viernes, 2 de agosto de 2013

Giorgio La Pira (1904-1977): Un monje político en el siglo XX

Giorgio La Pira (1904-1977)

Un monje político en el siglo XX


Por Bernardo López Ríos *



* Católico, Apostólico y Romano, fiel a las enseñanzas de Su Santidad el Papa Francisco, de Su Santidad Benedicto XVI, Papa Emérito, del Concilio Vaticano II y del Magisterio de la Iglesia Católica

Preámbulo


En 1955 apareció un libro con el intrigante título de “El monje político”, con el fin de presentar la biografía del gran personaje medieval que fue San Bernardo de Claraval y santo de nuestra devoción. Inspirados por este sugerente título presentamos ahora al “Alcalde santo” de Florencia, en proceso de beatificación, como ejemplo a seguir por los políticos del siglo XXI.[1]


Introducción


Evidentemente que una persona con puesto político, con autoridad jurídica, si tiene autoridad moral mucho más fácilmente vivirá y promoverá la ética política –escribe Luis González Luna Morfín, S.J. 

En Europa hay uno que me impresiona muchísimo, ojal puedan leer su vida algún día, Giorgio La Pira, que fue alcalde de Florencia durante 16 años. 

Toda esa zona siempre la dominó el Partido Comunista, menos a Florencia, y en Florencia los comunistas votaban por La Pira como alcalde porque era un hombre, sí, muy buen administrador, pero sobre todo con una autoridad moral impresionante, su compromiso con los más débiles era conmovedor verdaderamente.

Cuentan sus historiadores, sobre todo en tiempo de invierno, iba siempre a pie desde su casa a la presidencia municipal; con bastante frecuencia La Pira llegaba a su oficina sin saco, sin suéter y sin zapatos, porque en el camino se había encontrado gente miserable que no tenía eso y sin la posibilidad de conseguirlo. 

Oiga –le decían-, pero señor alcalde cómo llega así, y les respondía: 

“cuánto tiempo va a tardar usted en traerme de mi casa otro suéter, otro saco y otros zapatos, y cuánto tiempo tardaría ese hombre en conseguir zapatos, suéter y saco?” 

Fue 16 años alcalde de Florencia y su autoridad moral era arrasadora.[2]

Testimonio de un amigo


Aprovecho un viaje a Roma –habla Ignace Lepp, quien escribió una autobiografía intitulada “De Marx a Cristo”- para pasar algunos días en Florencia

Me siento feliz de volver a ver una ciudad que he conocido en circunstancias tan distintas, pero esta vez me interesa su alcalde actual, Giorgio La Pira, a quien deseo ver en acción. 

Hemos intercambiado algunas cartas y he estado con él en París; pero a La Pira sólo se le comprende en su campo de combate, en su ciudad de Florencia.

Por grande que sea mi respeto hacia esos hombres de Estado sinceramente cristianos, que se llaman Salazar, Adenauer, Robert Schuman, me siento mucho más cerca de La Pira.

Constituye este el raro ejemplo de un cristiano ferviente que hace política inspirada en el Evangelio. 

Lo que más me gusta en La Pira es que no es nada moderado. 

Si hubiera que situarlo en el tablero político, sería menester colocarlo no a la derecha, sino más a la izquierda que a los partidos marxistas. 

Bien lo saben los comunistas y por eso le son tan hostiles y se confabulan con la derecha reaccionaria para sacarlo de la municipalidad.

Nada más ridículo que tratar a La Pira de cripto-comunista. Él hace tanto caso de las leyes económicas del materialismo histórico como los políticos y economistas capitalistas. 

La Pira no es nada más que un cristiano. Aunque profesor de economía política por oficio, está tan poco convencido de la prioridad del factor económico que nunca vacila en desdeñar todas sus leyes, cuando el Evangelio le dicta una conducta distinta.

En una ocasión los especialistas habían “probado” que una gran usina de Florencia no era económicamente viable y que, por consiguiente, había que cerrarla. 

La Pira sólo sabía una cosa: el cierre de la usina reduciría a la desocupación y a la miseria a varios miles de familias. 

Haciendo caso omiso de los derechos de propiedad, aparentemente sagrados, él hizo requisar la usina y la puso en marcha. Al actuar así iba contra la ley, pero este jurista no admite que la caridad cristiana deba ser sacrificada a la ley. 

Lo más asombroso es que, al funcionar en tales condiciones, la empresa no quebró, sino que produjo buenos dividendos.

Soy, como todos los cristianos, sensible a la pobreza evangélica en que vive el alcalde de Florencia. 

El hecho de que habite una humilde celda de monje, que distribuya su salario entre los pobres es algo que nos recuerda las acciones de los grandes santos.

Incluso físicamente, me parece que La Pira se asemeja a San Francisco de Asís. Sin embargo, La Pira es un místico muy del siglo XX. 

Ejerce la política, se ocupa de problemas del trabajo, lucha contra la guerra atómica. Para evitar una nueva guerra, mucho más mortífera sin duda que las precedentes, La Pira no comprende por qué no ir a tratar con los sucesores de Stalin. 

