es Téotl.
Pero la noticia y el culto de este Sumo Ser se obscureció entre ellos por la
muchedumbre de númenes que inventó la superstición.
Profundizando sobre este punto en su estudio “Un acercamiento a Dios en el mundo
náhuatl”, Laura Beatriz Suárez de la Torre afirma que:
La pluralidad de
dioses no disminuyó la importancia de este principio generador, puesto que los
distintos dioses eran considerados como diferentes advocaciones de Ometéotl.
Los nahuas pensaban que los difuntos se iban a la parte
del Septentrión, y de allí las mujeres se dirigían a su casa, y los hombres a
la suya en el Oriente. Los cadáveres eran ordinariamente incinerados, después
de haber sido cuidadosamente lavados una o varias veces.
Se les vestía con sus ornamentos e insignias respectivas, y cuando habían sido señores ilustres, se sacrificaba a sus mujeres y esclavos en la ceremonia de la incineración para que lo acompañaran.
Se les vestía con sus ornamentos e insignias respectivas, y cuando habían sido señores ilustres, se sacrificaba a sus mujeres y esclavos en la ceremonia de la incineración para que lo acompañaran.
Los sacrificios humanos
Se ejecutaban tendiendo a la víctima de espaldas sobre
una gran piedra, y agujerando el pecho con un cuchillo de pedernal hasta
llegarle al corazón, al que desgajaban después todavía palpitante.
Cinco sacerdotes sostenían la víctima por los brazos, pies y cabeza. A veces solía preceder una lucha del condenado a muerte con varios guerreros mejor armados que él. Peleaba atado de un pie o de la cintura. Irremisiblemente perdía papelea, e iba a morir al matadero junto con las demás víctimas.
En otras ocasiones, antes de arrancarles el corazón a los perdidosos, se les arrojaba sobre un montón de brasas y se les dejaba quemarse un buen intervalo de tiempo.
Cinco sacerdotes sostenían la víctima por los brazos, pies y cabeza. A veces solía preceder una lucha del condenado a muerte con varios guerreros mejor armados que él. Peleaba atado de un pie o de la cintura. Irremisiblemente perdía papelea, e iba a morir al matadero junto con las demás víctimas.
En otras ocasiones, antes de arrancarles el corazón a los perdidosos, se les arrojaba sobre un montón de brasas y se les dejaba quemarse un buen intervalo de tiempo.
Moctezuma
Moctezuma estaba dominado por sus supersticiones. Cuando
sus espías le refirieron que hombres barbados llegados de la región del sol
naciente habían desembarcado en el río Grijalva, se persuadió de que
Quetzalcóatl había regresado para tomar venganza.
Trató entonces de aplacar la ira de los dioses con sacrificios humanos de más y más víctimas sobre sus altares empapados de sangre. El oponer resistencia era, para él, cosa del todo inútil.
Trató entonces de aplacar la ira de los dioses con sacrificios humanos de más y más víctimas sobre sus altares empapados de sangre. El oponer resistencia era, para él, cosa del todo inútil.
La conquista
Cortés suprimió inmediatamente la bárbara costumbre de
los sacrificios humanos y el canibalismo
ritual que los seguía.
Lo hizo empero por motivos de fe católica, y los misioneros enseñaron a los indígenas que todo ser humano tiene un alma inmortal; que Cristo derramó su sangre en la Cruz, para salvar esas almas; que los hombres no deben matar a sus semejantes como víctimas para sus dioses, y que no deben comer la carne de éstas, como lo habían hecho hasta entonces. Les enseñaron bondad y caridad.
Lo hizo empero por motivos de fe católica, y los misioneros enseñaron a los indígenas que todo ser humano tiene un alma inmortal; que Cristo derramó su sangre en la Cruz, para salvar esas almas; que los hombres no deben matar a sus semejantes como víctimas para sus dioses, y que no deben comer la carne de éstas, como lo habían hecho hasta entonces. Les enseñaron bondad y caridad.
La principal motivación de las acciones guerreras de
Cortés la manifestó en sus proclamas del año 1524:
Exhorto y ruego
a todos los españoles que en mi compañía fueren a esta guerra que al presente
vamos, y a todas las otras guerras y conquistas que en nombre de su Majestad
por mi mando hubieren de ir, que su principal motivo e intención sea apartar y
desarraigar de las idolatrías a todos los naturales de estas partes y
reducirlos, o a lo menos desear su salvación, y que sean reducidos al
conocimiento de Dios y de su santa fe católica.
Porque si con otra intención se hiciere la dicha guerra, sería injusta, y todo lo que en ella hubiese, obnoxio y obligado a restitución…
Porque si con otra intención se hiciere la dicha guerra, sería injusta, y todo lo que en ella hubiese, obnoxio y obligado a restitución…
En su ruda mentalidad, la conquista era una especie de
continuación de la guerra con los moros en España.
Ante los templos de los indígenas que llamaron mezquitas, y ante los sacrificios humanos y sangre de inocentes, poco trabajo le costó a Cortés y a los demás conquistadores persuadirse de que aquello era una guerra santa, aunque reconocían y confesaban que ellos mismos no lo eran.
Ante los templos de los indígenas que llamaron mezquitas, y ante los sacrificios humanos y sangre de inocentes, poco trabajo le costó a Cortés y a los demás conquistadores persuadirse de que aquello era una guerra santa, aunque reconocían y confesaban que ellos mismos no lo eran.
Los excesos que se cometieron en las conquistas no los
puede justificar nadie. Los reprendieron los Sumos Pontífices de la época, y
las leyes españolas de siempre.
Por lo que hace a los eclesiásticos de entonces, todos ellos nacidos en España, con verdad se puede decir, que protestaron enérgicamente.
Por lo que hace a los eclesiásticos de entonces, todos ellos nacidos en España, con verdad se puede decir, que protestaron enérgicamente.
El historiador Ludwig von Pastor hace notar que “aunque
los conquistadores españoles no pueden quedar libres del reproche de haber sido
ásperos y crueles con los indígenas, sería sin embargo una injusticia el echar
la culpa al Gobierno de España de los excesos cometidos, y el hablar de los
abusos de aquella primera época, como de cosa típica de la administración
española de las colonias.
“Por el contrario, ninguna nación europea ha demostrado
tener tanta solicitud y cuidado del bienestar de las poblaciones indígenas como
España.
Al paso que, bajo el dominio de los ingleses, los indios de la América Septentrional fueron dejados en su salvajismo y aun se intentó arrojarlos lejos, o exterminarlos, en las posesiones de España en América se tenía por principio, desde tiempos de Isabel la Católica, que los indígenas habían de ser tratados como vasallos libres, con goce de los mismos derechos que los europeos”.
Al paso que, bajo el dominio de los ingleses, los indios de la América Septentrional fueron dejados en su salvajismo y aun se intentó arrojarlos lejos, o exterminarlos, en las posesiones de España en América se tenía por principio, desde tiempos de Isabel la Católica, que los indígenas habían de ser tratados como vasallos libres, con goce de los mismos derechos que los europeos”.
A pesar de varias incalificables acciones que perpetró en
vida, es Cortés un hombre verdaderamente excepcional e ilustre, comparable a
los primeros estrategas de la humanidad.
Murió cristianamente en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547. Carlos V lo gratificó con el gobierno de 22 villas y 23,000 vasallos, y con el título de Capitán General y Marqués del Valle de Oaxaca.
Murió cristianamente en Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, el 2 de diciembre de 1547. Carlos V lo gratificó con el gobierno de 22 villas y 23,000 vasallos, y con el título de Capitán General y Marqués del Valle de Oaxaca.
La inmensa labor de curar las heridas causadas por la
conquista armada, y de suavizar el choque de la cultura cristiana española con
la cultura azteca, que se fundaba en el despotismo, en el sacrificio de
víctimas humanas, en la poligamia y otros excesos, quedó toda a cargo de las
tres Órdenes Religiosas mendicantes de la Iglesia: los franciscanos, los
agustinos y los dominicos.
La organización de la Iglesia
En la época de consolidación fueron erigidos los
Obispados de: Antequera, hoy Oaxaca (1535); Michoacán (1536); Chiapas (1539) y
Guadalajara (1549).
En 1546 el Papa Paulo III desmembró las iglesias de Nueva España de la Metropolitana de Sevilla, y erigió el Arzobispado de México como cabeza de las demás diócesis.
De esta manera, 26 años después de la toma de Tenochtitlan, quedó establecida la jerarquía católica de la Nueva España.
En 1546 el Papa Paulo III desmembró las iglesias de Nueva España de la Metropolitana de Sevilla, y erigió el Arzobispado de México como cabeza de las demás diócesis.
De esta manera, 26 años después de la toma de Tenochtitlan, quedó establecida la jerarquía católica de la Nueva España.
Es de notar que las diócesis se crearon con su
organización cabal, pues en todas ellas se erigían los edificios catedrales y
los curiales, y se les asignaba su dotación.
Centros de vida cristiana, de instrucción y de beneficencia social, tenían las diócesis un significado cultural e histórico. En el pueblo actuaban las diócesis directamente mediante las parroquias, que tenían casi siempre su hospital y muchas veces su escuela.
Además las casas de los religiosos o conventos fueron puntos donde los indígenas encontraron elementos de enseñanza, artesanías artísticas y de servicio, artes y técnicas agrícolas.
La obra así cumplida tuvo trascendencia social, económica, artística y moral en la conformación del nuevo pueblo.
Centros de vida cristiana, de instrucción y de beneficencia social, tenían las diócesis un significado cultural e histórico. En el pueblo actuaban las diócesis directamente mediante las parroquias, que tenían casi siempre su hospital y muchas veces su escuela.
Además las casas de los religiosos o conventos fueron puntos donde los indígenas encontraron elementos de enseñanza, artesanías artísticas y de servicio, artes y técnicas agrícolas.
La obra así cumplida tuvo trascendencia social, económica, artística y moral en la conformación del nuevo pueblo.
