Las leyes liberales de Benito Juárez causaron una gran miseria social y aumentaron el número de los desheredados, provocando que en 1910 estallara la Revolución Mexicana, con sus sangrientas características.
* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las
enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa
Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica
Introducción
Es
curioso, como lo señalaba Carlos Castillo Peraza, que el indigenismo oficial
haya tenido como uno de sus paradigmas al “indio Juárez”, precisamente el
que hizo todo para entregarle una buena parte del territorio mexicano a
Washington.[1] Además, es deshonroso para el “benemérito”, que hayan
sido estadounidenses los legisladores que resistieron los intentos de
soborno perpetrados por el yerno de Benito Juárez, con los que el gobierno de
éste trató de lograr los votos necesarios para, a cambio de dinero, ceder a los
Estados Unidos el Istmo de Tehuantepec.[2]
Título
inadecuado
Cabe
señalar que el título de “benemérito de las Américas” es ilegítimo para Benito
Juárez, ya que la legislatura colombiana que así lo nombró, no tenía, ni podía tener jurisdicción en
las demás naciones del Continente Americano, ni autoridad para otorgar un
título que fuera reconocido por todas ellas.[3]
Presidencia ilegítima
El 18 de enero de 1858 México tenía tres presidentes: Ignacio Comonfort, quien renunciaría el día 21 del mismo mes, y los dos autonombrados, con dos gobiernos: el del general Félix Zuloaga en México apoyado por el general Miguel Miramón y los conservadores, y el de Juárez en Guanajuato apoyado por los liberales. Ambos gobiernos eran revolucionarios y pronto estallaría la guerra de tres años.
La legalidad de Juárez como presidente ha sido puesta en duda por numerosos historiadores, ya que Comonfort aún no renunciaba, y Juárez se declaró presidente tres días antes de que aquél saliese. Además, Juárez no había rendido la protesta requerida.[4] Por si esto fuera poco, el 15 de abril de 1858 Juárez se embarcó para Panamá de donde pasó a Nueva Orleáns, perdiendo con esto su carácter de Presidente, (si es que lo tenía), según lo establecía la Constitución que él mismo decía defender.
Ricardo Arturo Figueroa Bejarano señala que:
De Nueva Orleáns Juárez regresó el 4 de mayo para establecer su gobierno en Veracruz.
"El principal problema que se presentó al gobierno de Juárez en Veracruz, fue el de conseguir recursos económicos para sostener por medio de la guerra, la vigencia de la Constitución (de 1857).
"De una parte buscó el reconocimiento de los Estados Unidos, pero éstos lo condicionaron a la concesión de derechos de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, y al permiso para construir un ferrocarril desde la frontera de Texas hasta un puerto en el Golfo de California, y aun llegaron a proponer la compra de la península.
"La otra alternativa consistía en nacionalizar los bienes del clero" (Cf. Enciclopedia de México, 7, sub. voc. "Juárez", col. 1044).
"Como en muchas ocasiones, USA trataba de sacar el mayor provecho ante la difícil situación de México.
"El 1o de abril de 1859 desembarcó en Veracruz el diplomático estadounidense Robert McLane, quien dio reconocimiento al gobierno de Juárez y comenzó a intentar un tratado con el Ministro de Relaciones don Melchor Ocampo.
"Los conservadores denunciaron el reconocimiento de USA a Juárez, y protestaron anticipadamente cualquier compromiso de enajenación territorial que Juárez adquiriera.
"Esto retrasó las negociaciones y a principios del mes de julio, Juárez se decidió a expedir las llamadas "leyes de Reforma", que incluían la nacionalización de los bienes del clero, la separación de la Iglesia y el Estado, exclaustración de monjas y frailes, la extinción de las corporaciones eclesiásticas como cofradías, archicofradías y hermandades, implantación del Registro Civil y de las fiestas públicas".
(Cf. Pbro. Lic. Ricardo Arturo Figueroa Bejarano, Religiosidad Guadalupana en la Historia de México, Sociedad Mexicana de Historia Eclesiástica, Colima, México, 1999, pp. 48-49).
El Tratado McLane-Ocampo
El gobierno de Zuloaga había sido reconocido por todas las potencias, inclusive por el de Estados Unidos que tenía esperanzas en obtener lo que ya les había prometido Comonfort: la cesión de una parte muy considerable del territorio nacional y el paso a perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec. Como John Forsyth, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos recibió una rotunda negativa de Zuloaga para aceptar estas vergonzosas proposiciones, se apartó del gobierno de Zuloaga y se dirigió al de Juárez. Forsyth llegó al extremo de tener en su propia casa a los jefes de la revolución juarista para que conspiraran a mansalva.
Francisco Bulnes (notable polemista liberal y
autor de los famosos libros: “El verdadero Juárez y la verdad sobre la
Intervención y el Imperio” y “Juárez y las revoluciones de Ayutla y de
Reforma”; la publicación de estas obras entre 1904 y 1905 causó un gran revuelo
a nivel nacional) señala que si las proposiciones de los Estados Unidos
hechas por Forsyth hubieran sido aceptadas por el gobierno conservador, “la
marina de guerra americana hubiera arrojado a Juárez de Veracruz, el efecto de
los 25 millones hubiera sido dar el triunfo a la reacción y el Presidente
Buchanan hubiera dado todo su apoyo material y moral a Miramón. Los
reaccionarios sacrificaron sus intereses de partido a su aversión por vender
territorio a los Estados Unidos”.[5]
En contraste, Juárez estaba dispuesto a vender a su propio
país con el fin de conseguir el reconocimiento de su gobierno por los Estados
Unidos, junto con la ayuda económica de todo género que esto implicaba. En
efecto, el memorándum preliminar para la discusión del tratado señala
claramente que el Gobierno Constitucional consentirá en traspasar la
soberanía sobre dicho territorio (Baja California) a los Estados Unidos…
los mismos Estados Unidos gozarán de un derecho de vía perpetuo a través del
Istmo de Tehuantepec, entre otras concesiones.
El 14 de diciembre de 1859 el gobierno juarista firmó el Tratado McLane-Ocampo, por el cual Juárez se comprometió a conceder a los Estados Unidos: el derecho perpetuo de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, con la posibilidad de ser vigilado por tropas estadounidenses en defecto de las mexicanas; el derecho de paso a las tropas estadounidenses a través de territorio mexicano para proteger las vidas y hacienda de sus ciudadanos y aun por cualesquiera otras causas; indemnización por los gastos erogados por los Estados Unidos a consecuencia de su intervención militar, aun con entrega de territorio.
Por su parte, México tendría derecho a solicitar la intervención armada de los Estados Unidos cuando peligrara el gobierno de los liberales.[6]
El 14 de diciembre de 1859 el gobierno juarista firmó el Tratado McLane-Ocampo, por el cual Juárez se comprometió a conceder a los Estados Unidos: el derecho perpetuo de tránsito por el Istmo de Tehuantepec, con la posibilidad de ser vigilado por tropas estadounidenses en defecto de las mexicanas; el derecho de paso a las tropas estadounidenses a través de territorio mexicano para proteger las vidas y hacienda de sus ciudadanos y aun por cualesquiera otras causas; indemnización por los gastos erogados por los Estados Unidos a consecuencia de su intervención militar, aun con entrega de territorio.