Más aún, él aplaudiría con todas sus fuerzas si el Papa invitara a Kruschtchev al Vaticano. ¿Acaso San Francisco no se hizo amigo del lobo?

Mejor que Salazar, Giorgio La Pira es un testimonio de que es posible ejercer la política cristianamente. 

Pero, a la luz de la reflexión, surge claramente que para que esta política sea al mismo tiempo cristiana y eficaz, no basta con ser lo que habitualmente se llama “un buen católico”, sino que hay que ser santo.

Esto no supone desprecio por las técnicas políticas y económicas. La Pira también las conoce y las tiene en cuenta. Pero sólo el santo posee esta audacia que es menester para atropellar, llegado el caso, con todas las leyes, con todas las reglas del juego.[3]

De acuerdo con José Gómez Cerda, Giorgio La Pira es el modelo de funcionario administrativo cristiano. Nacido en Italia, en 1904. Se desempeñó como Alcalde de Florencia en la década del 50; puede ser calificado como el hombre consagrado a un modelo de Alcalde (Síndico), por sus principios y ejemplos.

“Dios forja las almas para fijar y afinar en ellas la virtud, como el martillo fija el metal precioso para darle su definitiva belleza”.

En Italia se conoció al “lapirismo”, como el sistema de renovación espiritual, por encima de su realización material para referirse al estilo de vida y de trabajo de Giorgio La Pira.

Antecedentes

Es interesante conocer el ambiente que se daba en Italia antes de Giorgio La Pira, ya que este país ha tenido mucha tradición social.

Desde 1891, año de la encíclica Rerum Novarum , se comenzaron a celebrar en Italia los “Congresos Católicos”, en las que se hicieron importantes aportes en el mundo social.

Uno de los personajes más importantes desde fines del siglo XIX fue Rómulo Murri, un sacerdote nacido en 1870, fundador de la revista “Vida Nueva”, especializada para el mundo universitario; además fue el creador de la Federación Universitaria Católica (FUCI), en 1898, también inició la publicación de “Cultura Social”. 

En 1900 Rómulo Murri encabezó un “Movimiento de la Democracia Cristiana”; un año más tarde, el 18 de enero 1901, el Papa León XIII publicó la encíclica Graves de Communi Re, para definir lo que era la Democracia Cristiana, diferenciándola de la “ Democracia Social”, un movimiento que para esa época era materialista y colectivista.

León XIII expuso que la democracia cristiana debía tener como característica fundamental el proteger la acción de los cristianos y revalorizar a la clase obrera.

En 1903 se constituyó la “Unión Popular”, un movimiento de proyecciones políticas, pero bajo la dirección de los Obispos. Junto a “Unión Popular” estaban: la “Asociación Electoral”, la “Acción Económica y Social” y la “ Juventud Católica”, todas regidas por la jerarquía católica. La “Unión Popular” fue un movimiento confesional.

Durante la I Guerra Mundial se paralizaron las actividades sociales en Italia, como en casi todos los países europeos. 

Terminada la guerra , Luigi Sturzo (1871-1959), sacerdote, se dispuso a organizar un partido político, el cual se formó a fines de 1918, quedando constituido formalmente el 17 de enero de 1919 con el nombre de “Partido Popular Italiano”(PPI), el cual logró llevar miembros al Parlamento. 

El jefe de ese equipo de legisladores fue Alcides de Gasperi (1881-1954), antes de que Mussolini llegara al poder.

En 1921, Luigi Sturzo y Alcides de Gasperi, ambos del PPI, entablaron relaciones internacionales con partidos similares doctrinariamente, se reunieron con dirigentes del Partido Centro y el Partido Popular de Baviera, ambos alemanes, dando los primeros pasos para crear una internacional de partidos de inspiración cristiana.

Cuando Benito Mussolini tomó el poder en Italia, inmediatamente enfrentó a los líderes políticos que eran contrarios al fascismo. 

Alcides de Gasperi fue encarcelado varias veces por los fascistas de Mussolini, tuvo que refugiarse en la Biblioteca del Vaticano, donde trabajó durante varios años como traductor.

En 1924 Luigi Sturzo se vio forzado a abandonar Italia; vivió exiliado durante la dictadura fascista, residiendo en Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. 

En 1926, el gobierno fascista disolvió el “Partido Popular Italiano (PPI”. En 1927 Luigi Sturzo escribió una obra titulada “Italia y el Fascismo”.

En 1931 EL Papa Pío XI escribió Non Abbiamo Bisogno (No tenemos necesidad), que es una condena al fascismo, y una defensa de la Acción Católica; además ese mismo año apareció su encíclica Quadragesimo Anno, para conmemorar el 40 aniversario de la famosa Rerum Novarum.
Raíces de su pensamiento
De acuerdo con Villapalos y San Miguel,[4] Giorgio La Pira estaba hondamente influido por el pensamiento tomista y fue un seguidor de Jacques Maritain, pero su propio pensamiento, expuesto con claridad en libros como Architettura dello Stato democratico, de 1947, avanzaba más allá del personalismo comunitario para proponer la creación del Stato cristiano

La Pira era profundamente antifascista, y con ello enemigo de cualquier forma de totalitarismo. 