Las escuelas
Los primeros en ser atendidos en su instrucción fueron
los indígenas. Y así, la primera escuela
del Continente fue la que abrió en 1524 Fray Pedro de Gante en su convento
de San Francisco de México, a la que concurrían hasta mil alumnos y que no era
solamente escuela de primeras letras, sino industrial y de bellas artes.
Casi todos los conventos de los religiosos misioneros
–franciscanos, agustinos, dominicos y jesuitas- tenían anexas escuelas para los
hijos de los indígenas.
En la ciudad de México fue célebre la que con el nombre de “Colegio de San Gregorio” fundaron los jesuitas en 1586 y que sobrevivió a su expulsión en 1767.
En la ciudad de México fue célebre la que con el nombre de “Colegio de San Gregorio” fundaron los jesuitas en 1586 y que sobrevivió a su expulsión en 1767.
La Virgen de Guadalupe
Gran trascendencia para la evangelización de los
indígenas, tuvo diez años después de la conquista la Aparición de Nuestra
Señora de Guadalupe, patrona muy especial de los indígenas cristianos.
Según una constante y antigua tradición, varias veces se apareció Nuestra Señora a un indígena convertido llamado Juan Diego, en las cercanías de la ciudad de México, sobre la colina del Tepeyac.
Según una constante y antigua tradición, varias veces se apareció Nuestra Señora a un indígena convertido llamado Juan Diego, en las cercanías de la ciudad de México, sobre la colina del Tepeyac.
La aparición de Santa María de Guadalupe figura entre los
hechos históricos de su tiempo como firmemente documentado.
La prueba documental de las apariciones guadalupanas se concentra en las informaciones oficiales de 1666, que recogen la tradición oral. Existen también documentos indígenas y españoles que se remontan hasta el hecho mismo.
La prueba documental de las apariciones guadalupanas se concentra en las informaciones oficiales de 1666, que recogen la tradición oral. Existen también documentos indígenas y españoles que se remontan hasta el hecho mismo.
El escrito llamado Nican Mopohua contiene el relato original y tradicional de las
apariciones.
Fue redactado en náhuatl en 1540, por el indígena noble don Antonio Valeriano, exalumno del Colegio Santa Cruz de Tlatelolco, cuyo maestro fue fray Bernardino de Sahún. Al morir Valeriano en 1605, el manuscrito pasó a don Fernando de Alva Ixtlixóchitl, quien lo cedió a su hijo don Juan de Alva y éste lo entregó al sabio don Carlos de Sigüenza y Góngora.
Fue redactado en náhuatl en 1540, por el indígena noble don Antonio Valeriano, exalumno del Colegio Santa Cruz de Tlatelolco, cuyo maestro fue fray Bernardino de Sahún. Al morir Valeriano en 1605, el manuscrito pasó a don Fernando de Alva Ixtlixóchitl, quien lo cedió a su hijo don Juan de Alva y éste lo entregó al sabio don Carlos de Sigüenza y Góngora.
Una vez fallecido este gran científico, el documento fue
guardado en el colegio jesuita de San Pedro y San Pablo. Expulsados los
jesuitas (1767) fue llevado a la Real y Pontificia Universidad de México.
Durante la invasión estadounidense en contra de México en 1847, fue sustraído de dicho archivo y trasladado a la Biblioteca del Departamento de Estado norteamericano en Washington, D.C., Estados Unidos.
Durante la invasión estadounidense en contra de México en 1847, fue sustraído de dicho archivo y trasladado a la Biblioteca del Departamento de Estado norteamericano en Washington, D.C., Estados Unidos.
Interpretación Indígena de la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe
Esta es una síntesis de algunos de los datos que nos ayudan a entender el significado que los indígenas le dieron a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Los pueblos mesoamericanos trasmitían
la memoria de su historia de generación en generación por medio de poemas y
cantos, que al ser trascritos mediante figuras y símbolos en papel amate o en
pieles formaban los llamados códices.
Los expertos coinciden en que la Virgen de Guadalupe quiso mostrarse a los antiguos pueblos indígenas con un atuendo lleno de símbolos (a manera de códice) que los habitantes de estas tierras pudieron entender fácilmente.
Los expertos coinciden en que la Virgen de Guadalupe quiso mostrarse a los antiguos pueblos indígenas con un atuendo lleno de símbolos (a manera de códice) que los habitantes de estas tierras pudieron entender fácilmente.
Para que desde nuestra visión moderna podamos comprender la profundidad del mensaje contenido en la imagen Guadalupana es necesario conocer el significado básico de los símbolos presentes en la Santa Imagen según estas culturas indígenas.
Algunos elementos
de descripción de la Imagen de la Virgen de Guadalupe
La estatura de la Virgen en el ayate es de 143 centímetros y representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años.
La estatura de la Virgen en el ayate es de 143 centímetros y representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años.
Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.
Sus manos están juntas en señal del recogimiento de la Virgen en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.
Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas era señal de una mujer glorificada con un hijo en el vientre.
Está embarazada. Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que trasversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo.
En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesús en su vientre.
El Cinto marca el embarazo de la
Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales, que
en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una
nueva era.
En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.
En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.
La Virgen está rodeada de rayos
dorados que le forman un halo luminoso o aura.
El mensaje trasmitido es: ella es la Madre de la Luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México en náhuatl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.
El mensaje trasmitido es: ella es la Madre de la Luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México en náhuatl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.
La Virgen de Guadalupe está de pie en
medio de la luna, y no es casual que las raíces de la palabra México en náhuatl
son “Metz-xic-co” que significan “en el centro de la luna”.
También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.
También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.
Un ángel está a los pies de la
Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila,
asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano
tzinitzcan que Juan Diego oyó cantar anunciándole la aparición de la Virgen de
Guadalupe. Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y
el derecho del manto.
Datos significativos de la fecha de
las apariciones de la Virgen de Guadalupe
Los indígenas eran hombres religiosos por excelencia, vivían atentos a la palabra de Dios, quien que les enviaba mensajes en el cielo y en la tierra.
El 12 de diciembre de 1531, día de la estampación de la Virgen de Guadalupe en el ayate de Juan Diego, se reunieron en el cielo cuatro grandes símbolos para los indígenas
a) El renacimiento del sol: En ese día
los indígenas pudieron observar un fenómeno que sólo se puede apreciar un día
al año: el nacimiento del nuevo sol en el solsticio de invierno. El sol
moribundo que vuelve a cobrar vigor significaba el retorno de la vida, el
resurgimiento de la luz, un nuevo sol.
b) El regreso de Venus: El planeta
Venus solamente cada ocho años retorna junto con el sol. Los indígenas lo
interpretaban como el regreso de Quetzalcóatl, el Dios–hombre, representado por
Venus. Su aparición marcaba el retorno de la luz, de la religión y de la
cultura.
c) Conjunción Sol-Venus: Ésta da
origen al símbolo de la plenitud, el Nahui Ollin. Tanto Venus-Quetzalcóatl como
Sol-Tonatiuh eran símbolos de Dios. Al conjuntarse ambos en el cielo ese día,
podía observarse una plenitud de simbolismos divinos.
d) La aparición del cometa Halley: El
día 12 de diciembre de 1531 el cometa Halley iba llegando a la cima del cielo
(cenit).
Los idiomas indígenas
Los misioneros se toparon con la seria dificultad de las
lenguas indígenas, y en los principios ni una palabra de lo que decían era
comprendida por los indígenas.
Por lo cual cada una de las Órdenes religiosas prestó su inmediata atención al estudio de las lenguas indígenas que se hablaban en su respectivo territorio misional. Por entonces se contaron cerca de 120 lenguas.
Por lo cual cada una de las Órdenes religiosas prestó su inmediata atención al estudio de las lenguas indígenas que se hablaban en su respectivo territorio misional. Por entonces se contaron cerca de 120 lenguas.
La necesidad imperiosa de conocer las lenguas indígenas,
obligó a los religiosos a escribir las respectivas gramáticas: se han calculado en más de 100 las publicadas hasta
el año de 1580.
Los misioneros no trataron de españolizar a los
indígenas, puesto que sólo pretendían su cristianización y su civilización;
usaban la lengua del pueblo, como distinta de la de los conquistadores, y por
este medio llegaron a ser muy amados de los indígenas, en cuyos idiomas
compusieron libros y diccionarios relacionados con su trabajo misional.
Por ejemplo, entre 1524 y 1572 escribieron 66 libros en
náhuatl o lenguas afines; 13 en tarasco, 5 en mixteco, 5 en zapoteca, 6 en
otomí, y así otros.
Los jesuitas, llegados a México en 1572, trabajaron en
las arduas misiones septentrionales. Baste recordar a los Padres Gonzalo de
Tapia, S.J., y Hernando de Santarén, S.J., mártires (en sentido lato) y
políglotas de nueve y once difíciles lenguas.
La imprenta
Al Obispo Juan de Zumárraga debemos la instalación de la
imprenta en Nueva España, que tanto contribuyó al progreso social que requería
la Colonia con urgencia. La solicitó en 1533.
La medicina y los hospitales
Los conocimientos médicos de los indígenas tenían una
gran efectividad curativa. El Dr. Nicolás Monardes recibió en España
información de las prácticas indígenas y las incluyó en su libro publicado en
1545.
En la Nueva España, el Dr. Alonso López de Hinojosa, dio a la imprenta en 1585, su libro Suma y recopilación de cirugía.
Obra importantísima porque concentraba los pocos conocimientos indígenas que lograron evadir la destrucción, es la obra, tan consultada actualmente, llamada Herbario, escrita por los alumnos y maestros de Santa Cruz de Tlatelolco, Badiano y de la Torre.
En la Nueva España, el Dr. Alonso López de Hinojosa, dio a la imprenta en 1585, su libro Suma y recopilación de cirugía.
Obra importantísima porque concentraba los pocos conocimientos indígenas que lograron evadir la destrucción, es la obra, tan consultada actualmente, llamada Herbario, escrita por los alumnos y maestros de Santa Cruz de Tlatelolco, Badiano y de la Torre.
Los primeros hospitales que cuidaron la salud de los
novohispanos, fueron instalados, como las escuelas, en los conventos de las
tres primeras Órdenes que servían, además, de hospederías y asilos.