Por su parte, México tendría derecho a solicitar la intervención armada de los Estados Unidos cuando peligrara el gobierno de los liberales.[6]
El Tratado McLane-Ocampo no logró obtener
la ratificación del Senado de los Estados Unidos, porque los senadores del
Norte consideraban la adquisición de nuevos territorios de México como una
pretendida expansión de tierras esclavistas. La Carolina del Sur se
apartó de la Unión
el 20 de diciembre de 1860, y pronto la siguieron otros Estados del Sur, y con
eso estaba ya a punto de estallar nuestra Guerra Civil; sin embargo, Juárez
había logrado el reconocimiento de su gobierno de parte del Presidente
Buchanan, y eso era lo que importaba.[7]
El Senado
yanqui rechazó finalmente el tratado, en parte por la incansable actividad de
don Gregorio Barandiarán, agente conservador que multiplicó hábilmente sus
relaciones personales con gente influyente en Washington... Agregaba
Barandiarán que tras decir a Mason (Senador
y Presidente de la Comisión
de Asuntos Exteriores) que...
Juárez estaba enteramente imposiblitado para ejecutar semejante pacto, puesto
que la misma Constitución de 1857 que aquél decía defender, se lo prohibía.[8]
Origen de la
idea de vender el
territorio nacional
territorio nacional
En
1847 Juárez se inició como aprendiz en la logia masónica Independencia número
2. Desde el principio de su vida
pública, Juárez se había unido al grupo político de sus maestros en el
Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca: los liberales. La mayoría de ellos
eran masones de las logias yorkinas establecidas en México por Joel Roberts
Poinsett (1779-1851).
Poinsett era un agente del imperialismo yanqui en México que apoyó con estusiasmo la Doctrina Monroe y organizó en México a las logias masónicas yorkinas.
Ya desde 1812 estaba en la Nueva España como agente secreto de la poderosa nación vecina para procurar insurreccionar al país, de manera que el movimiento insurgente favoreciera los planes de extensión territorial que ya por entonces abrigaba su gobierno (Francisco Azcárate reveló que Monroe, por conducto de Poinsett, pretendía que México cediera a Estados Unidos parte de su territorio).
Poinsett era un agente del imperialismo yanqui en México que apoyó con estusiasmo la Doctrina Monroe y organizó en México a las logias masónicas yorkinas.
Ya desde 1812 estaba en la Nueva España como agente secreto de la poderosa nación vecina para procurar insurreccionar al país, de manera que el movimiento insurgente favoreciera los planes de extensión territorial que ya por entonces abrigaba su gobierno (Francisco Azcárate reveló que Monroe, por conducto de Poinsett, pretendía que México cediera a Estados Unidos parte de su territorio).
Poinsett
propuso a Agustín de Iturbide la anexión a los Estados Unidos de la parte norte
de México y el establecimiento de una República Federal (contraria al Plan de
Iguala y semejante a la estadounidense), pero el Emperador Iturbide rechazó
dignamente estas traidoras proposiciones. Desde entonces Poinsett comenzó a
calumniar a Iturbide y a intrigar con todos los políticos descontentos,
persuadiéndolos de que lo que México necesitaba era la República Federal;
Poinsett y otros liberales como Ramos Arizpe, Michelena, etc., serían los
responsables de la caída del Imperio de Iturbide.
“La tendencia mexicanista de Iturbide - afirma Vasconcelos - era sincera. Del otro lado, en el liberalismo, se movía la influencia extranjera”. En 1825 el presidente Adams envió a Poinsett a México como ministro plenipotenciario, comisionado para gestionar la compra de Texas en cinco millones de dólares, pero no lo logró; años más tarde los agentes de la anexión de Texas a Estados Unidos encontraron en Poinsett un amigo proclive a esta maniobra.
“La tendencia mexicanista de Iturbide - afirma Vasconcelos - era sincera. Del otro lado, en el liberalismo, se movía la influencia extranjera”. En 1825 el presidente Adams envió a Poinsett a México como ministro plenipotenciario, comisionado para gestionar la compra de Texas en cinco millones de dólares, pero no lo logró; años más tarde los agentes de la anexión de Texas a Estados Unidos encontraron en Poinsett un amigo proclive a esta maniobra.
Prácticamente,
el territorio de Texas lo vendieron a Estados Unidos Gómez Farías, Mejía y
Zavala, a cambio de la protección de los esclavistas estadounidenses, para
reintegrarlos en el poder del que los privó Santa Anna.
Al cubano Mejía se le nombró jefe del ejército federal, reclutado en Louisiana y encargado de revolucionar en México y tomar Tampico; a Zavala director de los colonos de Texas que habían de insurreccionarse y separarse de México, ya que era uno de los principales colonos; y a Gómez Farías – como supuesto Vicepresidente de México – jefe intelectual del movimiento.
Ni sólo aquellos traidores pactaron con los masones de Nueva Orleáns la independencia de Texas, sino que se comprometieron a seguir persiguiendo a la Iglesia, mediante una serie de reformas a las leyes.[9]
Al cubano Mejía se le nombró jefe del ejército federal, reclutado en Louisiana y encargado de revolucionar en México y tomar Tampico; a Zavala director de los colonos de Texas que habían de insurreccionarse y separarse de México, ya que era uno de los principales colonos; y a Gómez Farías – como supuesto Vicepresidente de México – jefe intelectual del movimiento.
Ni sólo aquellos traidores pactaron con los masones de Nueva Orleáns la independencia de Texas, sino que se comprometieron a seguir persiguiendo a la Iglesia, mediante una serie de reformas a las leyes.[9]
En
realidad, Gómez Farías, liberal y masón, fue un gran traidor y mil veces
traidor porque dejaba morir de hambre al heroico ejército de Santa Anna que –
al decir de Pereyra – no podía sostenerse, pues le faltaba el alimento hasta
para los heridos (671); y en cambio, se solazaba a cada triunfo del invasor.
Cuando los marinos estadounidenses desembarcaban en la isla de Sacrificios gritó hecho un loco: “quemen cohetes, repiquen, viva la libertad, esto está concluido” (Cuevas, p. 261). Y como si esto fuera poco, numerosos oficiales del ejército mexicano, que eran de filiación masónica, confraternizaban con sus “hermanos” del ejército enemigo, como lo asegura un autor insospechable, el masón Mateos (Historia de la masonería, pp. 106 y 111).[10]
Cuando los marinos estadounidenses desembarcaban en la isla de Sacrificios gritó hecho un loco: “quemen cohetes, repiquen, viva la libertad, esto está concluido” (Cuevas, p. 261). Y como si esto fuera poco, numerosos oficiales del ejército mexicano, que eran de filiación masónica, confraternizaban con sus “hermanos” del ejército enemigo, como lo asegura un autor insospechable, el masón Mateos (Historia de la masonería, pp. 106 y 111).[10]
En
este sentido, Efraín González Luna escribía sobre el siglo XIX en México: Las
logias sembraban y cultivaban intensivamente; las ideologías tóxicas eran
fertilizantes activísimos: la ambición y el rencor reclutaban copiosamente
voluntarios de la fácil aventura del poder político, que lo era también de la
riqueza, de fanatismo sectario, del ensayo social a costa ajena y de la
impunidad.[11]
El sitio de
Veracruz
A principios de
1860 Miramón sitió a Veracruz para impedir que Juárez siguiera legislando desde
ahí bajo la égida estadounidense.
Cuando Juárez supo que los buques de Miramón
iban a bloquear Veracruz, lanzó una circular declarando piratas a los buques el
25 de febrero de 1860. Asimismo se puso en comunicación con Mister Twyman,
cónsul estadounidense en Veracruz, y por su medio con el Capitán Turner,
encargado de la flota estadounidense, la cual se hallaba entonces en la bahía
de Veracruz. Como resultado de ello, tres buques de guerra estadounidenses, el
Saratoga, el Wave y el Indianola, llevando izada la bandera de los Estados
Unidos, atacaron en aguas de México y pusieron fuera de combate a los buques
mexicanos de guerra (6 de marzo de 1860) y éstos, con su cargamento de armas
para Miramón, fueron enviados a Nueva Orleáns, acusados de piratería. Allí las
autoridades estadounidenses rechazaron la acusación de piratería y censuraron a
Turner por su acción; pero ya Juárez se había salido con la suya, y Miramón, a
consecuencia de esa intromisión injustificada de los buques estadounidenses,
tuvo que levantar el sitio de la plaza.