Pero su ideario político se encontraba muy influido por el celebérrimo Mensaje de Navidad de 1942 de Pío XII, y consideraba que el individualismo liberal no era condición de la libertad y de la democracia, sino de la explotación del hombre por el hombre.

La Pira seguía la doctrina social de la Iglesia, una doctrina que habría de materializarse a través de un Estado dedicado a la aplicación de políticas de equilibrio social y territorial, políticas consagradas a la causa de la justicia.

Su convicción acerca del estrecho vínculo entre persona y comunidad y entre sociedad y Estado, y su paralelo anhelo de una realidad ordenada por los poderes públicos hacia el bien común, partiendo de un humanismo solidario, no excluía el deber moral de la participación pública del cristiano y sus obligaciones ante Dios y ante la historia.

Su celebérrima síntesis de un ambicioso programa de constitucionalización de derechos y libertades fundamentales en un sentido netamente social, “toda libertad es una responsabilidad”, sintetizaba su concepción del cristiano ante la realidad política: comprometido, concienciado, solidario, dispuesto a servir. 

Creyó en la posibilidad de erigir un Estado cristiano, fundamentado en el Evangelio y en la doctrina social de la Iglesia. 

Postulaba la subordinación de la propiedad privada y de la economía de mercado a la causa de la justicia social, de la fraternidad y de la igualdad, postulaba la persona y la comunidad y perseguía el universalismo cristiano como alternativa a los conflictos y a la fragmentación política de Europa y del mundo.
Actividades
En 1933 Giorgio La Pira dirige la revista “Principios”, enfrentado al régimen de Benito Mussolini, calificando al fascismo parecido al nazismo de Hitler, ya que ambos se basaban en las injusticias y en la violencia. La revista fue suspendida por las autoridades. 

La Pira vivió muchos años en la clandestinidad, después empezó a participar en las Conferencias de San Vicente de Paul, la obra iniciada por Federico Ozanam, dedicada a obras de caridad y justicia social a favor de los pobres, llegando a ser Presidente regional de esa organización.

Los derechos enraizados en la solidaridad, presuponen para subsistir, la existencia de comunidades que sean su sostén.

También esas comunidades tienen sus derechos esenciales que no pueden ser desconocidas por el Estado.

A la caída del régimen fascista de Benito Mussolini, se reorganizó en Italia el Partido de la Democracia Cristiana, entre sus principales líderes estaban Alcides de Gasperi, Luigi Sturzo y Amitore Fanfani. De Gasperi fue proclamado Jefe del Partido Demócrata Cristiano y Miembro del Consejo Nacional de Liberación. 

En 1945 fue designado Primer Ministro de Italia.

Mientras tanto Giorgio La Pira se desempeñaba como profesor de derecho romano. Más tarde, en las elecciones de 1946 fue electo Diputado. 

En esas elecciones la Democracia Cristiana obtuvo el 35 % de los votos en la primera elección después de la caída de la dictadura fascista, obteniendo 207 diputados, y la elección de Alcides de Gasperi como Presidente del Consejo, Jefe del Gobierno.

En el interior de la Democracia Cristiana se presentaban dos tendencias: el ala avanzada, encabezada por Amitore Fanfani, Giorgio La Pira y otros; y el ala conservadora, dirigida por Alcides de Gasperi y Luigi Sturzo. 

Los primeros aspiraban a la aplicación global del programa de gobierno del partido, quemando etapas; los otros preferían ir por etapas, sin romper el ritmo, aunque no se cumpliera el programa completo.

La política de la democracia cristiana italiana fue aceptada por la mayoría de la población; en su programa de gobierno estaba la expropiación de la tierra insuficientemente explotada, para ser entregada a familias de agricultores, con ayuda financiera del Estado, además la creación de una Caja Económica para respaldar la Reforma Agraria y la ayuda técnica necesaria para los hombres del campo que trabajan la tierra.

En las relaciones exteriores el Gobierno de Alcides de Gasperi encontró importantes aliados como fueron Konrad Adenauer, que gobernaba en Alemania y Robert Schuman, de Francia. 

Los tres son los Padres de la integración económica y política de Europa, quienes políticamente eran del socialcristianismo o democracia cristiana.

En la sesión conclusiva de los constituyentes italianos del 22 de diciembre de 1947, Giorgio La Pira propuso introducir en la Constitución italiana una invocación a Dios.[5]

En 1948 se celebraron nuevamente elecciones en Italia. La Democracia Cristiana aumentó su votación obteniendo el 48.5 % de la votación total, siendo designado nuevamente Alcides de Gasperi como Jefe del Gobierno Italiano. 

Giorgio La Pira resultó nuevamente electo como Diputado.

La Pira pasó a ocupar el cargo de subsecretario del Ministerio de Trabajo. 

Ahí pudo conocer más de cerca la realidad de la clase trabajadora italiana, las leyes laborales y las relaciones obrero-patronales, además el desarrollo del sindicalismo. 

Desde ese cargo se proyectó a nivel nacional, participando en eventos nacionales y actuando a favor del sector más desposeído que es la clase trabajadora.

En junio de 1951, Giorgio La Pira fue presentado como candidato para Alcalde de la ciudad de Florencia. 