La Real y Pontificia Universidad de
México
Fue la primera que se fundó en la América Continental. A
sus primeras cátedras de Teología, Sagrada Escritura, Artes (Filosofía),
Cánones, Derecho, Retórica y Gramática, se añadieron posteriormente las de
Medicina (1579), Lenguas Indígenas (1580) y Lenguas Orientales (1762).
Hasta 1551 la Corona expidió la cédula de erección de la
Universidad. El 3 de junio de 1553 fue abierta la matrícula a los estudiantes,
y el 5 dieron comienzo las clases. La construcción del edificio terminó en
1631.
Ante el Virrey don Luis de Velasco, la Audiencia y un
distinguido concurso de la ciudad de México, fue inaugurada solemnemente la
universidad el día 25 de enero de 1553.
La universidad fue el centro más distinguido de la vida intelectual de México.
La universidad fue el centro más distinguido de la vida intelectual de México.
El 7 de octubre de 1597 el Papa Clemente VIII añadió a la
categoría real la pontificia. Es de notar que en 1792 se estableció la Real y
Pontificia Universidad de Guadalajara.
La Catedral Metropolitana
La Catedral de México, empezada en 1563, y terminada
completamente hasta 1813, constituyó sin género de duda el edificio más
grandioso de América.
La liberación de 160,000 indígenas
José Vasconcelos, el “Maestro de América”, nos ilustra
con su certero juicio histórico: Afortunados
fueron los comienzos de la administración colonial.
Después de Mendoza, otro gran gobernante llegó a México en la persona de don Luis de Velasco, de alto linaje castellano.
En noviembre de 1551 tomó posesión de su cargo. Y su primer decreto fue para la liberación de los indios que, especialmente en las minas, eran tratados con extremada dureza.
Con más energía que Mendoza se propuso Velasco llevar adelante las nuevas leyes. Se calcula que ciento sesenta mil indios quedaron libres a consecuencia de las primeras medidas adoptadas por el segundo virrey de Nueva España.
Y a los que le censuraban, dedicó la célebre respuesta: “Más importa la libertad de los indios que todas las minas del mundo”.
Después de Mendoza, otro gran gobernante llegó a México en la persona de don Luis de Velasco, de alto linaje castellano.
En noviembre de 1551 tomó posesión de su cargo. Y su primer decreto fue para la liberación de los indios que, especialmente en las minas, eran tratados con extremada dureza.
Con más energía que Mendoza se propuso Velasco llevar adelante las nuevas leyes. Se calcula que ciento sesenta mil indios quedaron libres a consecuencia de las primeras medidas adoptadas por el segundo virrey de Nueva España.
Y a los que le censuraban, dedicó la célebre respuesta: “Más importa la libertad de los indios que todas las minas del mundo”.
Las islas Filipinas
El imperio español conquistó las islas Filipinas a partir
de 1565. Su evangelización se llevó a cabo a partir de la Nueva España, pues no
había modo más fácil de ir de España a Filipinas que a través de la Nueva
España.
Los agustinos llegaron en 1565, los franciscanos hasta 1577 y los jesuitas en 1581. No pocos de estos religiosos fueron mexicanos.
En el siglo siguiente, en Nueva España se constituyó un capital llamado Fondo Piadoso de Filipinas, cuyas ganancias ayudaban a los gastos de evangelización de aquellas tierras. Este fondo lo confiscó el presidente Gómez Farías en 1833.
Los agustinos llegaron en 1565, los franciscanos hasta 1577 y los jesuitas en 1581. No pocos de estos religiosos fueron mexicanos.
En el siglo siguiente, en Nueva España se constituyó un capital llamado Fondo Piadoso de Filipinas, cuyas ganancias ayudaban a los gastos de evangelización de aquellas tierras. Este fondo lo confiscó el presidente Gómez Farías en 1833.
Hasta Alaska…
Los rusos se establecieron en territorios que España
reputaba como suyos, situándose al Norte de las Californias.
Enterada la Corte, ordenó al Virrey Bucareli que se exploraran esas regiones y se expulsara a los rusos por la fuerza, si era necesario.
Enterada la Corte, ordenó al Virrey Bucareli que se exploraran esas regiones y se expulsara a los rusos por la fuerza, si era necesario.
Con tal objetivo y desde el año 1774 hasta el de 1792 se
organizaron seis expediciones, que fueron tomando posesión de todas las costas
hasta llegar a Alaska y levantando los planos correspondientes.
Los expedicionarios no encontraron dificultades en los
rusos, sino en los ingleses, con los cuales tuvo España que celebrar un Tratado
(1794) en el que reconocía que aun la costa de Nutra (Sur de Canadá) era de
libre acceso a todas las potencias.
El Monte de Piedad
El conde de Regla, Pedro Romero de Terreros, fundó en
1770 el Monte de Piedad, para ayuda de los pobres, institución que subsiste
hasta nuestros días.
Hambres y pestes
El retraso o escasez de las lluvias, frecuentemente; las
plagas de gusanos, como en 1691; y las heladas, como en 1785, produjeron años de
hambre.
Esta, por su relativa periodicidad, la anota Humboldt como una de las principales causas del retrasado desarrollo general de nuestra población.
Esta, por su relativa periodicidad, la anota Humboldt como una de las principales causas del retrasado desarrollo general de nuestra población.
Las pestes, principalmente de viruelas y tifo, asolaron
también con frecuencia la Nueva España.
Las de viruelas, introducidas según Bernal Díaz del
castillo. Por un negro de la expedición de Narváez, ocurrieron sobre todo en
1520, en 1762, 1763 y en 1797;
pero en este año se propagó la vacuna en el Obispado de Michoacán (por Fray Antonio de San Miguel) y en las inmediaciones de México, y se logró reducir la mortalidad del 14% entre los no vacunados al 2.5% de los que fueron inoculados;
en la ciudad de Valladolid, de 6,800 individuos inoculados no murieron sino 170 (Humboldt).
pero en este año se propagó la vacuna en el Obispado de Michoacán (por Fray Antonio de San Miguel) y en las inmediaciones de México, y se logró reducir la mortalidad del 14% entre los no vacunados al 2.5% de los que fueron inoculados;
en la ciudad de Valladolid, de 6,800 individuos inoculados no murieron sino 170 (Humboldt).
El tifo, llamado matlazáhuatl por los indígenas, produjo
enormes estragos en las 32 epidemias con que diezmó la población de la Nueva
España.
En la de 1735-1737, se dice que sus víctimas ascendieron proclamar Patrona del Reino a Nuestra Señora de Guadalupe y obtuvieron el feliz resultado de la cesación de la peste.
En la de 1735-1737, se dice que sus víctimas ascendieron proclamar Patrona del Reino a Nuestra Señora de Guadalupe y obtuvieron el feliz resultado de la cesación de la peste.
La masonería
Esta especie de hermandad nació en la época moderna, en
el Londres protestante, en 1717. Pretendía mejorar la moral individual de sus
miembros y practicar la filantropía.
Tenía como norma el secreto y no hablar de sus asuntos ante extraños.
Tenía como norma el secreto y no hablar de sus asuntos ante extraños.
El Papa Clemente
XII condenó estas sociedades por
su carácter oculto y su tendencia al indiferentismo religioso que menoscababa
la unidad de la Iglesia Católica, en 1738.
En 1751, Benedicto XIV repitió la condena.
En 1751, Benedicto XIV repitió la condena.
Los reyes de España Carlos III (1759-88) y Carlos IV
dieron amplia entrada en la Península a la masonería y al liberalismo.
Los ministros del primero, Aranda, Floridablanca y Campomanes, fueron masones y lograron el triple objetivo que en materia de religión se propusieron:
Los ministros del primero, Aranda, Floridablanca y Campomanes, fueron masones y lograron el triple objetivo que en materia de religión se propusieron:
- La expulsión de los jesuitas
- La paralización del poder de la Inquisición, mientras no se podía suprimirla
- La sujeción de la Iglesia al Estado, extremando el Patronato y las regalías de la Corona
La masonería se divulgó en los países protestantes
principalmente, pero en algún grado llegó a España y de allí a México. La
introdujo en 1782 el francés Pedro Burdales, castigado con el destierro por la
Inquisición.
Con el segundo conde de Revillagigedo arribaron varios
franceses de diversas profesiones que se reunían periódicamente desde 1791.
Juan Laussel, uno de ellos, cocinero de Revillagigedo, fue sentenciado por la
Inquisición.
La masonería cobró un poderío extraordinario a mediados
del siglo XIX.
En 1821 el depuesto virrey O’donojú ayudó al grupo
existente entonces. Fueron enemigos de Iturbide, a quien ayudaron a derrocar.
Los masones se dividieron en dos grupos: los radicales
que postulaban la república federal y fueron apoyados y orientados por el
primer embajador yanqui, Joel R. Poinsett.
Se llamaron los “yorkinos” porque se afiliaron a la logia de Nueva York. A los “escoceses”, la otra división, los orientaba don Nicolás Bravo.
Se llamaron los “yorkinos” porque se afiliaron a la logia de Nueva York. A los “escoceses”, la otra división, los orientaba don Nicolás Bravo.
En 1828 el Senado disolvió las logias porque atentaban
contra la paz y la seguridad nacional.
El Papa León XII prohibió que los católicos pertenecieran a la masonería con su Bula Quo Graviora del 13 de mayo de 1826. Pese al decreto del Senado, los masones siguieron trabajando.
El Papa León XII prohibió que los católicos pertenecieran a la masonería con su Bula Quo Graviora del 13 de mayo de 1826. Pese al decreto del Senado, los masones siguieron trabajando.
De los escoceses saldría el Partido Conservador, de los
yorquinos el Partido Liberal que a mediados de siglo se hace muy anticlerical,
y aun anticatólico.
Los reyes borbones
En el siglo XVIII, los reyes de la Casa de Borbón,
siguiendo el pensamiento centralizador francés, introdujeron profundos cambios
en el régimen de la Nueva España.
Procedieron con poder absoluto, sin respetar los trabajos que los príncipes de la dinastía austriaca se habían impuesto mediante las leyes.