Juárez, sin embargo, había invocado el
poder del extranjero y sangre de mexicanos había sido derramada por tropas
extranjeras, de donde se ha deducido y concedido generalmente que Juárez
traicionó a su patria y violó su independencia a manos de un enemigo
benévolo para con él... La intervención extranjera en los asuntos de México,
era un hecho y Juárez la había provocado.
Cuando Miramón comenzó el sitio de
Veracruz, prácticamente todo el país estaba en manos de los conservadores,
menos Morelia y Veracruz; pero con la intervención de Turner, injustificable
en Derecho Internacional, el aspecto de las cosas cambió radicalmente.
Perdidos sus buques, Miramón vio imposible la captura de Veracruz, mientras que
los juaristas, apoyados moral y económicamente por los Estados Unidos y
reforzados con hombres y armas estadounidenses, salieron de sus escondites y
renovaron sus ataques por todo el interior.[12]
Daños
económicos y sociales ocasionados por las leyes de los liberales
La Constitución liberal de 1857 estableció la
independencia entre la Iglesia y el Estado; sostenía la igualdad de todos los
ciudadanos, declaró la enseñanza libre en vez de la instrucción cristiana que
se daba en las escuelas, no autorizó los votos religiosos y quitó las
restricciones de imprenta en favor de la religión católica.
En cuanto al derecho de propiedad, enfatizaba el derecho individual y limitaba, sin suprimirlo, el derecho de propiedad de las corporaciones, principalmente religiosas, por lo que privó a las corporaciones eclesiásticas de la capacidad legal de adquirir o administrar bienes raíces, con la excepción de los edificios destinados inmediata y directamente al servicio u objeto de sus instituciones y facultó los poderes para ejercer en materias de culto la intervención que dictaran las leyes.
En cuanto al derecho de propiedad, enfatizaba el derecho individual y limitaba, sin suprimirlo, el derecho de propiedad de las corporaciones, principalmente religiosas, por lo que privó a las corporaciones eclesiásticas de la capacidad legal de adquirir o administrar bienes raíces, con la excepción de los edificios destinados inmediata y directamente al servicio u objeto de sus instituciones y facultó los poderes para ejercer en materias de culto la intervención que dictaran las leyes.
Esta Constitución pretendía aliviar la presión de los
grandes sectores de campesinos sin tierra, con las tierras baldías y los
latifundios de las corporaciones civiles y religiosas. Por tanto, se
suprimieron los ejidos, las tierras comunales, y las tierras que tenía la
Iglesia.
La Constitución de 57 – formada por
una minoría radical, y aprobada casi sin discusión por la mayoría de liberales
moderados, según aseguran los mismos constituyentes (Zarco) – no tuvo en cuenta
el estudio del pueblo para quien iba a legislar, sino que quiso reformarlo todo
de un modo violento, y por eso en muchos puntos quedó sin aplicación...
Tantas aberraciones como contenía la Constitución dieron lugar no solamente a que católicos como Zuloaga, o moderados como Payno, se rebelasen contra ella, sino que rojos como Baz, y hasta su mismo promulgador – Comonfort – la desconociesen.[13]
Esta Constitución contenía tales despropósitos, aun en materia política, que era imposible gobernar con ella y así llegaron a reconocerlo inclusive algunos liberales.
Tantas aberraciones como contenía la Constitución dieron lugar no solamente a que católicos como Zuloaga, o moderados como Payno, se rebelasen contra ella, sino que rojos como Baz, y hasta su mismo promulgador – Comonfort – la desconociesen.[13]
Esta Constitución contenía tales despropósitos, aun en materia política, que era imposible gobernar con ella y así llegaron a reconocerlo inclusive algunos liberales.
A la Constitución de 1857 se añadieron después las leyes
de reforma promulgadas por Benito Juárez en 1859, las cuales decretaban la
supresión de todas las Órdenes religiosas y la nacionalización de todos los
bienes del clero secular y regular. Además, se declaraba al matrimonio como un
contrato meramente civil, sujeto solamente a las autoridades civiles.
Juárez, encerrado en Veracruz bajo el
amparo de los yanquis, se dedicaba a promulgar sus famosas leyes de Reforma.
Por ellas decretó no ya la separación entre la Iglesia y el Estado, sino la
subordinación de aquélla a éste...
Esta ley... aparte de ser injusta, fue inconstitucional, puesto que – como escribe D. Blas Gutiérrez – “la Constitución reconociendo a la Iglesia no podía expropiarla porque no pidió su consentimiento ni la indemnizó; ni podía confiscarla porque la confiscación estaba prohibida por el artículo 22” (leyes de Reforma, pp. 2 y 38). Así pues, esa ley, como todas las de Reforma, fue una adición que desgarraba cada artículo de la ley fundamental a la cual Juárez tenía por bandera y reformaba a cañonazos, que dijera Rabasa (La organización política de México, p. 162).[14]
Esta ley... aparte de ser injusta, fue inconstitucional, puesto que – como escribe D. Blas Gutiérrez – “la Constitución reconociendo a la Iglesia no podía expropiarla porque no pidió su consentimiento ni la indemnizó; ni podía confiscarla porque la confiscación estaba prohibida por el artículo 22” (leyes de Reforma, pp. 2 y 38). Así pues, esa ley, como todas las de Reforma, fue una adición que desgarraba cada artículo de la ley fundamental a la cual Juárez tenía por bandera y reformaba a cañonazos, que dijera Rabasa (La organización política de México, p. 162).[14]
Fue patente el
despilfarro que se hizo de los bienes de la Iglesia y del saqueo de que fueron
víctimas algunos templos, como las catedrales de México, Morelia, Zacatecas, y
la Colegiata de Santa María de Guadalupe.
Jamás gobierno alguno del México independiente había tenido tantos recursos a su disposición como el de Juárez en 1861, a consecuencia de la nacionalización de los bienes eclesiásticos, que importaron más de 60 millones de pesos. Pero jamás tampoco había habido el despilfarro que entonces. Los bienes se regalaban por casi nada y en realidad sólo sirvieron para enriquecer a unos cuantos.
Jamás gobierno alguno del México independiente había tenido tantos recursos a su disposición como el de Juárez en 1861, a consecuencia de la nacionalización de los bienes eclesiásticos, que importaron más de 60 millones de pesos. Pero jamás tampoco había habido el despilfarro que entonces. Los bienes se regalaban por casi nada y en realidad sólo sirvieron para enriquecer a unos cuantos.
Según las leyes
civiles, no podía venderse ninguna propiedad nacional si no era en subasta
pública y previo avalúo. Nada de esto se observó entonces. Las ventas se
verificaron por contratos secretos, los cuales desaparecieron cuando Juárez
marchó a San Luis Potosí. Como ejemplo de venta censurable se cita la del Colegio
de Puebla tasado en 200 mil pesos y vendido en cinco mil.[15]
Con estas medidas se fortaleció el poder del Estado; sin
embargo, la desamortización de los bienes de las corporaciones, extendida a las
propiedades comunales de pueblos, de las comunidades indígenas, de
congregaciones religiosas, etc., despojaba a los menos preparados para vivir,
perjudicando también a los municipios a los que despojó de sus “propios” y
provocó un aumento de desheredados, además de favorecer el latifundismo al no
poner traba alguna a los poderosos.[16] En este sentido, José Vasconcelos, el “Maestro de
América”, se refiere a su paisano oaxaqueño en estos términos:
“La Reforma,
pues, proletarizó a las comunidades indígenas. Y es de una ironía dolorosa
considerar que fue Juárez, un indio, quien privó de sus tierras a sus
compatriotas que la ley española había elevado a la categoría de propietarios”.[17]
Al desamortizarse las
tierras de la Iglesia, valuadas en aproximadamente una vigésima quinta
parte del valor total de las tierras del país en aquel entonces, tierras productivas dedicadas al Bien Común
(y de mala fe llamadas de “manos muertas”), los campesinos, peones pobres
respetuosos de las excomuniones de la Iglesia, no pudieron comprar estas
tierras. Los bienes de la Iglesia pasaron entonces a unas “manos tan vivas”,
que en diez años se desaparecieron.