En las elecciones anteriores, esa localidad había sido ganada por los comunistas, ellos habían logrado un 55% de los votos, mientras que la Democracia Cristiana sólo había obtenido un 24%

Con la presentación de Giorgio La Pira como candidato, la democracia cristiana subió a un 36%, (12% mas que las pasadas elecciones) mientras que los comunistas bajaron al 43% ( 12% menos ). 

Así, con el respaldo de otros grupos políticos, el Consejo Municipal de Florencia eligió a Giorgio La Pira como Alcalde, con 60 % de los votos contra 40 % para los comunistas. 

Era la primera vez que un cristiano sería Alcalde en esa histórico ciudad.
El Alcalde
Giorgio La Pira desarrolló sus actividades políticas cuando la corriente de las encíclicas Quadragesimo Anno y Divini Redemptoris estaban en plena divulgación; también los radiomensajes que dirigió el Papa Pío XII, como fueron las nuevas condenas al liberalismo capitalista, recordando que el Bien Común se antepone al bien privado; además la necesidad de tener una clara conciencia social, renovando valores tradicionales, en especial saber denunciar las injusticias sociales de las cuales uno es testigo o tiene amplios conocimientos de su existencia.

Siendo Alcalde, La Pira llevó una vida sencilla, sin los protocolos que generan los cargos políticos. Dormía en una celda en el Convento franciscano de San Marcos, como lo hacían los frailes religiosos, en un humilde cuarto que sólo tenía como muebles una cama y una mesa.

La Pira consideró que lo más importante para un funcionario público es luchar contra el grave problema del desempleo. 

De nada vale hablar de la dignidad de la persona humana y de cualquier modelo de sociedad, lo primero debe ser una organización que tenga por objetivo crear nuevos empleos, necesarios para que cada trabajador pueda obtener el sustento de él y de su familia.

El hombre es un ser condicionado por el resto de la naturaleza, y por las interrelaciones derivadas de la vida social; logra su liberación en la medida en que esos condicionamientos son dirigidos por él, en la realización de valores rectamente jerarquizados, cuya cúspide se abre a la trascendencia.
La empresa “La Pignone”
Snis-Viscosa era un grupo industrial que administraba una empresa en Florencia. A fines de 1953 decidió cerrar las dos fábricas que componían el complejo llamado “La Pignone”, en el que trabajaban cerca de 2.000 obreros.

Los patronos abandonaron la empresa para que las autoridades se encargaran del asunto. Los trabajadores, respaldados por las organizaciones sindicales y el Alcalde Giorgio La Pira, se movilizaron, logrando el respaldo del Gobierno y las autoridades civiles y religiosas.

El gobierno incautó el pasaporte del Presidente de la empresa, Sr. Marinotti, y le impuso impedimento de salida del país. Mientras tanto, el Ministro de Trabajo, Amitore Fanfani, decretó el cese de los despidos, llamando a las partes para discutir la situación.

El 16 de noviembre de 1953, los obreros ocuparon la empresa, negándose a recibir las prestaciones laborales, reclamando además, la reapertura de la empresa”La Pignone”. 

Esta acción fue respaldada por las organizaciones religiosas que ayudaron al sustento de los obreros que permanecían ocupando la empresa, mientras el Ministro de Trabajo, Fanfani, declaraba ilegales los despidos.

La ocupación duró 50 días. El 14 de enero de 1954 se creó “La Nueva Pignone”. Los obreros pasaron a la autogestión de la empresa, mientras tanto, el Alcalde La Pira logró que el Ayuntamiento de Florencia otorgara un préstamo a los trabajadores para que la empresa fuera reabierta a la producción, esta vez administrada y dirigida por los propios trabajadores.

Así, la “Nueva Pignone”, con respaldo del Alcalde Giorgio La Pira, reorientó su producción en recipientes para gas liquido y búsqueda petrolífera, dedicándose luego a la exportación, superando su condición anterior.
Civilización cristiana
En una reunión con el Cuerpo Consular acreditado en Italia, el 5 de enero de 1952, Giorgio La Pira planteó su interés en celebrar una Conferencia Mundial para acercar las naciones, con la intención de asegurar a los hombres la alegría del trabajo, del hogar y de la fraternidad.

El proponía para eso tres principios fundamentales, que servirían para elevar la cultura de los pueblos:

1.- La personalidad humana
2.- La solidaridad fundamental
3.- Los valores espirituales

En base a esos principios, en el mes de junio del mismo año, se celebró en Florencia, Italia, la primera reunión de “CIVILIZACION CRISTIANA“, con representación de delegados de 34 países. El tema central fue “La Civilización de la Paz”, con el contenido de que la misión de la ciudad es buscar la paz, que incluye la idea de la civilización, que no es sólo de buscar la paz material.

En el punto de partida ( de toda realidad social), hay una idea, sea verdadera o falsa.

La base primera de la civilización es una base ideal.

En junio de 1953 se celebró la II Reunión de la Civilización Cristiana, con representantes de 42 naciones, además varios organismos mundiales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Cruz Roja Internacional. 

El tema principal fue “Plegaria y Poesía”. El poeta revela a las masas los secretos de la naturaleza, con la belleza y la armonía del lenguaje, así también, la plegaria es mensaje de paz y amor.