Todo vino a depender de la voluntad del Rey, y cuando en la península dominaron los validos o los ministros, todo provino de ellos.
Procedieron con poder absoluto, sin respetar los trabajos que los príncipes de la dinastía austriaca se habían impuesto mediante las leyes.
Todo vino a depender de la voluntad del Rey, y cuando en la península dominaron los validos o los ministros, todo provino de ellos.
De esta manera
se infiltraron hasta la Nueva España las ideas y prácticas que, cubiertas con
el brillo del bienestar material, corroyeron las entrañas de la Colonia y
prepararon sus trastornos.
La familia francesa de los borbones subió al trono
español tras la muerte de Carlos II de Habsburgo, que no tuvo descendencia.
El borbón Luis XIV de Francia quería imponer en España a su nieto Felipe (bisnieto de Felipe V de España). El emperador Leopoldo I, jefe de la casa austriaca de los Habsburgo, deseaba el trono a favor de su hijo Carlos.
El borbón Luis XIV de Francia quería imponer en España a su nieto Felipe (bisnieto de Felipe V de España). El emperador Leopoldo I, jefe de la casa austriaca de los Habsburgo, deseaba el trono a favor de su hijo Carlos.
Para Francia, Inglaterra y Holanda, era inaceptable la
reunión de los territorios austriaco y español. La unión de Francia y España
bajo la dinastía borbona no convenía de ninguna manera a Inglaterra, Austria y
Holanda. El problema no podía ser más peligroso.
En 1700, Carlos II decidió que su sucesor fuera Felipe.
En 1701, Inglaterra, Holanda y Austria, se unieron para pelear contra Francia
en una guerra que tuvo como escenario la Europa entera.
La contienda concluyó con los tratados de Utrecht, firmados hasta 1714. Quedó Felipe V en España y se hizo un nuevo reparto de Europa.
La contienda concluyó con los tratados de Utrecht, firmados hasta 1714. Quedó Felipe V en España y se hizo un nuevo reparto de Europa.
Los borbones fueron tan tiranos y absolutistas, o más que
los Habsburgo, y no se detuvieron en saquear cuanto pudieron las riquezas de la
Colonia, principalmente Carlos III y Fernando VII.
La política se hizo cada vez más centralizada. Los
borbones atacaron el estatus de la Iglesia y sus propiedades.
Dictaron severas medidas contra las costumbres de la Iglesia, más o menos parecidas a las que dará don Benito Juárez en el siglo XIX, pero ante éstas, la Iglesia reaccionará airadamente porque don Benito se había autonombrado presidente a sí mismo –no había sido elegido por voluntad popular- y porque vulneraba los derechos de la Iglesia con esas medidas.
Dictaron severas medidas contra las costumbres de la Iglesia, más o menos parecidas a las que dará don Benito Juárez en el siglo XIX, pero ante éstas, la Iglesia reaccionará airadamente porque don Benito se había autonombrado presidente a sí mismo –no había sido elegido por voluntad popular- y porque vulneraba los derechos de la Iglesia con esas medidas.
En 1717 el rey Felipe V prohibió la fundación de nuevos
conventos en América. En 1734 estipuló que no ingresaran más novicios en
ninguna Orden religiosa hasta 1744.
En 1754 Fernando VI determinó que el Clero no interviniera en la redacción de testamentos. En 1767 Carlos III expulsó del reino, y posesiones, a la Compañía de Jesús.
En 1754 Fernando VI determinó que el Clero no interviniera en la redacción de testamentos. En 1767 Carlos III expulsó del reino, y posesiones, a la Compañía de Jesús.
El ejército
Hasta 1761 Nueva España careció de ejército. Época feliz
similar a la de la Costa Rica actual. En determinados casos actuaban las
milicias compuestas por ciudadanos comunes y corrientes (3,000 soldados, más
paisanos que militares).
En la Nueva España, la Inquisición advirtió al Rey la
entrada del liberalismo en 1769, indicando que sus principales introductores
eran los cuerpos de tropa extranjeros que habían venido (1765 y 1768) a formar
el Ejército novohispánico.
Tropa –añadía- viciada en sus costumbres, muy infecta de sentimientos impíos y de semilla herética.
Tropa –añadía- viciada en sus costumbres, muy infecta de sentimientos impíos y de semilla herética.
Uno de los mayores males acarreados de la vieja España a
la Nueva, fue desde 1765 la institución del ejército en la forma francesa con
que quedó instalado en México.
El convencimiento del gabinete de Madrid de que solo con
un grande ejército se podían llevar a cabo las tiránicas e impopulares medidas
para entonces resueltas, fue una de las causas de esta funesta innovación.
Los vecinos comenzaron a salir del hogar del ciudadano, a
dejar de ser pueblo para ser soldados y a sentirse como pertenecientes a una
clase distinta, privilegiada, superior, a cuyo arbitrio estaba la tranquilidad
social, la instrucción política y la marcha administrativa.
La organización y el armamento dieron muy pronto al
ejército la conciencia de su fuerza, y con ella la seguridad de su poder.
Desde ese momento los destinos de la Colonia quedaron a merced del ejército, y los esfuerzos del pueblo por sacudir el yugo de la fuerza armada serían en lo sucesivo estériles.
Desde ese momento los destinos de la Colonia quedaron a merced del ejército, y los esfuerzos del pueblo por sacudir el yugo de la fuerza armada serían en lo sucesivo estériles.
La presencia del ejército se dejó sentir como la de un
elemento perturbador.
Abusaban de las armas y de la fuerza para cometer frecuentes y escandalosas faltas, y quedando generalmente impunes, cobrando con eso mayor ánimo y sintiéndose cada día más lejos del alcance de las leyes.
Abusaban de las armas y de la fuerza para cometer frecuentes y escandalosas faltas, y quedando generalmente impunes, cobrando con eso mayor ánimo y sintiéndose cada día más lejos del alcance de las leyes.
Malos como eran en tiempo de guerra esos soldados,
resultaban peores en tiempos de paz, porque servían como de gancho para atraer
paisanos y parientes suyos, con lo que se infectó México de extranjeros
verdaderamente perniciosos.
Con el ejército vino de nuevo la turbamulta de gente maleante, y esta vez no ya tan sólo en costumbres sino en ideas.
Con el ejército vino de nuevo la turbamulta de gente maleante, y esta vez no ya tan sólo en costumbres sino en ideas.
Durante la guerra de Independencia fue necesario a las
actividades virreinales hacer subir la tropa a 85,000 hombres.
La expulsión de los jesuitas (1767)
La expulsión de los jesuitas fue el resultado de una
campaña general de los elementos hostiles a la Iglesia (galicanos,
enciclopedistas, masones…), quienes consideraban a la Compañía de Jesús como el
principal baluarte que se debía derribar en la lucha contra el Pontificado.
El inesperado decreto de Carlos III suprimió de un plumazo su actividad educativa y misional de casi dos siglos (fue el sistema educativo gratuito más extenso de la Colonia: escuelas, colegios y universidades).
La obra educativa y civilizadora de los numerosísimos pueblos del Noroeste fue interrumpida.
El inesperado decreto de Carlos III suprimió de un plumazo su actividad educativa y misional de casi dos siglos (fue el sistema educativo gratuito más extenso de la Colonia: escuelas, colegios y universidades).
La obra educativa y civilizadora de los numerosísimos pueblos del Noroeste fue interrumpida.
Los jesuitas daban de comer a los indígenas y formaron a
múltiples generaciones de mestizos y criollos (base de la nacionalidad
mexicana).
Todavía no
terminaba el amanecer, y la ciudad de México se encontraba ya “en la mayor
consternación”.
Las calles estaban ocupadas por los soldados, las iglesias permanecían cerradas, las campanas en silencio. La estimación que los novohispanos profesaban a los jesuitas era profunda, por su trabajo en los colegios, su predicación, su apostolado en el confesionario, el cuidado con que atendían el culto en sus iglesias, las obras de beneficencia a favor de los pobres, los encarcelados, los enfermos.
Las calles estaban ocupadas por los soldados, las iglesias permanecían cerradas, las campanas en silencio. La estimación que los novohispanos profesaban a los jesuitas era profunda, por su trabajo en los colegios, su predicación, su apostolado en el confesionario, el cuidado con que atendían el culto en sus iglesias, las obras de beneficencia a favor de los pobres, los encarcelados, los enfermos.
Los apresados
capitalinos permanecieron recluidos en sus casas el 25 y el 26.salieron del
actual Distrito Federal el 27 de junio.
El ejército, con las espadas desenvainadas, ocupaba el trayecto que recorrían los jesuitas. Pese a ello, la multitud apenas dejaba espacio para que pasaran los carros que los conducían.
Conforme pasaban los jesuitas, el pueblo “los bendecía como a Padres de los pobres, como maestros de la Doctrina Cristiana, como predicadores del Evangelio, como ministros incansables del Sacramento de la Penitencia, como verdaderos siervos y amigos de Dios”.
El ejército, con las espadas desenvainadas, ocupaba el trayecto que recorrían los jesuitas. Pese a ello, la multitud apenas dejaba espacio para que pasaran los carros que los conducían.
Conforme pasaban los jesuitas, el pueblo “los bendecía como a Padres de los pobres, como maestros de la Doctrina Cristiana, como predicadores del Evangelio, como ministros incansables del Sacramento de la Penitencia, como verdaderos siervos y amigos de Dios”.
En la Villa de
Guadalupe las personas “se arrojaban a los coches con gritos y con lágrimas”,
hasta que la comitiva se perdió de vista. La conmoción experimentada en las
diversas ciudades del interior fue análoga, según refieren diversos
testimonios.
En Guadalajara,
Zacatecas y Valladolid, los jesuitas fueron apresados “con extraordinaria
severidad”.
En San Luis de la Paz, pueblo fundado por la Compañía, los naturales, al conocer la orden real, “cercaron con furiosos alaridos todo el Colegio, y saltando las tapias de la huerta, se entraron hasta el patio…” para liberar a los padres. De Pátzcuaro tuvieron que salir los jesuitas “a media noche…”
En Guanajuato “se amotinó el pueblo con tal furor” que obligó al ejército a retirarse.