Por otra parte, en una época en la prácticamente no había
bancos, la principal fuente de crédito había sido la Iglesia, la cual prestaba
entonces su capital al módico interés de 6% anual, por lo que la Iglesia
Católica en México, más que una mano muerta que poseía esos capitales era una
mano bienhechora, pues prestaba dinero por más de lo que valían las fincas,
además de prestar sus tierras a los campesinos a una módica renta.
En cambio, con las nuevas leyes, quienes contrataban créditos hipotecarios después de la desamortización, tuvieron que hacerlo con particulares que cobraban el 2% mensual cuando menos, ya que otra ley había permitido la libertad ilimitada en el tipo de interés, por lo cual, los pobres cayeron en poder de usureros sin entrañas. Además, millares de niños y de enfermos se quedaron sin instrucción y sin auxilios, es decir, el gobierno los dejó en la miseria y en el desamparo.
En cambio, con las nuevas leyes, quienes contrataban créditos hipotecarios después de la desamortización, tuvieron que hacerlo con particulares que cobraban el 2% mensual cuando menos, ya que otra ley había permitido la libertad ilimitada en el tipo de interés, por lo cual, los pobres cayeron en poder de usureros sin entrañas. Además, millares de niños y de enfermos se quedaron sin instrucción y sin auxilios, es decir, el gobierno los dejó en la miseria y en el desamparo.
Al repartirse las tierras desamortizadas de la Iglesia
con las tierras de comunidades y de ejidos, se formaron los latifundios, pues
las tierras quedaron en manos de unos cuantos extranjeros, criollos y mestizos
que sí tenían capital y no temían las leyes de la Iglesia en la que no creían.
Eso resultó ser un gran bocado para
los ricos sin escrúpulos, golosos de tierras... A esos ricos los llama Molina
Enríquez “Nuevos Criollos”, en cuyas venas ni siquiera corría siempre sangre
española.[18]
Gobierno en bancarrota
No pasó mucho tiempo sin que el despilfarrado gobierno de Juárez se encontrase otra vez en estrecheces económicas, al grado de resolver (ley del 27 de julio de 1861) la suspensión del pago de la deuda exterior por dos años. Tal decisión hizo que España e Inglaterra sospechasen una insolvencia del gobierno.[19]
En efecto, tan pésima fue la administración del gobierno
juarista, que en poco tiempo se encontraba en bancarrota y tenía que pedir
un préstamo forzoso y ordenar, por medio del Congreso “que se faculta al
gobierno para que se proporcione recursos de cualquiera manera que sea con el
fin de destruir a la reacción” (Cuevas).
Por su parte los Estados Unidos por conducto de su representante Mr. Corwin, ofrecieron a Juárez un préstamo con hipoteca de terrenos baldíos en varios Estados del norte, pagaderos en seis años so pena de perder México esos terrenos baldíos. Juárez aceptó el convenio, no así el Senado norteamericano. Además, Juárez consintió, por medio del convenio “Wike-Zamacona” que los agentes consulares ingleses cobrasen directamente de las aduanas, o más bien, de los importadores, las asignaciones para los tenedores de bonos, autorizándolos para examinar los libros.
El liberal Vigil confiesa que este convenio “hubiera equivalido a perder nuestra soberanía sin disparar un cañonazo, incompatible absolutamente con el honor y la independencia de la República”.[20]
Por su parte los Estados Unidos por conducto de su representante Mr. Corwin, ofrecieron a Juárez un préstamo con hipoteca de terrenos baldíos en varios Estados del norte, pagaderos en seis años so pena de perder México esos terrenos baldíos. Juárez aceptó el convenio, no así el Senado norteamericano. Además, Juárez consintió, por medio del convenio “Wike-Zamacona” que los agentes consulares ingleses cobrasen directamente de las aduanas, o más bien, de los importadores, las asignaciones para los tenedores de bonos, autorizándolos para examinar los libros.
El liberal Vigil confiesa que este convenio “hubiera equivalido a perder nuestra soberanía sin disparar un cañonazo, incompatible absolutamente con el honor y la independencia de la República”.[20]
No sabe qué hacer con el ejército
Una vez concluida la intervención francesa en 1867, Juárez no supo resolver el problema de la integración de los militares a la vida civil.
Al tiempo de la toma de Querétaro y de
la capital, había unos 90,000 hombres sobre las armas, lo cual creaba el
difícil problema de volver a encauzarlos en la vida civil. Para el modo iluso
de ver que tenía Juárez, los soldados no habían hecho más que cumplir con un
deber patriótico y con eso terminaban las responsabilidades del gobierno para
con ellos, según aquel dicho de que:
“El Moro ha prestado su servicio, ya puede irse el Moro”. Como el erario público estaba casi vacío después de tantos años de guerra, Juárez desechó la idea de otorgar pensiones militares, por falta de dinero, una vez agotados y vergonzosamente disipados los recursos que su gobierno había obtenido de la desamortización de los bienes del Clero. Así pues, reteniendo un ejército de 20,000 hombres, despidió a los demás a sus casas, sin más preliminares, pero dejando amargados a los soldados, quienes al retirarse decían de Juárez que era “ingrato e inhumano”...
Los 70,000 soldados que Juárez había licenciado, sin otra recompensa que un “gracias”, se convirtieron en una amenaza social, y aunque muchos volvieron a la vida civil ordinaria, otros muchos, en cambio, no quisieron o no pudieron hacerlo, y la sangre les hervía en las venas, puesto que lo único que sabían de México eran las conmociones políticas y revolucionarias de que éste había sido escenario en los últimos cincuenta y tantos años.
La educación, como resultado de las restricciones impuestas por la Constitución de 1857 y las leyes penales de Juárez había sucumbido por completo. Las florecientes escuelas religiosas habían dejado de existir, pero ninguna otra había venido a reemplazarlas. En vez de libros, se habían repartido machetes, rifles y espadas, y en vez de aprender el cultivo de la tierra, habían aprendido a matar.
“El Moro ha prestado su servicio, ya puede irse el Moro”. Como el erario público estaba casi vacío después de tantos años de guerra, Juárez desechó la idea de otorgar pensiones militares, por falta de dinero, una vez agotados y vergonzosamente disipados los recursos que su gobierno había obtenido de la desamortización de los bienes del Clero. Así pues, reteniendo un ejército de 20,000 hombres, despidió a los demás a sus casas, sin más preliminares, pero dejando amargados a los soldados, quienes al retirarse decían de Juárez que era “ingrato e inhumano”...
Los 70,000 soldados que Juárez había licenciado, sin otra recompensa que un “gracias”, se convirtieron en una amenaza social, y aunque muchos volvieron a la vida civil ordinaria, otros muchos, en cambio, no quisieron o no pudieron hacerlo, y la sangre les hervía en las venas, puesto que lo único que sabían de México eran las conmociones políticas y revolucionarias de que éste había sido escenario en los últimos cincuenta y tantos años.
La educación, como resultado de las restricciones impuestas por la Constitución de 1857 y las leyes penales de Juárez había sucumbido por completo. Las florecientes escuelas religiosas habían dejado de existir, pero ninguna otra había venido a reemplazarlas. En vez de libros, se habían repartido machetes, rifles y espadas, y en vez de aprender el cultivo de la tierra, habían aprendido a matar.