La III Reunión de la Civilización Cristiana se efectuó en junio de 1954, con el tema principal de “Cultura y Revelación”, cuyo contenido era la utilización de la pedagogía de un pueblo perteneciente y conducido por Dios.

Todas las iniciativas humanas, las grandes realizaciones de la Historia y de la vida de los hombres, se deben a un gran ideal. 

Y cuando ese ideal es fruto de la iniciativa, de la generosidad y del sacrificio, es fácil descubrir en este dominio, aparentemente natural, la acción vivificante, aunque escondida, de la gracia divina.

En 1955 se realizó la IV Reunión de la Civilización Cristiana, con el tema “Esperanza teologal y humana”, cuyo objetivo fundamental era unir las esperanzas humanas del trabajo y la cultura, para obtener la paz.
Asamblea de alcaldes
En la Semana Santa de 1954 se celebró en Ginebra, Suiza, una reunión de la Cruz Roja Internacional, en la que participó Giorgio La Pira, como Alcalde de Florencia. 

El contenido de los temas discutidos motivó en él la idea de hacer algo parecido, pero con Alcaldes.

Tomando la idea central de esa reunión, pero comprobando que sería muy costoso y casi imposible reunir a todos los Alcaldes del mundo, se dedicó a convocar a varios Alcaldes o Síndicos de capitales de países importantes.

En octubre de 1955, convocado por el Alcalde Giorgio La Pira, se celebró en Florencia, Italia, la PRIMERA ASAMBLEA DE ALCALDES, a la cual asistieron Alcaldes de 36 capitales del mundo.

 Los temas tratados fueron centralizados en tres ideas fundamentales:

1. Salvaguardia del patrimonio material y espiritual de los pueblos.

2. La renuncia a la guerra como medio de solución a los conflictos entre los Estados.

3. El conflicto armado sólo representa la destrucción de la civilización misma y del Hombre.

Giorgio La Pira habló fundamentalmente sobre la importancia y la función social de la ciudad en la historia y la civilización del hombre.

Las ciudades están destinadas a la formación espiritual y material de las futuras generaciones.

Las personas están enraizadas en la ciudad, como el árbol en el suelo.

Giorgio La Pira planteó su visión de que en la ciudad debe haber un sitio para una de las necesidades de la persona humana.

° Un sitio para curarse: el hospital

° Un sitio para educarse: la escuela

° Un sitio para el amor fraternal: el hogar

° Un sitio para el trabajo: la oficina y el taller

° Un sitio para rezar: la iglesia

° Un sitio para las diversiones: parques y centros de diversiones sanas

Cuando se conduce la investigación hacia núcleos más elementales, la raíz metafísica se manifiesta indiscutiblemente ante la mirada del estudioso.

Como Alcalde de una ciudad importante, y en un encuentro con otros Alcaldes, Giorgio La Pira quería hacer ver las tareas fundamentales de un funcionario público, encargado de administrar los bienes y patrimonios de una ciudad.

Las ciudades no son patrimonio nuestro, del cual se puede disponer a nuestro antojo. Son patrimonio de otros... de las futuras generaciones, a las cuales nadie puede privarlas de su derecho y su esperanza.

En el descubrir el valor y el destino de la ciudad y en el afirmar el derecho inalienable que tienen sobre ellas las generaciones futuras, y en el afirmar, por tanto, que las generaciones presentes no tienen derecho de dilapidarlas o destruirlas.  
DELLE CURE
DELLE CURE era una empresa en la ciudad de Florencia, dedicada a la fundición de metales, que suspendió a sus trabajadores el 4 de enero de 1955, con el agravante de que la empresa se había retrasado un año en el pago de sus obligaciones del Seguro Social. 

Los trabajadores estaban desamparados socialmente, además no se les había pagado el salario del último mes de trabajo.

Apoyados por el Alcalde La Pira, los trabajadores propusieron convertir la empresa en una cooperativa de producción. Los obreros ocuparon la empresa, pero la justicia ordenó su desalojo. 

Luego el Alcalde logró que la empresa se convirtiera en una cooperativa, integrada por los mismos trabajadores. 

Para eso hizo colectas públicas, pidió ayuda económica y logró respaldo. Recaudó el dinero necesario para pagar las deudas contraídas por los antiguos dueños.

Así, la Fundición Delle Cure para a ser administrada por los trabajadores, con el respaldo del Alcalde Giorgio La Pira.

Las raíces últimas de esta crisis, son raíces de pensamiento...Las crisis , antes que económicas y políticas, tienen raíces de ideas...
Como administrar
Durante su mandato como alcalde, si se enteraba de que existían familias sin techo en Florencia, y al mismo tiempo tenía conocimiento de que se disponía de viviendas desocupadas, las albergaba provisionalmente en ellas. 

Cuando después el prefecto le exigía la autorización de los propietarios, o le preguntaba por el expediente administrativo al respecto, la respuesta era: 

“En la Ciudad de Dios no existen obstáculos burocráticos”. Dicho y hecho.