Los jesuitas mismos calmaron los ánimos y después se fueron. En San Luis Potosí, la gente impidió la salida de los desterrados durante el largo lapso de un mes, hasta que llegó el ejército y trasladó a los Padres a Veracruz.
En San Luis de la Paz, pueblo fundado por la Compañía, los naturales, al conocer la orden real, “cercaron con furiosos alaridos todo el Colegio, y saltando las tapias de la huerta, se entraron hasta el patio…” para liberar a los padres. De Pátzcuaro tuvieron que salir los jesuitas “a media noche…”
En Guanajuato “se amotinó el pueblo con tal furor” que obligó al ejército a retirarse.
Los jesuitas mismos calmaron los ánimos y después se fueron. En San Luis Potosí, la gente impidió la salida de los desterrados durante el largo lapso de un mes, hasta que llegó el ejército y trasladó a los Padres a Veracruz.
La represión que
llevó a cabo José de Gálvez, fue tan cruel y despiadada, pues su corazón estaba
lleno de odio hacia los indígenas.
Por defender a
los jesuitas, por poner un solo ejemplo, los sublevados en San Luis de la Paz
recibieron sentencias terribles: entre otros Ana María Guatemala, viuda, Julián
Martínez Serrano y Vicente Ferrer Ronjel, fueron ahorcados por decisión de
Gálvez.
Cortadas sus cabezas después, fueron expuestas hasta que se pudrieron. Sus casas fueron derribadas y sembrado el terreno de sal.
Cortadas sus cabezas después, fueron expuestas hasta que se pudrieron. Sus casas fueron derribadas y sembrado el terreno de sal.
Morelos y los jesuitas
Don José María Morelos y Pavón dijo en cierta ocasión a
don Carlos María Bustamante, uno de los miembros del Consejo de Chilpancingo:
Yo amo de corazón
a los jesuitas, y aunque no estudié con ellos, entiendo que es de necesidad el
reponerlos.
Y dicho y hecho, el Congreso de Chilpancingo decretó el
13 de diciembre de 1813 entre las bases para la futura Independencia:
“Se declara el restablecimiento de la Compañía de Jesús
para proporcionar a la juventud americana la enseñanza cristiana de que carece
en su mayor parte, y proveer de misioneros celosos a las Californias y demás
Provincias de la frontera”.
Proclama Guadalupana de Morelos
“Don José María Morelos, Capitán General de los Exércitos
Americanos y Vocal de la Suprema Junta Nacional Guvernativa del reyno…
“Por los singulares, especiales e innumerables favores
que debemos a María SSma, en su milagrosa imagen de Guadalupe patrona,
defensora y distinguida emperatriz de este reyno, estamos obligados a
tributarle todo culto y veneración, manifestando nuestro reconocimiento,
nuestra devoción y confianza, y viendo su protección en la actual guerra tan
visible que nadie puede disputarla a nuestra nación, debe ser visiblemente
honrada y reconocida por todo americano.
“Por tanto, mando que en todos los pueblos de este reyno,
especialmente los del sud de esta América septentrional, se continúe la
devoción de celebrar una Misa el día doce de cada mes en honra y gloria de la
SSma. Virgen de Guadalupe, y en todos los pueblos donde no hubiere cofradía o
devoto que exhiva la limosna, se sacará ésta de las caxas nacionales; y en las
divisiones de nuestro Exército será obligación de los capellanes sin percepción
de limosna, y en donde hubiera muchos capellanes, le tocará al que entrare de
semana.
“En el mismo día doce de cada mes deberán los vecinos de
los pueblos exponer la SSma. Imagen de Guadalupe en las puertas o balcones de
sus casas sobre un lienzo decente, y cuando no tengan imagen colgarán el lienzo
mientras la solicitan de donde las hay, añadiendo arder las luces que según sus
facultades y ardiente devoción les proporcione.
"Y por quanto no todos pueden manifestar de este modo, deverá todo generalmente de diez años arriba traer en el sombrero la cucarda de los colores nacionales, esto es, de azul y blanco, una divisa de listón, lienzo o papel, en que declara ser devoto de la SSma. Imagen de Guadalupe, soldado y defensor de su culto, y al mismo tiempo defensor de la Religión y su patria contra las naciones extranjeras que pretenden oprimir a la nuestra.
"Y por quanto no todos pueden manifestar de este modo, deverá todo generalmente de diez años arriba traer en el sombrero la cucarda de los colores nacionales, esto es, de azul y blanco, una divisa de listón, lienzo o papel, en que declara ser devoto de la SSma. Imagen de Guadalupe, soldado y defensor de su culto, y al mismo tiempo defensor de la Religión y su patria contra las naciones extranjeras que pretenden oprimir a la nuestra.
“Y para que esta disposición obligatoria tenga su debido
cumplimiento, mando a todos los jefes militares y políticos, ruego y encargo a
todos los prelados Eclesiásticos cuiden y velen con todas sus fuerzas, a fin de
que los súbditos logren tan santos
fines, reservando declarar por indevoto y traidor a la nación al individuo que
reconvenido por tercera vez, no usare la cucarda nacional o no diere culto a la
SSma. Virgen, pudiendo.
"Y para que llegue a noticia de todos y nadie alegue ignorancia, mando se publique por bando en las provincias de Teipan, Oaxaca y siguientes del reyno”.
"Y para que llegue a noticia de todos y nadie alegue ignorancia, mando se publique por bando en las provincias de Teipan, Oaxaca y siguientes del reyno”.
Dado en cuartel general de Ometepec a los once días de
marzo de mil ochocientos trece.- José María Morelos. – Por mandato de su
excelencia, José Lucas Marín.- Pro Secro.
El pensamiento insurgente
En la sociedad
que deseaban los insurgentes buscarían el progreso de la nación, la justicia
para todos, el empleo para los mexicanos y la justicia agraria.
Su pensamiento político postulaba la independencia, la religión católica como la única tolerable, la soberanía popular, la igualdad ciudadana, el respeto a todos los derechos humanos y la división de los poderes en el gobierno.
Su pensamiento político postulaba la independencia, la religión católica como la única tolerable, la soberanía popular, la igualdad ciudadana, el respeto a todos los derechos humanos y la división de los poderes en el gobierno.
El Acta de Independencia del 6 de noviembre de 1813
establecía que celebraría “Concordatos con el Sumo Pontífice” y que no
reconocía “otra religión que la católica”, ni permitía ni toleraba el uso
público ni secreto de otra alguna.
La Constitución de Apatzingán estableció también que la
religión católica era la única que se debía profesar.
Los nobles
sentimientos de la nación,
de don José María Morelos, el 14 de septiembre de 1813, dicen:
que México es independiente, que la religión católica es la única tolerada,
que la soberanía dimana del pueblo,
que los poderes se dividen en legislativo, ejecutivo y judicial,
que se aumente el jornal del pobre,
que la esclavitud se proscriba para siempre,
que todos los ciudadanos son iguales,
que se respete la propiedad,
que se celebre el 12 de diciembre y se solemnice el 16 de septiembre en honor del gran héroe, el señor don Miguel Hidalgo.
que México es independiente, que la religión católica es la única tolerada,
que la soberanía dimana del pueblo,
que los poderes se dividen en legislativo, ejecutivo y judicial,
que se aumente el jornal del pobre,
que la esclavitud se proscriba para siempre,
que todos los ciudadanos son iguales,
que se respete la propiedad,
que se celebre el 12 de diciembre y se solemnice el 16 de septiembre en honor del gran héroe, el señor don Miguel Hidalgo.
Un
grave error en el inicio de la
guerra de Independencia
En este trascendental aspecto es nuevamente José
Vasconcelos quien nos ilustra:
“Se ha hablado mucho de que el ejemplo de la revolución norteamericana electrizó a los pueblos de América deseosos de emanciparse.
"No cabe duda que los diversos agentes de la propaganda inglesa aprovecharon este ejemplo para desintegrar el mundo hispánico, pero a poco que se examine el movimiento americano, se le encuentran diferencias fundamentales con lo nuestro.
“Se ha hablado mucho de que el ejemplo de la revolución norteamericana electrizó a los pueblos de América deseosos de emanciparse.
"No cabe duda que los diversos agentes de la propaganda inglesa aprovecharon este ejemplo para desintegrar el mundo hispánico, pero a poco que se examine el movimiento americano, se le encuentran diferencias fundamentales con lo nuestro.
“En Estados Unidos nunca se dio al movimiento
independiente el sentido de una guerra de castas. Para que Morelos, por
ejemplo, fuese comparable a Washington, habría que suponer que Washington se
hubiese puesto a reclutar negros y mulatos para matar ingleses.
"Al contrario, Washington se desentendió de negros y mulatos y reclutó ingleses de América, norteamericanos que no cometieron la locura de ponerse a matar a sus propios hermanos, tíos, parientes, sólo porque habían nacido en Inglaterra.
"Al contrario, Washington se desentendió de negros y mulatos y reclutó ingleses de América, norteamericanos que no cometieron la locura de ponerse a matar a sus propios hermanos, tíos, parientes, sólo porque habían nacido en Inglaterra.
“Todo lo contrario, cada personaje de la revolución
norteamericana tenía a orgullo su ascendencia inglesa y buscaba un
mejoramiento, un perfeccionamiento de lo inglés.
"Tal debió ser el sentido de nuestra propia emancipación, convertir a la Nueva España en una España mejor que la de la península, pero con su sangre, con nuestra sangre.
"Todo el desastre mexicano posterior se explica por la ciega, la criminal decisión que surge del seno de las chusmas de Hidalgo y se expresa en el grito suicida: mueran los gachupines…
"Tal debió ser el sentido de nuestra propia emancipación, convertir a la Nueva España en una España mejor que la de la península, pero con su sangre, con nuestra sangre.