El mismo Juárez les había enseñado el
modo de confiscar, destrozar y saquear, así que, una vez suprimida la sanción
oficial, se dejaron llevar de su propia iniciativa, y a consecuencia fue que
bandas de salteadores, ladrones y asesinos, merodeaban por los caminos e
infestaban el país.
Su herencia era el desorden y la violencia, y aun hubo antiguos generales que se hicieron jefes de bandoleros. Con frecuencia había secuestros de personas para exigir rescate. Los historiadores llegan a llamar a este periodo “la época de los plagios”. Juárez se alarmó seriamente, y logró por fin que se dieran leyes para poner dique a los males del bandidaje.[21]
Su herencia era el desorden y la violencia, y aun hubo antiguos generales que se hicieron jefes de bandoleros. Con frecuencia había secuestros de personas para exigir rescate. Los historiadores llegan a llamar a este periodo “la época de los plagios”. Juárez se alarmó seriamente, y logró por fin que se dieran leyes para poner dique a los males del bandidaje.[21]
Porfirio Díaz aprovechó hábilmente la impopularidad de
Juárez entre los soldados y más tarde surgiría el partido político de los
porfiristas.
Por temor al poder político de los porfiristas, Juárez le
ofreció a Porfirio Díaz el puesto de Presidente de la Suprema Corte de
Justicia, aunque era evidente su incapacidad legal y su falta de
preparación para el cargo, el cual requería de un jurisconsulto. De todos
modos, el general Díaz no aceptó la oferta, aunque había estudiado algo de
leyes.
Otra vez compromete la integridad del territorio nacional
El gobierno de Juárez se encontró, al
triunfo del partido liberal, con una situación por demás dolorosa. Los
capitales habían huido al extranjero; la industria se encontraba en bancarrota;
las personas de verdadero valer habían emigrado o se habían retirado de la
política; el bandolerismo se hallaba en su apogeo y, para colmo de desgracias,
el gobierno, con sus reformas legales a la Constitución y su persecución
religiosa contribuyó a aumentar el caos y la anarquía.
El gobierno juarista... celebró dos
contratos con poderosas compañías yanquis hipotecando terrenos de Tamaulipas y
de San Luis Potosí y comprometiendo la integridad territorial de la Baja
California. Se reformó la Constitución sin los requisitos establecidos por
ella.[22]
Otras incongruencias
En las elecciones presidenciales de 1871 Juárez, Lerdo y Díaz se presentaron como candidatos, resultando ganador Benito Juárez, aunque con evidentes fraudes electorales. Porfirio Díaz se levantó en armas con el Plan de la Noria para arrojar del poder a Juárez, pero fracasó.
Juárez gobernó durante 15 años, más del doble que Antonio
López de Santa Anna, quien apenas pudo sumar unos seis años de gobierno. Santa
Anna, ambicioso y petulante, astuto y despótico, fue más que nada,
Santaannista, y si es verdad que reprimiendo el vandalismo hizo bien al país,
con todo, su dictadura, particularmente la de 1853-1855, hizo gemir de dolor al
pueblo.
Y sin embargo, debe advertirse que esta última vez, para evitar la anarquía que se extendió sobre la nación después de la infame guerra que nos hizo Estados Unidos, fueron los mismos yorkinos los que lo reinstalaron en el poder, ya que yorkinos fueron Gregorio Dávila y Benito Juárez que lo llamaron a la presidencia, y yorkinos también Basabre y Miguel Lerdo de Tejada, que fueron a traerlo hasta su destierro de Colombia, como lo asienta el masón José M. Mateos en su “Historia de la masonería en México” (cap. XVII, p. 124).[23]
Y sin embargo, debe advertirse que esta última vez, para evitar la anarquía que se extendió sobre la nación después de la infame guerra que nos hizo Estados Unidos, fueron los mismos yorkinos los que lo reinstalaron en el poder, ya que yorkinos fueron Gregorio Dávila y Benito Juárez que lo llamaron a la presidencia, y yorkinos también Basabre y Miguel Lerdo de Tejada, que fueron a traerlo hasta su destierro de Colombia, como lo asienta el masón José M. Mateos en su “Historia de la masonería en México” (cap. XVII, p. 124).[23]
A Juárez se le ha cuestionado por no haber mostrado
magnanimidad con Maximiliano, quien era como él un liberal, cuando éste fue
derrotado por las tropas juaristas y fusilado en el cerro de las Campanas en
1867.
Casi todas las acusaciones que se
hicieron a Maximiliano, podían con igual derecho hacérselas a sí mismos Juárez
y sus secuaces; pero a Juárez le importaba tremendamente la sentencia de muerte
del Emperador... Hasta supo desentenderse de la súplica que le envió Seward
pidiendo clemencia... No era Juárez para tomar a Lincoln como dechado.[24]
Además de esto, no hay que olvidar que
la mayor parte de los liberales se adhirió, con todo el pueblo, a la
intervención y al Imperio. Risa da, pues, la estúpida ley del 25 de mayo de
1862, promulgada por Juárez, en que se declara traidores a los
intervencionistas y monarquistas porque – como lo apunta Pereyra – “declaraba
prácticamente culpables a todos los mexicanos, puesto que la autoridad de
Maximiliano fue reconocida por la gran mayoría del pueblo”...
Los mismos liberales no pudieron menos de servir a quien les ayudaba a vivir en orden y tranquilidad, porque para ellos el Imperio – como dice Bulnes – “fue la verdadera gloria, la verdadera Patria, la verdadera doctrina política” (463). En vista de esto no es de extrañar que Payno haya encontrado – después del Imperio – ciento cuatro mil solicitudes de empleo al gobierno de Maximiliano, hechas por los liberales, por lo que Lerdo de Tejada le dijo: “si publica usted la lista nos quedamos sin partido liberal” (Bulnes, 577).
Pero, qué más: el mismo Juárez pidió desde el Paso, Texas, donde vivía, a su apoderado en México, que revalidara los bienes eclesiásticos que se adjudicó, reconociendo por ese hecho la autoridad del Emperador...
Los mismos liberales no pudieron menos de servir a quien les ayudaba a vivir en orden y tranquilidad, porque para ellos el Imperio – como dice Bulnes – “fue la verdadera gloria, la verdadera Patria, la verdadera doctrina política” (463). En vista de esto no es de extrañar que Payno haya encontrado – después del Imperio – ciento cuatro mil solicitudes de empleo al gobierno de Maximiliano, hechas por los liberales, por lo que Lerdo de Tejada le dijo: “si publica usted la lista nos quedamos sin partido liberal” (Bulnes, 577).
Pero, qué más: el mismo Juárez pidió desde el Paso, Texas, donde vivía, a su apoderado en México, que revalidara los bienes eclesiásticos que se adjudicó, reconociendo por ese hecho la autoridad del Emperador...
Maximiliano, por su parte, - frívolo y
versátil en extremo – no resultó el gobernante que se esperaba, porque gobernó
con las injustas y aborrecidas leyes liberales de Juárez y con un ministerio
por entero liberal...
Se rodeó de liberales, él que era liberal, y los liberales fueron minando su trono; y cuando se vio sin el apoyo de las bayonetas francesas y sin el auxilio de los liberales que lo abandonaban, entonces y sólo entonces se echó en brazos del partido conservador a quien había despreciado y hasta tratado de disolver; partido que, dando una muestra de suma lealtad, lo protegió hasta que pudo.[25]
Se rodeó de liberales, él que era liberal, y los liberales fueron minando su trono; y cuando se vio sin el apoyo de las bayonetas francesas y sin el auxilio de los liberales que lo abandonaban, entonces y sólo entonces se echó en brazos del partido conservador a quien había despreciado y hasta tratado de disolver; partido que, dando una muestra de suma lealtad, lo protegió hasta que pudo.[25]
La Nación oprimida por el liberalismo
Efraín González Luna se refiere a la opresión de la Nación en estos términos: La época que se cierra en Querétaro con el fusilamiento de Maximiliano y sus principales generales, en 1867, aseguró no sólo un triunfo episódico del “partido liberal”, sino su predominio absoluto por mucho tiempo, la consolidación de la reforma secularizada y anti-religiosa...