Una de las tareas fundamentales de los Alcaldes (o Síndicos) es la administración de la ciudad que representan. Sobre esto, Giorgio La Pira parte de dos ideas basadas en los siguientes pensamientos:

1.- “Aquello que hicieres al último de mis hermanos, me lo haces a mí”.

2.- “Todos formamos un solo ser”.

Administrar no es solamente una cuestión de ingresos y salidas. Es a los HOMBRES a quienes se debe considerar ante todo y al establecimiento de una solidaridad auténtica.

Según Giorgio La Pira hay dos procedimientos para administrar un Municipio:

1. Se puede anteponer el presupuesto a los hombres. Ellos estarán, en este caso, al servicio del presupuesto municipal. Si las entradas y las salidas cuadran, alguien dirá que la ciudad está bien administrada.

¿Para qué sirve un balance exacto si la vida de los hombres no está equilibrada?

2. Colocar a los hombres en primera línea, darles lo necesario: pan, techo y trabajo. El punto de partida es la necesidad del pueblo, los gastos se definirán en función de esas necesidades. Ningún fin temporal puede oponerse a este fin que el hombre.

Esto puede resumirse así:

- alojamiento a buen precio, creación y fomento de centros de trabajo, nuevas escuelas
- leche a los niños, agua para las necesidades básicas, limpieza y aseo de la ciudad
- asilo para los ancianos y pobres.

En una carta dirigida a su amigo Amintore Fanfani, Giorgio La Pira explicaba lo que era necesario para darle sentido a la sociedad.

Una economía renovada a la medida del hombre.

Una política renovada a la medida del hombre.

Dirigentes nuevos y adaptados para la nueva sociedad que supere al capitalismo, con signos visibles de una inspiración cristiana.

En un diálogo con el mismo Fanfani, La Pira explica la aplicación de la Doctrina Social Cristiana, de la siguiente manera: 

“Cuando desees saber sí, en definitiva, tu política tiene una inspiración cristiana, hazte la siguiente pregunta: ¿Qué piensan de mí los pobres?  

El diálogo

Una de las características de Giorgio La Pira fue el dialogo abierto con sus amigos… pero también con los que no compartían sus opiniones.

El viajó varias veces a la Unión Soviética, durante la era de la “ Guerra Fría”, para reunirse con los líderes comunistas, entre ellos con el Presidente soviético Nikita Kruschov. 

En un viaje en 1959 a la Unión Soviética, La Pira, ante el Soviet Supremo, en el Kremlin, afrontó no sólo la cuestión del desarme sino el tema de la libertad religiosa, como elemento esencial de un proceso completo de construcción pacífica.

Kruschev –escriben Villapalos y San Miguel- estimaba que los pronunciamientos sociales de La Pira le convertían en una figura interesante, incluso próxima. 

El alcalde de Florencia, delgado, risueño, austero, se dirigía al Soviet Supremo en defensa del desarme y de la distensión. 

Lo esperable. Entonces tronó contundente desde la tribuna: “Igual que habéis trasladado del mausoleo al Kremlin el cadáver de Stalin, así debéis liberaros del cadáver del ateísmo. 

Es una ideología que pertenece al pasado, y está hoy irremediablemente superada”.

La Pira visitó las tumbas de mártires cristianos en la Unión Soviética, y rezó por ellos y la sociedad soviética.

Monseñor Van Thuân y Gorbachov recuerdan al «alcalde santo» de Florencia

Los dos pusieron a Giorgio La Pira como modelo para la política de hoy.

El arzobispo François Xavier Nguyên Van Thuân, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, y Mijaíl Gorbachov, último presidente de la unión soviética, han recordado el vigésimo tercer aniversario de la muerte de Giorgio La Pira, ex alcalde de Florencia cuya causa está en proceso de beatificación.

El encuentro tuvo lugar el domingo, 5 de noviembre por la tarde, en la Facultad Pontificia «Auxilium» de Roma. La iniciativa se debió gracias a una providencial coincidencia. 

En ese mismo día, Juan Pablo II celebró con doce mil parlamentarios y gobernantes de todo el mundo el Jubileo de los Políticos. El ex secretario del Partido Comunista Soviético participó en el acto como un peregrino más.

En la celebración en recuerdo del «alcalde santo», el arzobispo vietnamita Van Thuân recordó que conoció personalmente a La Pira en Roma, en 1956 y confesó que mantiene todavía en su corazón el testimonio de devoción eucarística del «profesor».

«Este testimonio --dijo-- me sirvió de apoyo en los trece años de cárcel, pues la Eucaristía fue la única que me dio la fuerza para resistir. En los días de desaliento, pensaba con frecuencia en La Pira y en su testimonio».

Miembro de la tercera orden de los dominicos, La Pira concebía la política como el ámbito privilegiado para la realización de obras de caridad evangélicas. 

Las dos prioridades de su acción política eran la lucha contra el desempleo y la promoción de la paz. En este sentido, cultivó buenas relaciones con líderes políticos de los dos bloques de la época (el occidental y el comunista).[6]

Recientemente Mijaíl   Gorbachov, el ex líder soviético, dijo, al  referirse a La Pira:

 «Sólo Dios sabe lo importante que es la oración en la historia y en la vida de un hombre».