"Todo el desastre mexicano posterior se explica por la ciega, la criminal decisión que surge del seno de las chusmas de Hidalgo y se expresa en el grito suicida: mueran los gachupines…
“Lo que nosotros
debimos hacer es declarar que todos los españoles residentes en México debían
ser tratados como mexicanos”
La consumación de la Independencia
Nueva España siguió cargando el pesado yugo que le
imponía Fernando VII y la oligarquía, puesto que no pudo lograr su
independencia. Ésta iba a venir por otro lado.
En 1820 el coronel Rafael Riego obligó a Fernando VII a
restablecer la Constitución proclamada en Cádiz en 1812, para que reinara
sujeto a ella y no de manera absoluta como lo hacía.
Esta revolución de Riego traía consigo medidas contra los
privilegios del Clero, que no fueron bien vistas por los españoles y criollos
católicos de Nueva España.
Encabezaba la oposición el canónigo oratoriano Matías de
Monteagudo. Agustín de Iturbide asistió a las juntas que se celebraron en la
Profesa para decidir el camino a seguir.
En el antiguo
templo de los jesuitas, en “La Profesa”, ocupado a la sazón por los Padres del
Oratorio, se llevaron a efecto unas reuniones muy nombradas en nuestra historia
con el nombre de “Juntas de la Profesa”.
El alma de dichas juntas era nada menos que el Padre Prepósito, Rector de la Universidad, hombre de vastísima erudición y de mucho prestigio entre los europeos. Su nombre todos lo conocían: Matías de Monteagudo.
El alma de dichas juntas era nada menos que el Padre Prepósito, Rector de la Universidad, hombre de vastísima erudición y de mucho prestigio entre los europeos. Su nombre todos lo conocían: Matías de Monteagudo.
En las juntas de
La Profesa se deseaba la emancipación de México, pero hacía falta un hombre de
audacia que llevara a tan feliz término ese acontecimiento, y el hombre se
presentó:
era Iturbide, quien, al decir de Navarro y Rodrigo, era “simpático a los europeos porque había combatido a su lado contra los insurrectos, no sospechoso a los hijos del país porque era mexicano valiente, y ejercía sobre los demás la fascinación de su valor”.
era Iturbide, quien, al decir de Navarro y Rodrigo, era “simpático a los europeos porque había combatido a su lado contra los insurrectos, no sospechoso a los hijos del país porque era mexicano valiente, y ejercía sobre los demás la fascinación de su valor”.
Recordemos que en 1810, al aproximarse
Hidalgo a Valladolid, se retira con su padre a la capital y no acepta la faja
de Teniente General que le ofrece el Cura de Dolores, a quien no se le escapan
sus grandes cualidades de soldado. Iturbide rechaza el ofrecimiento al advertir
con clarividencia que los métodos de Hidalgo para hacer la Independencia,
basados en la destrucción y en el odio a los españoles, lo llevarían al
fracaso.
Se puede decir
que por haber prescindido de esta base importantísima de la unión, habían
fracasado Hidalgo y los demás insurgentes.
El,
personalmente, ama la Independencia; lo que no ama, por lo que no puede pasar,
es por el atroz sistema que siguen los insurgentes y por su completo desorden.
Por eso combate contra ellos, para después pensar en realizar la independencia sin derramamiento de sangre.
Por eso combate contra ellos, para después pensar en realizar la independencia sin derramamiento de sangre.
El alto clero, los españoles y criollos mineros y
latifundistas, con Iturbide a la cabeza, proclamaron el Plan de Iguala o de las
Tres Garantías:
Religión católica, unión de los grupos sociales e independencia con monarquía constitucional de un rey proveniente de alguna casa reinante en Europa.
Religión católica, unión de los grupos sociales e independencia con monarquía constitucional de un rey proveniente de alguna casa reinante en Europa.
Iturbide ganó para su causa a los exjefes insurgentes,
sus antiguos enemigos, por ejemplo Guerrero, Victoria, Bravo.
Negoció con el virrey que llegaba, Juan de O’Donojú, y firmó el tratado de Córdoba que aceptaba el Plan de Iguala, el 24 de agosto de 1821.
Negoció con el virrey que llegaba, Juan de O’Donojú, y firmó el tratado de Córdoba que aceptaba el Plan de Iguala, el 24 de agosto de 1821.
Esta será la
táctica del Libertador: no luchar, no imponerse por las armas, sino por la nobleza
y la razón.
Iturbide planteó
la Independencia y en una campaña de siete meses, casi en su totalidad
incruenta, la realizó.
De ahí que la
casi totalidad de sus triunfos deben atribuirse no a la fuerza de las armas,
sino a la razón, al convencimiento, al tacto genial, con el que supo ganarse
las voluntades de sus adversarios.
El ejército trigarante ocupó la ciudad de México el 27 de
septiembre siguiente. Ya es hora de celebrar esta fecha.
La gran extensión del Imperio
A los buenos
mexicanos contemporáneos de Iturbide los llenó de alegría y satisfacción el ver
cómo se ensanchaban los límites territoriales del Imperio cuando se les informó
de las nuevas y espontáneas adhesiones de provincias lejanas y de regiones que
no dependían del Virreinato, como Guatemala y Centroamérica.
¿Cuál fue el
motivo más fuerte que las movió a la unión con el Imperio que acababa de nacer?
No fue la
protección que se busca del más poderoso, sino que deseaban vivir
independientes bajo la égida de las Tres garantías del Plan de Iguala.
Así lo declararon en sus actas de adhesión al Imperio.
Así lo declararon en sus actas de adhesión al Imperio.
De esa manera la
bandera de las Tres Garantías comenzó a ondear desde Panamá por el sur, y por
el norte sobre el vasto territorio que abarcaba una línea imaginaria desde la
Alta California hasta el río Mississipi
Iturbide, la Bandera y el Himno
Nacional
Si de la realización del Plan de Iguala iba a nacer una
nueva Nación, libre y soberana, era necesario que esa nueva Patria estuviera
encarnada en una bandera que la representara ante el mundo.
Había que sustituir la antigua Bandera española por la nueva Bandera, que empezaría a ser Mexicana.
Había que sustituir la antigua Bandera española por la nueva Bandera, que empezaría a ser Mexicana.
El Libertador pensó en eso, e ideó una bandera en cuyos
colores vivieran plasmadas para siempre las tres bases o garantías que iban a
ser la esencia de la nueva nacionalidad, expresadas clarísimamente en el Plan
de Iguala.
En primer lugar la base espiritual: la Religión Católica
(verde).
En segundo lugar, la Unión (blanco) de todos los que habitaban el extenso territorio de la Nueva España:
los descendientes de los antiguos pobladores indígenas, los nacidos de la unión de indígenas y españoles, o mestizos, los criollos de padres españoles, los españoles nacidos en España y por último una minoría de raza negra.
En tercer lugar, la Independencia (rojo), el ideal final de toda la empresa.
En segundo lugar, la Unión (blanco) de todos los que habitaban el extenso territorio de la Nueva España:
los descendientes de los antiguos pobladores indígenas, los nacidos de la unión de indígenas y españoles, o mestizos, los criollos de padres españoles, los españoles nacidos en España y por último una minoría de raza negra.
En tercer lugar, la Independencia (rojo), el ideal final de toda la empresa.
Por tanto, también es tiempo de recuperar la entonación
del Himno Nacional Mexicano incluyendo las estrofas merecidamente dedicadas a
nuestro Libertador:
Si a la lid
contra hueste enemiga
nos convoca la
tropa guerrera,
de Iturbide la
sacra bandera ¡mexicanos!
Valientes
seguid:
Y a los fieros
bridones le sirvan
las vencidas
enseñas de alfombra;
los laureles del
triunfo den sombra
a la frente del
bravo adalid.
El Papa León XII
El 10 de febrero de 1825 había aparecido en la Gaceta de
Madrid el Breve Pontificio Etsi iam diu
(aun cuando ya hace tiempo), del Papa reinante León XII, dirigido al Episcopado
Americano.
En él manifestaba el Pontífice su acerbo dolor por la deplorable situación a que se habían visto reducidos tanto el Estado como la Iglesia en las naciones Hispanoamericanas debido a la rebelión de sus regímenes.
Exhortaba por ello a los prelados a procurar por todos los medios posibles la estabilidad de la religión.
En él manifestaba el Pontífice su acerbo dolor por la deplorable situación a que se habían visto reducidos tanto el Estado como la Iglesia en las naciones Hispanoamericanas debido a la rebelión de sus regímenes.
Exhortaba por ello a los prelados a procurar por todos los medios posibles la estabilidad de la religión.
El Heroico Batallón de San Patricio
VIDEO (4 minutos):
https://www.youtube.com/watch?v=ITYqE06hZCEA mediados de agosto de 1847, las milicias estadounidenses acechaban las goteras de la capital mexicana.
Desde el 17 de ese mes, el Batallón de San Patricio, formado mayoritariamente por irlandeses, se encontraba acuartelado en la Ciudadela. Dos días después recibió la orden de defender el convento de Churubusco.
El día 20 se libró en ese sitio un
enfrentamiento contra los invasores, en el que esa legión extranjera, que
luchaba por la bandera mexicana, definió su destino.
La actuación de ese grupo militar en
esa guerra es controversial: en México
se les considera héroes, pues arriesgaron su vida defendiendo una patria
que no era la suya, mostrando valentía y arrojo.
Desde el punto de vista estadounidense han sido tomados como traidores por la deserción y la falta de lealtad a sus tropas.
Desde el punto de vista estadounidense han sido tomados como traidores por la deserción y la falta de lealtad a sus tropas.
La historia comenzó así:
En diciembre de 1845, Texas se convirtió en una estrella más del pabellón de las barras blancas y rojas. Los conflictos por definir las líneas divisorias detonaron el enfrentamiento que desde antes se vislumbraba inevitable.
En diciembre de 1845, Texas se convirtió en una estrella más del pabellón de las barras blancas y rojas. Los conflictos por definir las líneas divisorias detonaron el enfrentamiento que desde antes se vislumbraba inevitable.
Para presionar a los mexicanos, en
enero de 1846 el presidente estadounidense James R. Polk ordenó al general
Zachary Taylor avanzar con sus tropas hasta las orillas del Río Grande, lejos del
límite de las riberas del río Nueces, pactado anteriormente entre ambas
naciones.