La nueva época que se inicia al
consumarse la ruina del Segundo Imperio no ha sido tampoco de ingreso a la
normalidad política, de organización real y funcionamiento práctico de
instituciones en que tuviera cumplimiento el ideario que selló su triunfo en
Querétaro.
El Estado mexicano siguió sometido a régimen faccioso y subsistió la tensión patológica que tiene que ser la tónica de la vida pública cuando se basa en una antinomia radical, en un conflicto no liquidado: la antinomia entre una realidad social que se afirma incesantemente y un molde oficial que la repudia y en el que es metida por la fuerza; el conflicto entre un pueblo despojado del derecho de representación, a pesar de los textos legales y de la propaganda, y el gobierno faccioso que se le impone.[26]
El Estado mexicano siguió sometido a régimen faccioso y subsistió la tensión patológica que tiene que ser la tónica de la vida pública cuando se basa en una antinomia radical, en un conflicto no liquidado: la antinomia entre una realidad social que se afirma incesantemente y un molde oficial que la repudia y en el que es metida por la fuerza; el conflicto entre un pueblo despojado del derecho de representación, a pesar de los textos legales y de la propaganda, y el gobierno faccioso que se le impone.[26]
La gestación de un gran estallido social:
la Revolución Mexicana de 1910
La desamortización, de la que ya hemos hablado, aumentó el número de los desheredados y preparó la reivindicación que tarde o temprano habría de venir: la Revolución Mexicana, tal como se presentó y con sus sangrientos caracteres en la segunda década del siglo XX.
Es así como la Constitución de 1857, en lo positivo que
tiene de legalidad social, como en sus deficiencias y en sus violaciones
posteriores, preparó el movimiento revolucionario que formó la Constitución de
1917, en que aparece ya una concepción nueva del Estado, con ingerencia en la
economía, más directa y orientada para el bien de todos.[27]
Carlos Castillo Peraza señala que en el Congreso de 1931
de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), en el que se abordaron
diversos problemas de México, se afirmó, en relación con la cuestión agraria
que:
Los abusos de los liberales...
trajeron como consecuencia un malestar social que fue uno de los factores más
importantes de la Revolución de 1910.[28]
En efecto, hacia 1909
las estadísticas mostraban que el 97 % de la superficie rural de la República
mexicana estaba en manos de 830 terratenientes, el 2 % pertenecía a pequeños
propietarios y el 1 % a los pueblos.
El eje del sistema hacendario eran el terrateniente y el
administrador, quienes sólo se preocupaban de recibir su parte en las cosechas;
no se modernizó la técnica agrícola ni se formó una amplia clase media
mercantil.
- Grandes extensiones de tierra se dejaban sin cultivar
- Los salarios eran muy bajos, y en muchas ocasiones se
pagaba en especie
- En las tiendas de raya, los peones de la hacienda se
endeudaban heredando las deudas a sus hijos
- La hacienda era autosuficiente: policías, jueces,
prisiones, arrieros, carpinteros, etc., le eran propios
- Con la protección a la industria, no se apoyó el
mejoramiento del nivel del pueblo, como mercado interno
- Los inversionistas mexicanos fueron aceleradamente
desplazados por la afluencia de capitales extranjeros. Los estadounidenses, al
fin del porfirismo, poseían más que todos los mexicanos juntos
- El desprecio del sujeto de la economía: el pueblo
- El analfabetismo era del 73.9 %, 78 % eran escuelas
públicas y 22 % privadas, pero sólo el 28 % de la población escolar era
atendida; más del 50 % de las viviendas, según el censo de 1910, eran “chozas”;
más de 13 mil familias no tenían hogar; 100 mil personas dormían a campo raso y
25 mil en dormitorios o mesones
- La deficiente higiene y la mala salud
pública, como resultado de la mala alimentación y deficiente vivienda,
propiciaba epidemias como el tifo. Para quienes ganaban de 10 a 15 centavos
diarios, comprar un jabón significaba el 25 % de sus ingresos. Había gran
escasez de agua
- La servidumbre de los pobres, con las consecuentes
humillaciones, castigos desproporcionados, jornadas inhumanas y la insalubridad
laboral en el campo y en la ciudad.[29]
Con toda razón Efraín González Luna señaló de manera
contundente:
fue el liberalismo quien comprometió la suerte de la
libertad, donde realmente se aplicó. En México dejó en libertad a una minoría y
oprimió a la Nación.[30]
La Revolución Mexicana fue planeada por la masonería
La Revolución Mexicana es el episodio más trágico de la historia de México.
Un acontecimiento planeado y sostenido por los Estados Unidos, con la complicidad de la masonería mexicana y angloamericana, que sumió al país en la anarquía y quiso destruir nuestra Religión Católica, así como todo orden político de inspiración cristiana.
Leer más en:
http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/padre-eduardo-hayen/iglesia-y-revolucion-mexicana/
La Revolución Mexicana fue planeada por la masonería
La Revolución Mexicana es el episodio más trágico de la historia de México.
Un acontecimiento planeado y sostenido por los Estados Unidos, con la complicidad de la masonería mexicana y angloamericana, que sumió al país en la anarquía y quiso destruir nuestra Religión Católica, así como todo orden político de inspiración cristiana.
Leer más en:
http://www.diocesisdeciudadjuarez.net/opinion/padre-eduardo-hayen/iglesia-y-revolucion-mexicana/
Juárez frente a Manuel Gamio y a
José Bravo Ugarte
Manuel Gamio, antropólogo que influyó considerablemente en el impulso indigenista de la Revolución, escribió el libro Forjando patria (1916), en el cual puso en duda la aptitud de Juárez como símbolo nacional. Gamio arguyó que la consagración de Juárez como héroe era el resultado de los esfuerzos de una minoría de mexicanos que habían tenido siempre “voz y voto”.
Para la mayoría de los mexicanos, continuó diciendo Gamio, a Juárez le falta significado, pues aunque miembro de la raza indígena, Juárez poseía una cultura europea. Además, hizo poco por los indios.[31]
El destacado historiador José Bravo Ugarte afirma que: ...
es de notar que el hombre símbolo de la Constitución de 1857 violase tan
manifiestamente, con el plebiscito, su artículo 127, que reservaba toda reforma
constitucional al Congreso y a las Legislaturas.
Salvo pequeñas interrupciones, Juárez usó siempre, aun durante este Periodo Constitucional, de “facultades extraordinarias”, dándoles la mayor amplitud posible: comenzó por prorrogarse las que se le habían concedido para hacer frente a la Intervención Francesa, alegando que, no habiéndose firmado la paz, subsistía el estado de guerra, aun cuando no hubiera ya un solo soldado francés en nuestro territorio...
La muerte encontró a Juárez en pleno y amplísimo uso de facultades extraordinarias... el presidente de la Constitución de 57 “no gobernó nunca con la Constitución”, como dice Rabasa... Juárez había perdido prestigio en el partido liberal por el anticonstitucional plebiscito con que deseaba reformar la Constitución y por las reformas que hizo a la Ley Electoral (14 de agosto de 1867)...