«Cada uno de sus escritos y discursos confirma sin duda su fe en Cristo. Todo ello merece el mayor respeto y obliga a quien se acerca a él a preguntarse por las razones de una fe tan grande, de una fe tan inquebrantable. Una fe que genera esperanza»,

 «Creo que la unión de las corrientes religiosas es un hecho central, para que nuestro continente conozca una estación de paz y comprensión»

«Estoy de acuerdo con La Pira en la convicción de que no puede haber política sin cultura y sin moral . Él añade también a esto la fe cristiana, la oración que consideró verdaderamente como un hecho político»

“Con estos gestos de diálogo, La Pira anticipó una nueva manera de hacer política», indicando también «objetivos claros para la política internacional: la opción definitiva por la paz que hay que alcanzar con instrumentos eficaces y adecuados, como el diálogo, la negociación, el acuerdo. Le gustaba repetir que es necesario 'abatir los muros y construir puentes'».

«Personalmente me identifico en esta estrategia política que él llevó adelante con valentía e incluso entre la incomprensión», dijo Gorbachov.

Juan Pablo II y Giorgio La Pira


En el marco de la celebración del centenario del nacimiento de Giorgio La Pira (1904-1977), que fue alcalde de Florencia, Juan Pablo II ha subrayado su compromiso civil y político, fruto de la oración y la contemplación, así como sus «intuiciones premonitorias» respecto al «camino de la Iglesia y del mundo».


En el mensaje, leído el 5 de noviembre pasado, en el curso de la solemne concelebración en Santa Maria de la Flor, catedral de Florencia, con motivo del vigésimo séptimo aniversario de su muerte, el Santo Padre alaba las «grandes energías intelectuales y morales, potenciadas y afinadas en el ejercicio diario del estudio, la reflexión, la ascesis y la oración».


Giorgio La Pira profesaba una devoción especial a la Santísima Trinidad «que atraía y recogía su alma en la contemplación y la adoración», recuerda la misiva pontificia, impulsándole también a escribir palabras como estas: 

«La raíz de la acción está siempre aquí: en este ‘éxtasis’ del alma enamorada que derrama lágrimas diciendo al Señor: ¡Señor mío y Dios mío! ¡Mi Dios y mi todo!».


«Su mente iluminada por la fe fue capaz de intuiciones premonitorias para el camino de la Iglesia y el mundo, especialmente respecto a la necesidad de la paz entre los pueblos y la superación de las ideologías ateas y materialistas», añade Juan Pablo II.

Su empeño en el campo del diálogo interreligioso fue subrayado por el Papa el pasado 26 de abril, al recibir en audiencia a los participantes en el encuentro promovido por la Asociación Nacional de Municipios Italianos. 

En esa ocasión, recordó como «emblemáticos» los «Congresos por la paz y la civilización cristiana», promovidos por La Pira en Florencia, de 1952 a 1956, «con el fin de favorecer la amistad entre cristianos, judíos y musulmanes».


El cardenal Ennio Antonelli, arzobispo de Florencia, tras leer el mensaje papal, en su homilía, destacó de La Pira el continuo proclamarse «cristiano, es decir uno que es de Cristo» y la afirmación: «Tengo sólo un carnet, el del bautismo».


En cuanto a la importancia de la Eucaristía, La Pira afirmaba: «El cristianismo se resume en la Eucaristía». «Así se edifica el cuerpo de Cristo, el pueblo cristiano, la ciudad de Dios y, bajo su modelo, la ciudad humana. 

La Eucaristía organiza el pueblo del Señor, edifica las ciudades, los pueblos, las naciones y la civilización», afirmó el cardenal.[7]

Conclusión

Giorgio La Pira es el creador de las conferencias sobre “Civilización Cristiana” y otras actividades para Alcaldes. 

En todo momento demostró su interés por las manifestaciones del arte, la creación de centros de cultura, bibliotecas populares, facilidades para que el pueblo pudiera tener acceso a la lectura, a la música y al arte, como una forma de llevarle una superación al pueblo, no sólo en Florencia, sino en todo el mundo.

Sus ideas sobre la administración de los municipios tienen todavía validez, porque están basadas en principios y valores de la Persona Humana que pueden servir de modelo para los actuales Alcaldes o Síndicos.

 Entre sus obras más importantes figuran: Nuestra Vocación Social, Las Premisas de la Política, El Valor de la Persona Humana, Por una Arquitectura Cristiana del Estado, La Esperanza de la Gente Pobre, El Libro Blanco sobre el Conflicto de la Pignone.

Para aquellos que se consideran que la política es sólo para los hombres que no tienen valores, es preciso explicar que Giorgio La Pira están en proceso de canonización de parte de la Iglesia Católica, como uno de los santos de actualidad.

Giorgio La Pira, es un modelo de cómo administrar una ciudad. Murió en 1977.

La causa diocesana de beatificación había sido iniciada el 9 de enero de 1986, en la basílica dominica de San Marcos en Florencia, en cuyo convento La Pira vivió muchos años.

MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO
DE GIORGIO LA PIRA, ALCALDE DE FLORENCIA

Al venerado hermano
Señor cardenal ENNIO ANTONELLI
Arzobispo de Florencia


1. Me ha alegrado saber que la Iglesia florentina quiere conmemorar con oportunas celebraciones el centenario del nacimiento de Giorgio La Pira, que fue estimado alcalde de Florencia y figura ejemplar de laico cristiano. 

Ya lo recordé, el pasado mes de abril, con ocasión del encuentro con la Asociación nacional de municipios italianos, refiriéndome en particular a su actividad política, social y administrativa. 

En esta feliz circunstancia, deseo considerar brevemente su perfil espiritual.

2. La Pira, aparentemente frágil, estaba dotado de grandes energías intelectuales y morales, potenciadas y afinadas en el ejercicio diario del estudio, de la reflexión, de la ascesis y de la oración. 

Por naturaleza intuitivo, se sintió llamado a realizar su compromiso de cristiano siguiendo el ejemplo de Jesús, "ungido para anunciar a los pobres la buena nueva" (Lc 4, 18). 

Era preciso evitar la "tentación del Tabor", como él la llamaba (cf. Diario, 14 de septiembre de 1951), para bajar a la llanura de la entrega diaria a las numerosas exigencias del prójimo que atravesaba dificultades.

De la fecunda tensión entre contemplación y acción emerge la singular fisonomía del laico cristiano íntegro que fue La Pira. 


De ahí deriva también la herencia espiritual que legó a la Iglesia de Florencia y a toda la comunidad eclesial. 

Su espiritualidad fue, por decirlo así, "inmanente" a la actividad diaria:  en su vida eran inseparables la comunión eucarística, la meditación, el compromiso cultural y la acción social y política. 

Sentía fuertemente la presencia de la santísima Trinidad, que atraía y recogía su alma en la contemplación y la adoración. 

"La raíz de la acción -escribió- está siempre aquí:  en este "éxtasis" del alma enamorada que derrama lágrimas diciendo al Señor:  ¡Señor mío y Dios mío! ¡Mi Dios y mi todo!" (ib.). 

Por eso le resultó tan natural el lema "contemplata aliis tradere", tomado de santo Tomás de Aquino y de la escuela dominicana, que tanto contribuyó a su formación.

3. Giorgio La Pira buscaba luz e inspiración para su oración y su vida en Jesús resucitado, Señor de la historia, apoyándose en la Iglesia, Cuerpo de Cristo, bajo la protección materna de María santísima. 

Su mente, iluminada por la fe, fue capaz de intuiciones premonitorias sobre el camino de la Iglesia y del mundo, especialmente con respecto a la necesidad de la paz entre los pueblos y la superación de las ideologías ateas y materialistas.

Fiel al magisterio de la Iglesia, tuvo el sentido de la laicidad auténtica y de la justa autonomía de los fieles en el ámbito de las realidades seculares. 

Concibió la función pública como servicio al bien común, sin los condicionamientos del poder y sin buscar el prestigio o el interés personal.

Nos complace pensar que ahora, una vez concluida su historia terrena, está definitivamente inmerso en la contemplación del rostro de Dios, como ciudadano de la Jerusalén del cielo que tantas veces indicó como modelo de la ciudad terrena. 

Oramos para que su ejemplo estimule y aliente a cuantos se esfuerzan por testimoniar con su vida el Evangelio en la sociedad actual y se ponen al servicio de los demás, especialmente de la "pobre gente" que siempre encontró en él un amigo solícito y fiel.

4. Al confiarle estos pensamientos, venerado hermano, me uno espiritualmente a las celebraciones con que la comunidad diocesana y la civil de Florencia rendirán homenaje a este inolvidable servidor de Cristo y del hombre. 

Ojalá que honrar su memoria impulse a todos a atesorar sus enseñanzas.

Con este deseo, le envío de corazón a usted, y a cuantos han sido confiados a su solicitud pastoral, la implorada bendición apostólica.

Vaticano, 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos.
Bibliografía

José Gómez Cerda, Presidente de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores (ADPE), Elementos de Humanismo Integral, capítulo VIII, Jorge La Pira, el Alcalde,

Notas



[1] Cf. AlejandroVicuña, El monje político, San Bernardo, ediciones Paulinas, México, 1955
[2] Cf. Luis González Morfín, S.J., Ética y valores en la práctica política, ediciones del Partido Acción Nacional, México, 1998, p. 25
[3] Cf. Ignace Lepp. Escándalo y consuelo, ediciones Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1961, pp. 29-31
[4] Cf. Gustavo Villapalos y Enrique San Miguel, El Evangelio de los audaces, Políticos católicos, Diez gobernantes que ejercieron el poder sin renunciar a sus creencias, Libroslibres, Madrid, 2004, pp. 159-179
5 Cf. Los devotos y los no creyentes, en Revista 30 días, en la Iglesia y en el mundo, año X, no. 111, Madrid, 1996, p. 36
6 Monseñor Van Thuân y Gorbachov recuerdan al «alcalde santo» de Florencia
http://www.zenit.org/spanish/archivo/0011/ZS001107.htm
7 El Papa recuerda a Giorgio La Pira, alcalde de Florencia y cristiano ejemplar
http://es.catholic.net/empresarioscatolicos/484/1136/articulo.php?id=20648




1 comentario:

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