El 26 de abril las tropas mexicanas atravesaron las márgenes del afluente, donde trabaron batalla con los invasores. El Congreso en Washington aprobó la declaración formal de las hostilidades el 12 del mes siguiente.
El 26 de abril las tropas mexicanas atravesaron las márgenes del afluente, donde trabaron batalla con los invasores. El Congreso en Washington aprobó la declaración formal de las hostilidades el 12 del mes siguiente.
Iniciada la campaña, incluso antes, un
gran número de deserciones asoló a las tropas de aquel país. En 1847, el
general adjunto en Washington anunció recompensas para quien ayudara a la
captura de más de mil evadidos.
La calidad de inmigrantes y católicos de algunos reclutados incitó malos tratos por parte de los nacidos estadounidenses, provocando que los primeros engrosaran las filas mexicanas.
La calidad de inmigrantes y católicos de algunos reclutados incitó malos tratos por parte de los nacidos estadounidenses, provocando que los primeros engrosaran las filas mexicanas.
Pero también existían otras
motivaciones para abandonar a las huestes ocupantes. El propio Antonio López de
Santa Anna firmó comunicados que se repartieron entre los agresores.
En ellos se decía que en México no existían distingos de raza, además de extender el ofrecimiento de terrenos cultivables para los soldados una vez terminada la guerra.
En ellos se decía que en México no existían distingos de raza, además de extender el ofrecimiento de terrenos cultivables para los soldados una vez terminada la guerra.
Es sabido que el ejército de México
reclutaba activamente estadounidenses católicos y ofrecían importantes
concesiones de tierras a quienes abandonaran el ejército de Estados Unidos en
favor del de México.
Hacia abril de 1846, antes de la
declaración formal de guerra, entre los desertores se encontraba un irlandés
llamado John Riley (anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos),
quien organizó una compañía con 48 de sus compatriotas.
En agosto siguiente, en plena conflagración, ya contaba con 200 hombres. Había algunos mexicanos nacidos en Europa, inmigrantes europeos, como alemanes y polacos, además de un numeroso contingente de sus coterráneos. En su mayoría practicaban la religión católica.
En agosto siguiente, en plena conflagración, ya contaba con 200 hombres. Había algunos mexicanos nacidos en Europa, inmigrantes europeos, como alemanes y polacos, además de un numeroso contingente de sus coterráneos. En su mayoría practicaban la religión católica.
Riley cambió la denominación del
escuadrón, que era conocido como la Legión de Extranjeros, a la de Batallón de
San Patricio, en homenaje al patrono de Irlanda, y adoptó una bandera de seda
verde esmeralda que tenía la imagen del santo bordada en plata por un lado, con
un trébol y un arpa en el otro.
Se cuenta que incluía la leyenda “Viva
la República de México”.
Uno de los episodios donde se comienza
a patentizar su fiereza fue la batalla entre el 21 y el 26 de septiembre de
1846 en Monterrey.
El Batallón San Patricio, que operaba
junto a los escuadrones de artillería, propinó un duro golpe a los invasores,
pues la mayoría de los 400 muertos que tuvieron había caído bajo la metralla
irlandesa .
Otro fue la famosa batalla de la
Angostura, el 22 de febrero de 1847. El grupo recibió la asignación de una
batería con tres cañones de 16 libras, los más grandes de que disponía el
Ejército Mexicano.
Ocuparon la parte alta del terreno en
un flanco desde donde se podía tirar con mayor facilidad sobre el enemigo. En
el fragor de la batalla capturaron dos cañones de seis libras del ejército
enemigo.
Su entrega en batalla produjo que el 5
de abril se oficializara, por propuesta del diputado Eligio Ancona, el ingreso
oficial de irlandeses en la defensa mexicana.
Mirando hacia Chapultepec:
El 20 de agosto se presagiaba una terrible tormenta. Acorralado en Churubusco por las fuerzas enemigas, que venían de una acción exitosa en Padierna, el Ejército Mexicano, comandado por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, mostró una valentía inusitada en la defensa del baluarte al sur de la ciudad.
El 20 de agosto se presagiaba una terrible tormenta. Acorralado en Churubusco por las fuerzas enemigas, que venían de una acción exitosa en Padierna, el Ejército Mexicano, comandado por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, mostró una valentía inusitada en la defensa del baluarte al sur de la ciudad.
Tras algunas horas de combate, las
fuerzas mexicanas se quedaron sin municiones y una bomba provocó una explosión
en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguir
defendiéndose;
a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán Patrick Dalton la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento quedó en silencio.
a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán Patrick Dalton la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento quedó en silencio.
Por otra parte, la falta de apoyo por
parte de Santa Anna, quien se había retirado hacia Guadalupe Hidalgo, redundó
en la derrota, que condujo al confinamiento como prisioneros de guerra de los
miembros del Batallón.
Cuando el general Twiggs entró al
patio del convento, exigiendo a los soldados mexicanos que entregaran las
armas, la pólvora y el parque, el General Anaya se le enfrentó, diciendo:
"Si hubiera parque, no estaría usted aquí."
Los miembros del Batallón de San
Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras
represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y
que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron.
Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados.
Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847.
Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra "D" de desertores, y sentenciados a trabajos forzados.
Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847.
Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
Llegó a 85 el número de cautivos de
las compañías del San Patricio, quienes fueron encadenados en las prisiones
establecidas con ese fin en San Ángel y Mixcoac.
Se decidió someter a 75 de ellos a consejo de guerra: la mayoría fueron condenados a la horca, porque se consideró que no merecían el honor de morir fusilados. A unos pocos, entre ellos John Riley, les impusieron 50 azotes.
Se decidió someter a 75 de ellos a consejo de guerra: la mayoría fueron condenados a la horca, porque se consideró que no merecían el honor de morir fusilados. A unos pocos, entre ellos John Riley, les impusieron 50 azotes.
También los marcaron con la letra D,
con un hierro candente, en la mejilla, cicatriz que evidenciaría su traición.
Los primeros 16 condenados fueron
ahorcados en San Ángel el 10 de septiembre de 1847.
La ejecución de los restantes 30 sucedió el día 13. Sucumbieron en la horca en un camino desde donde se podía observar a la distancia el Castillo de Chapultepec.
La ejecución de los restantes 30 sucedió el día 13. Sucumbieron en la horca en un camino desde donde se podía observar a la distancia el Castillo de Chapultepec.
El coronel enemigo William Selby
Harney, irónicamente de ascendencia irlandesa estuvo a cargo de hacer cumplir
la sentencia. Decidió coordinar las ejecuciones con el asalto de su ejército al
cerro de Chapultepec.
Construyó un cadalso en una ligera elevación del terreno desde donde se veía claramente la fortaleza y colocó a los prisioneros sobre unas carretas, con la soga al cuello y con la cara hacia donde se libraba la batalla.
Construyó un cadalso en una ligera elevación del terreno desde donde se veía claramente la fortaleza y colocó a los prisioneros sobre unas carretas, con la soga al cuello y con la cara hacia donde se libraba la batalla.
Esperó hasta que todos pudieran
percatarse de que en el castillo era arriada la bandera mexicana en señal de
derrota, y en su lugar se izaba la de las barras y las estrellas. Con su espada
dio una orden y las carretas dejaron en vilo a los sentenciados.
Los restos del batallón fueron
comisionados para sofocar algunos levantamientos aislados después de firmada la
paz con los EE.UU.
Los que sobrevivieron a la guerra desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mexicano.
John Riley murió a finales de agosto de 1850, y fue enterrado en Veracruz el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército Mexicano. Ese mismo año el Ejército mexicano tomó la decisión de desbandar el Batallón.
Los que sobrevivieron a la guerra desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mexicano.
John Riley murió a finales de agosto de 1850, y fue enterrado en Veracruz el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército Mexicano. Ese mismo año el Ejército mexicano tomó la decisión de desbandar el Batallón.
Para conmemorar la ayuda de los Irlandeses en el Ejército, la calle frente al convento de San Diego Churubusco se llamó Mártires Irlandeses.
El Batallón de San Patricio es conmemorado en dos diferentes días en México; el primero el 12 de Septiembre, el aniversario de las primeras ejecuciones, y el otro el 17 de marzo, día de San Patricio. Hay un monumento dedicado a ellos, con la inscripción:
En
memoria del Capitán John Riley de Clifden, Fundador y Líder del Batallón de San
Patricio, y de los hombres bajo su mando que dieron sus vidas por México
durante la Guerra EE.UU - México de 1846-1848.
El traidor, al principiar la guerra con los Estados
Unidos, fue el general Mariano Arista, que dejó el paso libre al general Taylor
por el Río Bravo, según lo había “profetizado” –en frase del gran historiador
Mariano Cuevas- el español Atocha, agente de Farías cerca del Gabinete de
Washington.
La traición del general Arista
La traición del general Juan Álvarez
Después de la batalla de Churubusco hubo una tregua y
ambos contendientes nombraron sus comisionados para concertar la paz.
Los mexicanos estaban resueltos a consentir en la cesión de Texas, origen de la guerra, pero como los estadounidenses pretendiesen además Nuevo México, California, y hasta parte de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, no pudieron consentir ya tanto y se rompieron las negociaciones.
Los mexicanos estaban resueltos a consentir en la cesión de Texas, origen de la guerra, pero como los estadounidenses pretendiesen además Nuevo México, California, y hasta parte de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, no pudieron consentir ya tanto y se rompieron las negociaciones.
Debido a esto Santa Anna preparó una serie de
fortificaciones alrededor de México, en tanto que ordenó al general Juan
Álvarez que, con la caballería, atacara al enemigo por la retaguardia.
Scott atacó primero Casa Mata y el Molino del Rey de donde fue rechazado con grandes pérdidas, y el ejército mexicano hubiera ganado la partida si hubiera atacado la caballería de Álvarez pero permaneció inactivo, y no sólo eso, sino que impidió que el Cura D. Juan Germán prosiguiera con sus hombres a prestar auxilio a la capital.