Salvo pequeñas interrupciones, Juárez usó siempre, aun durante este Periodo Constitucional, de “facultades extraordinarias”, dándoles la mayor amplitud posible: comenzó por prorrogarse las que se le habían concedido para hacer frente a la Intervención Francesa, alegando que, no habiéndose firmado la paz, subsistía el estado de guerra, aun cuando no hubiera ya un solo soldado francés en nuestro territorio...
La muerte encontró a Juárez en pleno y amplísimo uso de facultades extraordinarias... el presidente de la Constitución de 57 “no gobernó nunca con la Constitución”, como dice Rabasa... Juárez había perdido prestigio en el partido liberal por el anticonstitucional plebiscito con que deseaba reformar la Constitución y por las reformas que hizo a la Ley Electoral (14 de agosto de 1867)...
Hoy es claro que no hubo segunda
guerra de Independencia en el sentido que ha querido dársele, sino una guerra
civil en la que también lucharon dos Intervenciones Extranjeras, respecto de
las cuales Juárez “es el héroe máximo del Panamericanismo o sujeción de Hispano
América al Imperio Nórdico”. Es claro también – y muy repetido por los
juaristas y políticos posteriores -, que la Constitución de 57 era una ley
falsa o inadaptada al pueblo mexicano, que alternativamente condujo por sí
misma a la dictadura o a la revolución: por consiguiente, no es mérito sino
demérito, habérsela impuesto al país.
Juárez, además, inició el periodo no
decente de nuestra Historia, haciendo gala de ser el hombre de la Ley, mientras
burlaba el sufragio y la Ley, gobernaba tiránicamente e impedía la educación
política del pueblo. Y, por sugerir el principio constantemente latente en su
vocabulario de que es “Ley lo que se promulga” (por impopular, injusto e
irracional que sea), resulta nuestro primer gran falsificador en el orden
jurídico, responsable de que en México, a partir de entonces y contra lo
que exige un deber primordial, no se mire con respeto ni a la Ley ni a las
autoridades, que tan frecuentemente han sido meras falsificaciones. Juárez fue,
finalmente, uno de los principales destructores de nuestro rico patrimonio
artístico y bibliográfico.[32]
La promoción del mito de Juárez
Charles A. Weeks, acucioso investigador de los usos
políticos e ideológicos de Juárez, revisó los periódicos, revistas, libros y
folletos publicados en México en un periodo de cien años, desde 1872 hasta
1972, y es autor del libro El mito de Juárez en México, en el cual
afirma que:
Comenzando 1887, el gobierno trató de
unir sus programas con los de Juárez por medio de una manipulación oficial
del mito de Juárez que consistía en celebraciones, estudios laudatorios y
libros de texto... Juárez existe principalmente como un mito en México... El
mito de Juárez consiste de tres elementos principales: el hombre ligado a una
realidad histórica, los significados asociados al nombre (formando, en
conjunto, el símbolo) y finalmente el grupo, institución o individuo específico
que crea y emplea el símbolo.
Este mito ha sido parte integral de la historia mexicana desde 1867... Las conmemoraciones en honor de Juárez, en la ciudad de México, a menudo se convirtieron en demostraciones de elogio de los ocupantes de la silla presidencial... Los representantes del PRI tomaron siempre parte y a menudo hicieron discursos... Organizaciones estudiantiles y laborales, formadas generalmente por empleados gubernamentales con el día libre, formaban las necesarias “masas”... Las publicaciones del gobierno ayudaron a los presidentes de la República en su esfuerzo para aprovechar y elaborar el mito de Juárez...
En 1959 un decreto estableció una Comisión de Libros de Texto Gratuitos... El patrocinio gubernamental de los centenarios de Juárez culminó con la proclamación de 1972 como “Año de Juárez” en México... Ya en 1972 los gobiernos mexicanos tal vez se habían convertido en los agentes más importantes en el desarrollo y perpetuación del mito de Juárez en México.[33]
Este mito ha sido parte integral de la historia mexicana desde 1867... Las conmemoraciones en honor de Juárez, en la ciudad de México, a menudo se convirtieron en demostraciones de elogio de los ocupantes de la silla presidencial... Los representantes del PRI tomaron siempre parte y a menudo hicieron discursos... Organizaciones estudiantiles y laborales, formadas generalmente por empleados gubernamentales con el día libre, formaban las necesarias “masas”... Las publicaciones del gobierno ayudaron a los presidentes de la República en su esfuerzo para aprovechar y elaborar el mito de Juárez...
En 1959 un decreto estableció una Comisión de Libros de Texto Gratuitos... El patrocinio gubernamental de los centenarios de Juárez culminó con la proclamación de 1972 como “Año de Juárez” en México... Ya en 1972 los gobiernos mexicanos tal vez se habían convertido en los agentes más importantes en el desarrollo y perpetuación del mito de Juárez en México.[33]
El 19 de diciembre
de 1948, en un mitin de los Sinarquistas en el Hemiciclo a Juárez de la Ciudad
de México, se cubrió su estatua con una capucha negra “porque no queremos mirar
a este bandido ni queremos que él nos mire a nosotros”.
Este acontecimiento motivó que liberales y masones lanzaran consignas y protestas. Los juaristas pidieron la disolución de la Unión Nacional Sinarquista y la proscripción legal de su brazo político, el Partido Fuerza Popular. Se canceló el registro del partido y en desagravio al “benemérito”, se declaró al 21 de marzo, fecha del natalicio de Juárez, como día feriado.[34]
Este acontecimiento motivó que liberales y masones lanzaran consignas y protestas. Los juaristas pidieron la disolución de la Unión Nacional Sinarquista y la proscripción legal de su brazo político, el Partido Fuerza Popular. Se canceló el registro del partido y en desagravio al “benemérito”, se declaró al 21 de marzo, fecha del natalicio de Juárez, como día feriado.[34]
Acción Nacional vs. el mito de Juárez
Weeks afirma que el Partido Acción Nacional trató a Juárez como una creación “oficial”, algo diferente del hombre real, y de importancia para los que lo alababan sólo como medio de afianzar sus intereses. Por ejemplo, el periódico (la revista) del PAN, “La Nación”, reaccionó ante la celebración del 21 de marzo de 1953 y dijo que fue un asunto en el que los participantes usaron a Juárez sólo como un medio para promover su causa.[35]
“La Nación” caracterizó la conmemoración de
1959 como una reunión de “la familia”. Todos los que asistieron - dijo “La Nación”
-, estaban vinculados con la maquinaria oficial. “El verdadero sentido de la
presencia de obreros y burócratas en los lugares de homenaje – comentó La
Nación – lo sintetizó un cartel que fue colocado en el Instituto
Psicopedagógico, dependiente de la Secretaría de Educación:
Los que asistan a la ceremonia de
Aniversario del Benemérito – decía –
podrán tomar sus vacaciones
desde el lunes.[36]
“La Nación” atacó lo que consideraba la
corrupción del gobierno de Alemán, por medio de una referencia a Juárez: “Si –
dijo La Nación – de acuerdo con la frase de sus mismos partidarios, Juárez
guardó – sin aplicar – la Constitución para salvarla, las cosas se ponían más
fáciles. Y el general Sánchez Taboada se siente dispuesto a ‘salvar’ la
Constitución y hasta la democracia, mientras no falten los regalitos a cargo
del presupuesto”.[37]
En 1971 “La Nación” señaló que los
seguidores de Echeverría, el candidato del PRI, emplearon la celebración del
nacimiento de Benito Juárez con el fin de atraer apoyo para su candidato,[38]
reseñó Weeks.[39]
Juárez frente a Manuel Gómez Morín
Si se me pregunta qué pienso de Juárez, autor de los primeros fraudes electorales, y de los más constantes, puedo decir que fue un mexicano típico del partido oficial.[40]
Benito Juárez era Guadalupano
El 11 de agosto de 1859, Benito Juárez, presidente de la República, ordena, por decreto, que se considere el 12 de diciembre como fiesta nacional.