Scott atacó primero Casa Mata y el Molino del Rey de donde fue rechazado con grandes pérdidas, y el ejército mexicano hubiera ganado la partida si hubiera atacado la caballería de Álvarez pero permaneció inactivo, y no sólo eso, sino que impidió que el Cura D. Juan Germán prosiguiera con sus hombres a prestar auxilio a la capital.
El Brindis del Desierto de los Leones
Y no solo los liberales se empeñaban
en no combatir, sino que –traición más abominable- se afanaban por incorporar a
México a los Estados Unidos.
Prueba palmaria de este aserto es el famoso
“brindis del Desierto de los Leones” en el día de campo organizado por el H.
(?) Ayuntamiento de México, en el que el alcalde Suárez Iriarte, Lerdo de
Tejada y otros, alzaron la copa celebrando los triunfos de las armas
estadounidenses y pidiendo la soñada anexión.
En efecto, el historiador Luis Reed Torres
relata lo ocurrido el 30 de enero de 1848:
Francisco Suárez Iriarte, liberal
jacobino que había sido ministro de Valentín Gómez Farías, fungía como alcalde
de la ciudad de México a fines de 1847
–en plena ocupación estadounidense-, y el
Ayuntamiento por él presidido –e integrado por personajes liberales de la talla
de Agustín Jáuregui, Manuel García Rejón, Miguel Lerdo de Tejada y otros-
tuvo
a bien ofrecer al general Winfield Scott y a su Estado Mayor un banquete que se
sirvió en el tranquilo Desierto de los
Leones, en las afueras de la capital, y que quedó de marco a Suárez Iriarte
y compañía para ensalzar el triunfo de los Estados Unidos sobre México.
Regias viandas y delicados vinos
corrieron al parejo de los brindis, que iban desde entonar encendidas loas al
pueblo estadounidense hasta demandar que Scott
se convirtiera en dictador de México al frente de 15 mil soldados.
Honorables estadounidenses ante al despojo del
territorio mexicano
Abraham
Lincoln
(1809-1865). En 1847 fue electo diputado federal y se pronunció en contra de la
guerra contra México que significó la anexión de Nuevo México, Arizona y
California. Luego apoyó el Wilmot Proviso,
que prohibía la esclavitud en los territorios ganados de México.
Henry
David Thoreau
(1817-1862) fue naturalista, agrimensor, maestro de escuela y fabricante de
lápices; hoy se le considera uno de los padres fundadores de la literatura
estadounidense, profeta de la ecología y de la ética ambiental y padre de la
desobediencia civil.
En
efecto, en 1846 Thoreau se negó a pagar impuestos debido a su oposición a la guerra contra México y a la esclavitud en Estados Unidos, por lo que fue
condenado a prisión durante unos días. De este hecho nació su tratado La
desobediencia civil.
Véase mi estudio sobre "Henry David Thoreau (1817-1862): Padre de la desobediencia civil", en:
William
Jay
(1789-1858), viril defensor de los derechos violados de la nación mexicana y
acre censor de los gobiernos de su Patria por haber fraguado la maquinación que
derivó finalmente en la mutilación del territorio mexicano
Abiel
A Livermore
(1811-1892), irreductible en su posición pacifista y en su condena absoluta por
la forma en que México fue brutalmente despojado.
Nicholas
P. Trist
(1800-1874), comisionado en jefe estadounidense encargado de negociar con
México el Tratado por el cual perderíamos enormes cantidades de territorio,
pero que en lo más íntimo de su alma y de su corazón se condolía sinceramente
de las desventuras de México.
Trist, que veía con horror a los
liberales “puros”, se percataba claramente de que la oposición de éstos a la
paz y su propósito de continuar la guerra obedecía al nada disimulado objetivo
de lograr una rápida y completa absorción yanqui.
Por eso comunicó al
Departamento de Estado que en México “no había un partido de la guerra a todo
trance... sino un partido netamente anexionista que estaba decidido a obtener
la incorporación a los Estados Unidos a cualquier precio...”
Se elevó a tal grado la profunda
tristeza y desagradable excitación que embargaron a Trist, que cuando llegó la
hora de firmar el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (2 de febrero de 1848)
con los
comisionados mexicanos Bernardo Couto, Miguel Atristáin y Luis Gonzaga Cuevas,
hombres patriotas los tres que tuvieron que apurar hasta las heces la copa de
hiel, se vio precisado a realizar un esfuerzo extra de equilibrio espiritual y
hasta físico para concluir el acto que ponía a su país en posesión de los
dilatados territorios del norte mexicano.
"Si
aquellos mexicanos hubieran podido ver dentro de mi corazón en ese momento, se hubieran
dado cuenta de la vergüenza que yo sentía como norteamericano era mucho más
fuerte que la de ellos como mexicanos.
"Aunque yo no lo podía decir ahí, era
algo de lo que cualquier norteamericano debía avergonzarse.
"Yo estaba
avergonzado de ello... cordial e intensamente avergonzado de ello. Ese había
sido mi sentir en todas nuestras conferencias y en especial en los momentos en
que me veía obligado a insistir en cosas que suscitaban en ellos particular
aversión.
"Si
mi conducta en tales momentos hubiera sido gobernada por mi conciencia como
hombre y mi sentido de justicia como norteamericano en lo individual, hubiera
cedido en todos los casos.
"Nada impedía que así lo hiciera sino la convicción
de que un Tratado así no tendría posibilidad de ser aceptado por nuestro
gobierno.
"Mi objetivo de principio a fin no era lograr todo lo que pudiera; por el contrario, era hacer el tratado lo menos oneroso posible para México hasta donde fuera compatible con su aceptación en Washington.
"Mi objetivo de principio a fin no era lograr todo lo que pudiera; por el contrario, era hacer el tratado lo menos oneroso posible para México hasta donde fuera compatible con su aceptación en Washington.
"En
esto fui guiado por dos consideraciones: una, la inequidad de la guerra, pues
era un abuso de poder por nuestra parte; la otra fue que mientras más oneroso
fuera el Tratado para México, mayor sería la oposición al mismo en el Congreso
mexicano por el partido que se había jactado de su habilidad para frustrar
cualquier instrumento de paz".
(Cf. Sobarzo, Alejandro. Deber y Conciencia, Nicholas Trist, el negociador norteamericano en la Guerra del 47, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, p. 291)
En esa guerra, México perdió Texas,
California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y parte de Oklahoma
para un total de casi dos millones quinientos mil kilómetros cuadrados de
territorio, es decir el 55% de lo que originalmente poseíamos.
Véase mi estudio intitulado: "Para la Integración de la Comunidad en México y en los Estados Unidos en el siglo XXI", en:
Benito Juárez era Guadalupano
Benito Juárez bautizó a una de sus hijas con el nombre de
Guadalupe, quien lamentablemente falleció.
Después, cuando salió de Oaxaca y más aún, cuando llegó a la presidencia de la República, Juárez se volvió definitivamente anticlerical, pero no antiguadalupano; al contrario:
en su decreto (1859) para establecer los días de fiesta que se celebrarían en el país, don Benito determinó que seguiría siendo día de fiesta nacional el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe.
Léase:
http://www.bernardolopezrios.blogspot.mx/2013/07/normal-0-21-false-false-false-es-mx-x.html
Después, cuando salió de Oaxaca y más aún, cuando llegó a la presidencia de la República, Juárez se volvió definitivamente anticlerical, pero no antiguadalupano; al contrario:
en su decreto (1859) para establecer los días de fiesta que se celebrarían en el país, don Benito determinó que seguiría siendo día de fiesta nacional el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe.
Léase:
http://www.bernardolopezrios.blogspot.mx/2013/07/normal-0-21-false-false-false-es-mx-x.html
¿En dónde estudiaron nuestros
personajes históricos?
Los héroes nacionales de México recibieron su educación
en las escuelas católicas, como Hidalgo, Morelos, Matamoros, Sixto Verduzco,
José María Cos, José Manuel Herrera, José María Luis Mora, Ramos Arizpe, todos
ellos eran además eclesiásticos.
Fueron ayudados e instruidos en los planteles católicos Gómez Farías, Juárez, Ocampo, Madero, etc.
Fueron ayudados e instruidos en los planteles católicos Gómez Farías, Juárez, Ocampo, Madero, etc.
Y gran gloria de la educación recibida por la Iglesia ha
sido que a pesar de que algunos de sus alumnos se hayan llegado a descarriar y
aun a convertirse en perseguidores de ella, han vuelto casi todos a descansar
en sus maternales manos, como:
Ignacio Vallarta, Jacinto Pallares, José María Iglesias, Juan A. Mateos, líder de los liberales, Guillermo Prieto, Francisco Bulnes, Amado Nervo, Porfirio Díaz, entre los más notables.
Ignacio Vallarta, Jacinto Pallares, José María Iglesias, Juan A. Mateos, líder de los liberales, Guillermo Prieto, Francisco Bulnes, Amado Nervo, Porfirio Díaz, entre los más notables.
Bibliografía
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de Historia de México, JUS, México 1984
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I, Independencia, caracterización política e integración social, Tomo
Tercero, JUS, México 1962
Churruca Peláez, S.J., Agustín. Historia de la Iglesia en México (Síntesis), Buena Prensa, México
2005
Gutiérrez Casillas, S.J., José. Historia de la Iglesia en México, editorial Porrúa, México 1984
Gutiérrez Casillas, S.J., José. Breve Historia de la Iglesia en México, editorial Promesa, México
1992
López de Lara, S.J., Pablo. Los Jesuitas en México, Breve
historia de cuatro siglos de la Provincia Mexicana (1572-1972), Buena
Prensa, México 2001
Loza Macías, Dr. Manuel. El Pensamiento Económico y la Constitución de 1857, editorial
Revista Milicia, A.C. (Congregaciones Marianas), México 1984
Loza Macías, Manuel. México:
¿una Revolución malograda?, Cuadernos
para hoy, No. 17, Secretariado Social Mexicano, México 1967
Loza Macías, Manuel. ¿Quién
debe educar?, Buena Prensa, México 1963
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Emperador, el Padre de la Patria, editorial Tradición, México 1986
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segundo año, JUS, México 1969
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