Leer más en:http://www.bernardolopezrios.blogspot.mx/2013/07/normal-0-21-false-false-false-es-mx-x.html
[1] Castillo Peraza, Carlos. México: de la frontera conflictiva a
la construcción del mundo, en Palabra, revista doctrinal e
ideológica del Partido Acción Nacional, Año 12, No. 48, abril-junio, México
1999, p. 22
[2] Ibid., p. 21
[3] Cf. García Gutiérrez, Jesús. Apuntes para una vida del Lic.
Benito Juárez, México (s.f.).
[4] Schlarman, Joseph H.L. México, Tierra de Volcanes, de
Hernán Cortés a Miguel de la
Madrid Hurtado, Porrúa, México 1993, p. 357
[5] Ibid., p. 358
[6] Cf. Márquez Montiel,
Joaquín. Historia de México, segundo año, JUS, México 1969, p. 161
[7] Schlarman, op. cit., pp. 360-361
[8] Reed Torres, Luis. Al servicio del enemigo de México, La verdad sobre Benito Juárez y el Partido
Liberal, México 2006, pp. 177-178
[9] Márquez Montiel, Joaquín. Apuntes de Historia Genética
Mexicana, JUS, México 1950, p. 79
[10] Ibid., pp. 89-90
[11] González Luna, Efraín. Los católicos y la política en México,
Condición política de los católicos mexicanos, JUS, México 1988, p. 38
[12] Márquez Montiel, Apuntes de Historia Genética Mexicana, pp. 362-363
[13] Ibid., pp. 107-108
[14] Ibid., pp. 115-116
[15] Gutiérrez Casillas, S.J., José. Historia de la Iglesia
en México, editorial Porrúa, México 1984, p. 317
[16] Cf. Conferencia del Lic. José González Torres. La
Constitución, el
pensamiento liberal y Acción Nacional, en Romero Silva, Gabriel. Memorias del PAN (1957-1959), Tomo V,
EPESSA, México 1993, pp. 23-26
[17] Vasconcelos, José. Breve
Historia de México, Colección Linterna
Mágica, No. 30, editorial Trillas, México 1998, p. 296
[18] Schlarman, op. cit., p. 444
[19] Ibid., p. 367
[20] Márquez Montiel, Historia de México, op. cit, pp. 167-168
[21] Schlarman, op. cit., pp. 445-448
[22] Márquez Montiel, Historia de México, op. cit., pp. 202-203
[23] Márquez Montiel, Apuntes de Historia Genética Mexicana,
op. cit., pp. 98-99
[24] Schlarman, op. cit., p. 433
[25] Márquez Montiel, Apuntes de Historia Genética Mexicana,
op. cit., pp. 125, 131y 133
[26] González Luna, Los católicos y la política en México, op.
cit., pp. 44 y 46. Para comprender cómo fue posible que una minoría
anticlerical, antirreligiosa, a veces fanáticamente antirreligiosa, lograra
tomar el poder y fuera capaz de imponer contenidos doctrinarios, así como una
Constitución que no estaban de acuerdo con las convicciones de la gran mayoría
del pueblo mexicano, puede leerse el interesante y esclarecedor estudio de
psicología social del doctor Juan Auping Birch (México y la modernización:
la autoimagen compleja del mexicano en el cambio, en México en el
Cambio, Fundación Konrad Adenauer, México 1992, pp. 34-44), quien explica
cómo a raíz del trauma del mestizaje se cristalizaron conductas desordenadas
durante una evolución cultural de siglos, que hasta cierto punto fueron causa
de rezagos económicos y políticos de México.
[27] Loza Macías, Dr. Manuel. El
Pensamiento Económico y la
Constitución de 1857, editorial Revista Milicia, A.C.
(Congregaciones Marianas), México 1984, pp. 280-281. (Primera edición,
editorial JUS, 1959). Previamente doctorado en economía por la Universidad Católica
de Milán, el autor presentó esta tesis con la que obtuvo el doctorado en
filosofía por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Cabe mencionar que
el expresidente Miguel de la
Madrid realizó su tesis de licenciatura en derecho con similar título: “El pensamiento económico en la Constitución mexicana
de 1857”,
en la que poco aborda temas económicos y sí bastante más cuestiones de orden
jurídico. La política económica de tendencia neoliberal (de la Madrid- Salinas de
Gortari-Zedillo) se inicia en el sexenio de Miguel de la Madrid, el cual estuvo
marcado por una galopante inflación, controlada al final de su mandato por un
pacto de “solidaridad” económica con control de precios y bajos salarios. Fue
en dicho sexenio cuando los comerciantes comenzaron a poner rejas al interior
de sus negocios debido al aumento de robos.
[28] Castillo Peraza, Carlos. La primera oficialidad, en Palabra,
revista doctrinal e ideológica del Partido Acción Nacional, Año 3, No. 10,
octubre-diciembre, México 1989, pp. 106-107. Castillo Peraza también señala que
se ... puede cotejar los de la generación fundadora de Acción Nacional con
los de quienes dieron vida, empuje y alma a una organización ejemplar: la Unión Nacional de
Estudiantes Católicos, la célebre UNEC. Las coincidencias son notables y bien
puede afirmarse que la primera oficialidad – “mandos intermedios” o “cuadros”,
diríamos ahora – que tuvo el PAN, estuvo mayoritariamente constituida, en
calidad y en cantidad, por unésicos. P. 104
[29] Cf. Loza Macías,
Manuel. México: ¿una Revolución
malograda?, Cuadernos para hoy,
No. 17, Secretariado Social Mexicano, México 1967
[30] El Estado en el cruce de
los caminos, en González Luna,
Efraín. La Economía
contra el Hombre y otros Ensayos, Obras de Efraín González Luna, Tomo I,
editorial JUS, México 1974, p. 158
[32] Bravo Ugarte, José. Historia de México, México I,
Independencia, caracterización política e integración social, Tomo Tercero,
JUS, México 1962, pp. 349-350 y 353
[33] Weeks, op. cit., pp. 34, 169, 137,
138, 142 y 143
[34] Cf. López Ríos,
Bernardo. El Partido Acción Nacional en la Historia de México
(1939-1988), con antecedentes y contexto internacional, Centro de
Formación Política del Comité Directivo Regional del PAN del D.F., México
2000
[35] Cf. 21 de marzo, en revista La Nación, 29 de marzo, México 1953, p. 4
[36] Cf. La familia en el monumento: con sus acarreados, en
revista La Nación,
29 de marzo, México 1959, pp. 3-4; Ver también: El finado don Benito, en
revista La Nación,
26 de julio, México 1947, pp. 3-4
[37] 18 de julio. Cómo fue el anti-constitucional juramento de la Constitución, en
revista La Nación,
24 de julio, México 1950, p. 24
[38] Cf. Revista La
Nación, 1º de abril, México 1971, p. 8
[39] Weeks, op. cit., pp. 154-155.
[40] Wilkie, James W., y Monzón de Wilkie,
Edna. México visto en el siglo XX: entrevistas con Manuel Gómez Morín,
JUS, México 1989, p. 115
Es un documento por demas ilustrativo e informativo pues describe realmente al tirano del "benemerito de las Americas" Benito Juárez a quien a través de las instituciones educativas lograron posicionar a Juanrez como el heroe que dejo legados que nos permite a los mexicanos vivir en un país en "paz y con plena democracia".
ResponderEliminarPero debemos tener en cuenta que la historia que se enseña en la aulas de escuelas publicas principalmente a través de los mal redactados libros de texto gratuitos que reparte la SEP pro todo el país, son escritos bajo los intereses del gobernante en turno
Bernardo soy Francisco Córdova, quiero platicar contigo me dices que día podemos reunimos, saludos
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